Cuba está empeñada en conseguir la liberación del expresidente brasileño Luis Ignacio “Lula” da Silva para intentar paralizar las investigaciones sobre el escándalo Odebrecht, que salpican a Raúl Castro y a su ex yerno Luis Alberto Rodríguez López-Calleja, principal gestor de ese proyecto del lado cubano.
Hasta ahora, La Habana ha conseguido sortear los roces tangenciales que ha sufrido en el mayor escándalo de corrupción que ha afectado a muchos gobiernos de la región y que provocó el suicido del ex presidente peruano Alan García. Pero el tardocastrismo no duerme tranquilo con su aliado Lula en la cárcel, con fiscales y policías husmeando en las tripas de Odebrecht, y el presidente Bolsonaro mandando.
Este sábado, en otra representación baldía, el régimen entregó, en La Habana, a la presidenta del Partido de los Trabajadores (PT) de Brasil, Gleisi Hoffmann, casi 2 millones 62 mil firmas de cubanos que piden la excarcelación del ex mandatario brasileño, en ese estilo habitual de la izquierda sectaria de pretender violentar las leyes con hechos consumados.
Ateniéndonos a la cifra oficial de firmas, solo un 18% de los cubanos apoyaría la salida de la cárcel de Lula, aunque no es descartable que la cifra suba en meses sucesivos porque la campaña gubernamental llegará a todos los rincones de la isla, como si la excarcelación del ex mandatario brasileño fuera una cuestión de vida o muerte para los cubanos, cuando solo es importante para la guara de Raúl Castro Ruz.
Documentos sobre la ejecutoria de Odebrecht en Cuba, indican que, entre 2010 y 2015, el grupo empresarial brasileño realizó pagos irregulares vinculados con la construcción del nuevo puerto del Mariel y la modernización de dos aeropuertos por un importe total de 9 millones 340 mil dólares. La operativa de esos pagos ilegales fueron instrumentalizadas por la constructora con sociedades pantallas y fueron ocultados al fisco brasileño realizando los pagos desde Suiza, aunque dejando rastro en ficheros encriptados de una contabilidad paralela, conocida como Drousys.
Los investigadores encontraron en Suiza el registro de un pago de 8 millones 440 mil dólares con la clave “Conquista del puerto de Mariel, Cuba”, una anotación que aparece en Inglés en la contabilidad opaca del grupo brasileño. Cara conquista, aunque el apunte no aclara si todo ese dinero fue a parar a manos castristas o si una parte acabó también en manos de facilitadores brasileños.
Las pesquisas de las autoridades brasileñas también hallaron apuntes que consignan el pago de otros 900 mil dólares norteamericanos, identificado como “Cuba. Programa 2013”. Sorprende el hábito de algunos izquierdistas de cobrar las mordidas en la moneda de su principal enemigo.
Pero ese no sería el único daño a la economía socialista que La Habana dice defender, pues en el caso del macro proyecto de Mariel, las obras gestionadas por la filial de Odebrecht, Compañía de Obras e Infraestructuras, no cumplieron las exigencias del proyecto y Cuba tuvo que recontratar modificaciones y proyectos complementarios con empresas vietnamitas, pese a que ha costado más de 800 millones de dólares, que aún se deben, y a que la isla cuenta con personal especializado en la ejecución de infraestructuras portuarias.
Como la historia del puerto del Mariel es un suma y sigue, en agosto de 2009, el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) de Brasil entregó a Odebrecht 43 millones de dólares norteamericanos para la reconstrucción y ampliación de la Autopista Nacional de Cuba, obra que iba a ejecutarse en asociación con la empresa estatal cubana Transproy, subordinada al Ministerio de Transportes; pero de ese dinero ni un céntimo llegó a las 8 vías, porque fue desviado a las obras del macropuerto en la costa norte de La Habana.
