Por Gretchen Sánchez:
España es uno de los países más golpeados por la crisis del coronavirus en Europa, con más de 213 mil casos positivos diagnosticados desde que se inició la epidemia y más de 22 mil fallecidos. En este contexto Barcelona se destaca entre las regiones afectadas con más de 4 mil muertes y una economía deprimida.
La ciudad condal es el espacio de residencia del escritor cubano Vladimir Hernández, ganador del X Premio Internacional de Novela Negra LH Confidencial, en el 2016, con Indómito.
Sus obras más recientes, Habana Réquiem, Habana Skyline e Indómito se centran en la respuesta del individuo ante la violencia institucional. Vladimir accedió a ofrecer una entrevista a CiberCuba para compartir su perspectiva de esta crisis.
¿Cómo llevas lo de estar encerrado en casa mientras el mundo fuera parece que sucumbe?
Lo llevo bastante bien. Piensa que el proceso creativo de un novelista consiste en construir argumentos y para avanzar en ello ha de someterse a una suerte de reclusión diaria que le ayude a eclipsar temporalmente la longitud de onda de ese “mundo de afuera”.
Tampoco parece – desde mi profano punto de vista– que el mundo esté sucumbiendo. Más bien hay un estado de alarma que unos exageran y otros minimizan. Pongamos que estamos experimentando una arritmia social, pero las consecuencias aún están por valorarse en su justa magnitud.
Algunas personas se cuestionan la gestión del Estado español para frenar esta crisis sanitaria, incluso hay quien considera que se han tomado medidas coercitivas. ¿Crees que las decisiones adoptadas limitan las libertades de la ciudadanía?
Sin duda, se han tomado medidas coercitivas y me molesta. Alguien creó el problema, alguien incubó y exportó el problema, y ahora resulta que los ciudadanos tienen que sufrir que se coarten sus libertades cómo única solución y en detrimento de la salud mental de muchos.
Reconozco que permanecer en cuarentena –con internet, servicio de TV a la carta, climatización, comida en abundancia y bibliotecas bien surtidas— nunca fue tan fácil, pero lo que es cuestionable y digno de revisión es el papel que le hemos adjudicado al Estado.
¿Hasta cuándo tendremos que admitir que los estados gestionen mal las crisis y luego culpen a los ciudadanos de indisciplina? Hay muchas cosas que tendríamos que aprender de esta crisis y esta cuarentena respecto a gestiones estatales, soluciones y respuesta civil.
¿Cómo ves a Barcelona en medio de la crisis por coronavirus?
Vivo en Barcelona desde hace 20 años y veo esta bella ciudad, como es lógico, muy tocada. Es una ciudad que depende de eventos internacionales y de la hostelería, pero al margen de eso su población es muy vital, muy activa de cara a la calle, así que existe el temor de que, de prolongarse esta situación de enclaustramiento, al margen del desastre económico que ello representa, se pulsen los resortes para revivir sus peores fantasmas.
¿Qué supone para el proceso creativo de un escritor de ficción, toparse con una realidad tan oscura como la actual? ¿Es un reto, o es intrascendente?
No es intrascendente, por supuesto. El reto –si es que merece esa etiqueta tan dramática– consiste en ver cómo gestionas la crisis en tu entorno doméstico, cómo te reinventas para estructurar el aprendizaje de tus hijos, la presencia de todos en casa a tiempo completo, cómo paliar las dificultades de la controvertida reclusión familiar a largo plazo.
Por otro lado, para un escritor, esta realidad de excepción (transitoria) es una oportunidad de prestar mucha más atención al entorno. Los autores de ficción se realimentan de la cotidianidad, pero aguzan los sentidos durante los estados de excepción; después de todo, la narrativa parte de una crisis argumental para generar evolución en sus personajes.
A eso súmale que, como autor, vengo de un tipo de literatura –la ciencia ficción— que ha previsto y descrito escenarios de catástrofe similares al que estamos viviendo, e incluso peores, apocalípticos. Yo mismo, sin ir más lejos, fui galardonado en 2002 con un premio de relato corto en España por una historia llamada Némesis que lleva al extremo el desarrollo de una pandemia letal.
La crisis tiene un efecto económico en los creadores. ¿Se vende más o menos literatura? ¿Qué eventos se cancelan? ¿Cómo funciona este mundo ahora?
Todavía es pronto para emitir una opinión responsable al respecto, pero puede que las ventas de libros en digital se hayan disparado en tiempos de confinamiento y Amazon no para de distribuir libros. Eso sí, de momento los eventos literarios, de promoción, de tertulia presencial, se han detenido para mantener la distancia social. Por otro lado, estos eventos de tertulia y reuniones están reinventándose gracias a las redes sociales y la aplicación Zoom.
¿Qué dirías que te preocupa de esta crisis de cara al futuro?
Me preocupa no saber –aunque lo intuyo- quién saldrá reforzado: ¿el Estado o la ciudadanía? Me preocupa que, además, no se señale y juzgue al culpable directo de generar esta crisis global donde las consecuencias aún están por evaluarse.
Esta etapa también pasará. ¿Cambiará algo en nuestra vida cotidiana?
Cambiarán muchas cosas. La gente reaccionará de manera diversa. Muchos saldrán en estampida a vivir la vida redobladamente, pero creo que en muchos otros se habrá operado un cambio de mentalidad post-pandemia.
Veremos cambios de costumbres sociales, nuevos protocolos se impondrán, la mayoría de la gente responsable se mantendrá cauta y, en general, nadie estará tranquilo hasta que lleguen las ansiadas vacunas que proporcionen la esperada inmunidad colectiva.
¿Cómo crees que ha manejado el gobierno cubano esta crisis?
Al parecer mal, bastante mal, pero la negligencia del Estado cubano es proverbial; su inoperancia histórica –excepto cuando se trata de la represión general y aplicar un selectivo terrorismo de Estado sobre sus ciudadanos más díscolos- es algo que está por fraguar y generar un panorama que quizás no hayamos visto antes.
Tendremos que estar más atentos que nunca a lo que ocurre allí. Por suerte, hoy tenemos más cámaras que nunca en la Isla, y la ubicuidad de Internet hace volar la noticia.
¿Esta situación novelesca dejará héroes literarios?
Estoy seguro de que esta crisis va a generar mucha literatura –incluso, se contarán historias que pasarán como novedosas desde el punto de vista mainstream sin estar a la altura de algunos buenos y viejos clásicos de ciencia ficción olvidados –porque la ficción literaria es otra forma de catarsis fundamental, nuestro laboratorio de realidades alternativas y soluciones deseables; donde los sueños traslucen el zeitgeist.
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