Vive en los campos de Cuba un ave que se conoce como el Solitario Cubano o Ruiseñor. Su nombre científico es Myadestes elisabeth y es una especie endémica de la Mayor de las Antillas.
Fue descrita por primera vez en 1850 por Juan Lembeye Lartaud, naturalista y ornitólogo de origen gallego, en su obra “Aves de la Isla de Cuba”. Lo nombró Myadestes porque esta palabra de origen griego significa que come moscas y Elizabeth por evocar a una mujer.
El “Cuban Solitaire”, como se le conoce en inglés, está considerado por los ornitólogos como el más hábil de los pájaros cantores cubanos. Su canto no se parece al del Ruiseñor Europeo ni al del sinsonte, al cual supera con excelente maestría vocal.
El ruiseñor cubano pertenece a la familia de los Turdidae del orden de los passeriformes. Dentro de esta familia existe una diferenciación interesante, las especies menos coloridas son las de más bello canto.
Así ocurre, por ejemplo, con el sinsonte, la fermina y el ruiseñor, cuyo plumaje puede ser gris carmelita o gris oliva en las partes superiores del cuerpo, mientras en las inferiores tiene un tono gris claro a blanquecino en la garganta y el abdomen.
El ruiseñor cubano está considerado “reina de las aves cantoras” por su tono melodioso. Es de pequeño tamaño, llega a medir 190 mm de longitud, pero proyecta muy bien su canto.
Es muy difícil de diferenciar si es hembra o macho porque ambos tienen los mismos colores. Anidan en las laderas montañosas, por lo general ponen hasta 3 huevos y construyen nidos con forma de copas. Se alimentan de insectos y lombrices.
Las mayores poblaciones se localizan en la Cordillera de los Órganos, en Pinar del Río y en la Sierra Maestra, al oriente del país. En la Isla de la Juventud existía una subespecie que no ha vuelto a verse desde 1905, por lo que se le considera extinta.
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