Este desvío monetario quizá sea una de las causas del alto número de accidentes viales que asolan las carreteras cubanas, provocando muertes, heridos y pérdidas materiales. En Cuba, ocurre un accidente cada 55 minutos, fallece una persona cada 15 horas y hay un lesionado cada una hora y 15 minutos, mientras la tasa de mortalidad por choques y vuelcos de vehículos es de poco más de seis por cada 100 mil habitantes, informó el coronel Roberto Rodríguez Hernández, Jefe de la Dirección de Tránsito, en una rueda de prensa reciente.
Curiosamente, el coronel Rodríguez destacó dos elementos sobre la siniestralidad en vías cubanas: la causa principal son errores humanos y que han disminuido los accidentes entre enero y octubre de 2019 respecto a igual periodo de 2018. Ni una sola referencia al mal estado de las vías urbanas y rurales.
Marcelo Odebrecht, presidente de la compañía, declaró a los fiscales brasileños que el entonces presidente Lula y su ministro de Desarrollo y Comercio Exterior, Fernando Damata Pimentel, desempeñaron un papel crucial en lograr que la expresidenta Dilma Rousseff aprobara “créditos de riesgo para Cuba” con condiciones ventajosas, incluyendo bajas tasas de interés y un cronograma de pago durante 25 años.
Durante un cuarto de siglo, los cubanos soportarán una deuda con Brasil, que ha servido para hacer un puerto mal hecho, pese a los anuncios de Raúl Castro, que cual vaso de leche, pronosticó que Mariel sería un polo de desarrollo, pero un quinquenio después de inaugurado sigue con escasa actividad empresarial y naviera, aunque ya sabemos que la culpa es de Donald Trump.
Los nervios de La Habana se explican porque sabe que el nuevo puerto del Mariel es una obra chapucera, cara y salpicada por la corrupción y su reacción desmesurada obedece a la vieja táctica de construir una cortina de humo ideologizada, movilizando a la población empobrecida en nombre de la solidaridad.
El macro puerto del Mariel es una oportunidad de oro para Miguel Díaz-Canel Bermúdez y su equipo de ajustar cuentas con el General de Brigada Luis Alberto Rodríguez López-Calleja y demás implicados en ese gran fraude que es la terminal marítima más cara del Caribe; sino por la corrupción, por su inoperancia y por los reclamos del BNDES de que Cuba pague la deuda contraída para hacer la “obra más grande la revolución” en medio siglo, como alardeó Raúl Castro Ruz.
¿Cuántos ingresos ha aportado a Cuba la nueva infraestructura?
Hasta la pasada primavera, operaban en Mariel un total de 20 empresas, de las que 5 son cubanas, 9 extranjeras, 5 mixtas y una entidad bajo la modalidad de Asociación Económica Internacional. Otras 23 empresas extranjeras se encuentran en la fase de “proceso de inversión”, ahora dificultado por la crisis económica y financiera de la isla y por las restricciones del gobierno norteamericano.
Resulta complicado obtener una cifra real de negocios en Mariel porque algunas de las empresas extranjeras acreditadas allí, principalmente las más grandes, no suelen presentar sus cuentas desglosadas, otras publican cifras de ventas, no de inversión y el resto no publican sus resultados.
Fuentes cubanas hablan de mil millones de dólares norteamericanos hasta la fecha que, repartidos en cinco años, arrojarían una cifra de 200 millones USD anuales, pero no discrimina entre inversión, ventas y ganancias; hablando solo de volumen de negocios.
La perversa manía castrista de poner en manos de militares la gestión de la economía, ahora camino de la dolarización, ahondará el empobrecimiento de los cubanos y seguirá concediendo a la casta verde oliva un poder supraestatal para el beneficio privado de los elegidos. Rara democracia socialista en que pasan esas cosas y donde los uniformados han demostrado que no son más capaces que los civiles en la realización de negocios, aún cuando disfruten de todo el poder que les concede Raúl Castro Ruz; mientras viva.
Díaz-Canel ha conseguido desmilitarizar los Consejos de Estado y de Ministros, la economía sigue oliendo a cuartel.
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