La remediana Dunia Díaz Córdova, dice sentirse atrapada en una madeja burocrática que ha impedido que una criatura que padece una enfermedad muy invasiva, de pronóstico muy reservado, mejore sus condiciones de vida.
Se refiere a Danyer, su hijo más pequeño, de solo seis años de edad y a quien se le diagnosticó un rabdomiosarcoma abdominal de alto grado de malignidad en abril del 2018, según precisa el periódico Vanguardia de la provincia de Villa Clara, medio al que la afectada remitió su queja luego de varios meses de desatención.
“Tras más de 16 meses de tratamiento —incluidos quimioterapia, cirugía y radioterapia—, durante una de las consultas de seguimiento oncológico, el pasado 24 de septiembre, el ultrasonido reveló una imagen sugestiva de un ganglio inflamado: otra operación y más quimioterapia”, detalló el medio de prensa.
Pero si la enfermedad de un hijo no extrañara ya de por sí una de las más angustias más extremas a las que puede verse sometido un ser humano, otras dificultades materiales hacen más dura la realidad que ahora mismo vive esta familia cubana.
"Nuestra casa no es más que dos habitaciones muy pequeñas, con techo de fibrocem a dos metros de altura, sin ventilación, agua, contador ni espacio para ampliarla. Convivimos en total hacinamiento, bajo la humedad y el calor extremos, condiciones que los especialistas indican suprimir de inmediato para evitarle complicaciones", lamenta en su misiva la madre, de origen campesino y maestra de profesión.
Según la queja publicada por Vanguardia, en noviembre del 2018 acudió al departamento de Atención a la Población del Consejo de Estado, donde se le indicó que se presentara en la Asamblea Provincial del Poder Popular de Villa Clara para ser atendida directamente la funcionaria Tania Hernández.
Sin embargo, luego de proceder de la manera orientada y haber planteado su solicitud en esa instancia provincial, transfirieron su caso nuevamente, esta vez a la Asamblea Municipal del Poder Popular (AMPP) de Remedios.
“Tuve despachos con el presidente de la AMPP en diciembre y en enero; en febrero visitó nuestra vivienda y nos garantizó que priorizaría el caso. En mayo y en julio me dijo lo mismo. En el despacho de septiembre la vicepresidenta de Inversiones me explicó sobre la posibilidad de que se nos pudiera habilitar como vivienda un local estatal en desuso, lo cual quedó descartado en octubre, pues en Buenavista no existe ningún inmueble disponible y que, por tanto, se me aprobaría un subsidio”, narra Díaz Córdova.
Sin embargo, la posibilidad de subsidiarle la construcción o ampliación de su vivienda también quedó descartada un mes más tarde, cuando la afectada volvió a verse en el mismo punto donde comenzó su vía crucis: “Para noviembre, me dijeron que no había dinero para subsidios en el municipio, que mi caso sería valorado luego en la comisión”, rememora.
La carta enviada por Dunia no pretende denigrar, e incluso en el comedimiento y enfoque que le impregna a sus letras puede advertirse la desesperación que la embarga: “Soy una maestra y madre de un niño enfermo con cáncer que, gracias a la Revolución, tiene un tratamiento totalmente gratis con protocolo del Primer Mundo”, pero acto seguido suplica:
“Por favor, evalúen mi caso más allá de mirarme a la cara y decirme que sí nos van a resolver, aunque sigan pasando los meses y no suceda nada”, concluyó.
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