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En la central provincia de Sancti Spíritus sucede lo que en la mayoría de los territorios que ya cuentan con tiendas para la venta de equipos electrodomésticos y automotores en moneda libremente convertible (MLC), los dos establecimientos comerciales ubicados en la villa del Yayabo se distinguen por la alta demanda y el desabastecimiento.
Un artículo recién publicado por el periódico provincial Escambray, reconoce la contradicción, pero sostiene que las ofertas se han visto afectadas “por los obstáculos del bloqueo”.
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Sin embargo, la actual escasez de suministros no es algo que tome por sorpresa, como tampoco la justificación a que se apela una vez más, puesto que el embargo hace rato constituye la cómoda coartada a la que siempre es posible acudir cuando se necesita justificar la ineptitud del gobierno.
A pesar del entusiasmo inicial no faltó quien recurriera a aquel viejo refrán de mucho ruido y pocas nueces, para presagiar lo que sucedería con los nuevos comercios. En efecto, a pocos días de las primeras aperturas en La Habana y Santiago de Cuba, comenzaron los problemas con los suministros, y esa ha sido una constante que se ha mantenido en el resto de los territorios donde paulatinamente se han venido inaugurando otras tiendas similares.
No obstante, mientras los clientes hacen colas de varios días en las puertas de las unidades esperando los nuevos arribos de mercancía, y se cuestionan la capacidad estatal para mantener surtidas las nuevas tiendas, Escambray se ufana con los buenos resultados que describió en su primer mes la iniciativa:
“A pesar de la evidente inestabilidad en el abasto de los surtidos más demandados, las tiendas comercializadoras de equipos electrodomésticos y motorinas en Moneda Libremente Convertible (MLC) existentes en la ciudad espirituana realizaron ventas notables en su primer mes: más de 638 000 dólares”, indica el semanario espirituano.
Hoy en Sancti Spíritus existen dos tiendas operativas mientras que la unidad SASA, de la filial espirituana de los Servicios Automotores S.A., ya está acondicionada, pero aún no dispone de surtidos y se desconoce la fecha de su apertura.
A pesar de la incapacidad para mantener surtidos constantes en los comercios ya inauguradas CIMEX se proyecta por sumar nuevos establecimientos. “Tenemos la pretensión futura de extendernos hacia otras dos unidades de este tipo, una aquí y otra en Trinidad”, explicó Melvin Ruiz, gerente comercial de la Corporación CIMEX en la provincia.
Según el directivo, lo que más se ha vendido en Sancti Spíritus son los frízeres, splits, refrigeradores, televisores, hornos para asados y ollas freidoras. Sin embargo, en la actualidad muchos de esos productos ya no se encuentran disponibles en la tienda Zona Tec, perteneciente a la mencionada corporación
Otro tanto sucede con La Época, unidad adscrita a la Cadena de Tiendas Caribe, y donde hoy, según Escambray, solamente se ofertan motorinas, freidoras, calentadores, fogones y accesorios informáticos.
Kenier Aguiar Ramos, director de esa cadena de tiendas en Sancti Spíritus, explicó al periódico que ese desabastecimiento se debe a los obstáculos que impone el bloqueo:
“Muchos productos se nos han agotado porque las entradas previstas se han retrasado debido al conocido asedio y la persecución comercial que impone el bloqueo de Estados Unidos al arribo de mercancías al país”, puntualizó el directivo.
Al igual que en Sancti Spíritus las tiendas inauguradas en los demás territorios del país lucen desabastecidas, y en provincias como Ciego de Ávila y Villa Clara se han denunciado irregularidades en la venta de las baterías de litio y algunos tipos de neumáticos.
En septiembre de 2019 el gobierno dio a conocer que iniciaría la venta, en Moneda Libremente Convertible y mediante tarjetas magnéticas, de algunos artículos electrodomésticos, ciclomotores eléctricos, así como partes y piezas de vehículos automotores. De esta manera el estado pretendía quitarles el protagonismo a las llamadas “mulas”, únicos ofertantes de ese tipo de artículos en el país.
Esos importadores individuales compraban sus mercancías en países de la región, fundamentalmente Panamá, y las introducían en la isla sorteando los férreos controles aduaneros para sostener el mercado informal. Sin embargo, a pesar de los escollos que debían librar demostraban mayor eficiencia en sus gestiones de compra y suministros.
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