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La situación del transporte se ha recrudecido en los últimos días en La Habana, y de ello dan fe los residentes en la capital a través de medios de prensa independientes o de las redes sociales.
“Estamos pasando por una crisis bastante complicada, pero solamente el pueblo se lo siente”, precisa Juan Antonio Soto -entrevistado por Cubanet- quien además resumió la dinámica diaria de cualquier cubano en la Isla, marcada por el cansancio generado por algo tan simple como ir y regresar al trabajo cada día.
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La renovada escasez de gasolina, el disgusto generado entre los transportistas privados por el tope de precios y el encarecimiento otra vez de los viajes, son apenas piezas de un problema de fondo que no ha visto solución real nunca, pese a medidas, resoluciones aplicadas y apaños.
Guaguas que no paran, choferes que no cumplen horarios, falta de solidaridad y al final cubanos que no pueden cumplir con sus horarios porque no tienen forma de prever cómo les irá cada día.
La situación -aunque en un tono más festivo y musical- ha sido reconocida incluso por la Agencia Cubana de Noticias (ACN), que ha recogido opiniones críticas sobre la situación del transporte en la capital.
Cuba enfrenta una renovada crisis del transporte desde que los suministros de combustible venezolano disminuyerón. El Ministerio de Transporte de la Isla en septiembre de 2019 anunció restricciones a los viajes de los ómnibus y trenes nacionales como parte de las medidas a tomar por la llamada "coyuntura".
La situación pareció mejorar, pero febrero ha traído una renovada crisis. Como es habitual, las autoridades cubanas culpan al embargo norteamericano de la situación, e insisten en que Washington sancionó a las dos empresas cubanas que importaban combustible, Cubametales y Corporación Panamericana, y también a varios buques venezolanos implicados en el negocio.
Desde inicios de esta semana, en La Habana se han visto otra vez las colas kilométricas colas para comprar gasolina.
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