La popular Finca de los Monos, en La Habana, está siendo sometida a una intensa remodelación, con atracciones que incluyen árboles parlantes y simios articulados –haciendo honor a su nombre– que ambientarán sus áreas exteriores.
El proyecto, dedicado al aniversario 500 de la ciudad, combina las nuevas tecnologías con otros espacios recreativos pensados fundamentalmente para los niños, como la recreación de un batey indígena.
De tal forma, los visitantes podrán encontrar allí un tren, un avión y un yate a tamaño real, todos con simuladores que darán la posibilidad de manejarlos virtualmente, además de cafeterías, restaurantes y una zona para fiestas.
Según Iván Barreto, director de la Empresa de Informática y Medios Audiovisuales (Cinesoft), a cargo de las obras, el avión es un ATR que perteneció a Cubana de Aviación, y tendrá en su interior una heladería, y dentro del tren estará la “casa del pan”.
“Hemos convertido toda la Finca en un gran juego, con diferentes áreas temáticas, para que los niños puedan disfrutar de todos los espacios desde que ingresen a la instalación”, subrayó.
Otro de los juegos a disposición de los más pequeños consistirá en una especie de búsqueda arqueológica, con elementos que estarán enterrados en el parque.
La casa principal del lugar, el castillo ecléctico donde residía Rosalía Abreu, fundadora y dueña de la Finca, contará con un cine 3D y otro 12D —que además de la imagen transmite al espectador sensaciones, como movimiento y olores—, un aula de idiomas, un área de robótica, un simulador de tiro y un cibercafé.
Por otra parte, en los alrededores del lugar habrá un pequeño campo de golf, un área de observación de aves, un parque hecho de gomas recicladas y un área para “bailoterapia”.
El centro estará abierto de martes a domingo. Entre semana funcionará como palacio de pioneros en el horario matutino, y por las noches abrirá al público con actividades culturales y recreativas.
La Finca de los Monos, situada en el reparto Palatino, en el municipio del Cerro, se construyó en 1906, y fue bautizada como La Quinta de Las Delicias.
Su antigua propietaria era una mujer acomodada y dedicada a la filantropía la convirtió en el primer zoológico de Cuba, tras concentrar allí aves, mamíferos y reptiles, muchos traídos de Asia y África.
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