Preocupación entre los cubanos por el dengue: ”Está que da al pecho, aunque no se publiquen las cifras”

A pesar de que las autoridades del Ministerio de Salud Pública han reconocido la existencia de elevados índices de infestación por mosquito en todas las provincias de la isla, se niegan a hablar de “epidemia” o de “números de muertes” mientras no pocos cubanos desconfían del sistema de vigilancia y control .

Basura y aguas albañales en Santo Suárez © CiberCuba
Basura y aguas albañales en Santo Suárez Foto © CiberCuba

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Este artículo es de hace 5 años

“Hay gente muriéndose de dengue en Cuba, pero no quieren que la población se siga alarmando y nos tienen prohibido hablar del tema”, dice Lauren, una estudiante de Medicina que tiene que hacer pesquisajes de lunes a viernes una o dos veces al mes.

La joven residente de Boyeros, La Habana, indica que “apoyamos a los policlínicos y buscamos casa por casa si hay alguien con fiebre, pero las personas se esconden para no ingresarse en un hospital o nos atacan porque opinan que deberíamos preocuparnos más por acabar con la basura que es de lo que más enfermedades provoca”.


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Basura en Santo Suárez / CiberCuba

A pesar de que las autoridades del Ministerio de Salud Pública han reconocido la existencia de elevados índices de infestación por mosquito en todas las provincias de la isla, se niegan a hablar de “epidemia” o de “números de muertes” mientras no pocos cubanos desconfían del sistema de vigilancia y control que supuestamente permite la identificación, el estudio y el seguimiento de los sospechosos y/o los confirmados de cada caso de arbovirosis (virus transmitidos por mosquitos).

De acuerdo con lo que explica a través del teléfono Andy, habitante de la ciudad de Ciego de Ávila, “lo más preocupante es que están apareciendo focos de mosquito donde nunca habían existido. La situación es sumamente peligrosa. Los hospitales no dan abasto y las infecciones siguen aumentando. Incluso hay escuelas colmadas de pacientes.

Agua estancada en las calles de Santo Suárez / CiberCuba

“Lo que están haciendo hace unas semanas es mandar a los pacientes para su casa con los pasos a seguir para auto tratarse y auto vigilarse. Lo quieran admitir o no, el número de pacientes aumenta diariamente”, acota el profesor universitario.

Según confirma un usuario de Cubadebate, “ahora la nueva medicina es sales de rehidratación y, aunque les parezca cómico, jugo de guayaba. Cuando se detecta un caso fumigan solo siete casas, la del enfermo y tres a la derecha y tres a la izquierda. ¿Motivo?: no hay combustible. También se han registrado varios muertos en los hospitales provinciales de Ciego de Ávila y Morón. Vayan e investiguen, hagan un poco de periodismo ciudadano (…) y no intenten tapar el sol con un dedo”.

Recientemente la Organización Panamericana de la Salud activó una alerta epidemiológica en América Latina por considerar al dengue como una amenaza para la salud de una región, en la cual el 70% de la población vive en condiciones propicias para la trasmisión de esa enfermedad. A tenor con la entidad, en lo que va de 2019 se han registrado más de dos millones de casos de dengue, un saldo que no se alcanzaba desde 2016.

Si bien Brasil, Colombia, Guatemala, Honduras y Nicaragua se encuentran entre los países más afectados por el virus transmitido por el mosquito Aedes aegypti, se extiende la preocupación porque “en Cuba el dengue está que ‘da al pecho’, aunque no se publiquen las cifras hay miles de casos”.

En palabras del ingeniero químico Rey, de 48 años, “la estrategia de hospitalizar a todo sospechoso de portar una arbovirosis ahuyenta a las personas. Esa política ha hecho que hoy sea imposible saber cuántos casos de dengue, zika o chikunguña hay realmente en el país porque hay muchas infecciones que no se cuentan porque no se confirman.

“Los propios médicos de la familia te dicen: ‘Ni digas que tienes fiebre o tendré que mandarte a ingresar. Pero, si te preguntan, yo no he dicho nada’. No pocos somos los cubanos que creemos que las medidas son extremistas y esa es la razón de que no acudamos al hospital, sino que nos quedemos en la casa haciendo reposo debajo de un mosquitero hasta que se nos pasen los síntomas.

“Al ser masivos los ingresos hospitalarios, las condiciones higiénico-sanitarias de las instalaciones de salud, que antes ya eran malas, se han vuelto pésimas y uno no quiere tener que sufrirlas. Ya yo pasé por un ingreso por dengue una vez y no vuelvo a hacerlo ni tampoco ninguno de mis hijos o mi esposa.

“Sé que los síntomas clásicos son la fiebre alta y los dolores en ojos, articulaciones, extremidades y cabeza, pero prefiero pasarlos en la seguridad de mi casa que un hospital sucio donde apenas entra el agua, los colchones son finos y deteriorados, el calor es insoportable y la comida, un asco.

“Además, uno tiene que dormir allí con un ojo abierto y otro cerrado porque las pertenencias personales de los pacientes desaparecen con tremenda tranquilidad. Allí no regreso ni amarrado”, asegura el residente de Centro Habana.

De igual forma, afirma la peluquera Raquel, “creo que mientras no se fumigue constantemente no se controlará al mosquito. El dengue, como el caracol africano, anda por donde quiera y lo más triste es que la ‘lucha’ anti vectorial ha disminuido tremendamente. La fumigación para acabar con las larvas es casi nula y ni siquiera se toman las suficientes medidas sanitarias.

“Seguimos haciendo todo mal y así jamás acabaremos con el dengue. Creo que nadie se ha detenido a calcular lo que le cuesta al país intentar exterminar al Aedes aegypti. El dinero se está malgastando porque el escenario se vuelve más oscuro en la medida en que crece la indolencia y la basura se amontona en cada esquina.

“Es evidente que no se fumiga como antes porque falta combustible, pero también interés. La situación epidemiológica sigue igual o peor porque no se hace nada. Tengo a mi nuera y a mi sobrina con dengue y no se ha reportado ni un fumigador, ni un doctor o enfermero a mi casa. Lo único seguro es que pronto lo cogeré yo”, indica la trabajadora privada.

A tenor con Marta, vecina de Quivicán, Mayabeque, “en la casa vivimos siete personas y tres ya hemos pasado por el dengue. Lo sabemos porque tuvimos la erupción que sale ya al pasar la enfermedad. Decidimos no acudir al médico, como otros conocidos, a menos que existiera algún síntoma de hemorragia. Lo que más tuvimos fue fiebre, náuseas y vómitos. Estuvimos sin querer ni comer durante casi una semana.

“Ahora plantean que si no hay focos no fumigan, pero lo más absurdo del mundo es fumigar cuando ya el problema existe, lo que hay que hacer es prevenirlo. A veces nadie reporta los casos y, por tanto, nunca se hacen el saneamiento ni la fumigación debidos. Nadie ha ido a mi vivienda ni a la de los vecinos de la cuadra a inspeccionarla ni fumigarla. ¿Es que tiene que morirse alguien para que hagan algo?

“Los mosquitos están haciendo olas. Ni llevando las 24 horas del día un pomo de repelente uno puede quitárselos de encima. Están por dondequiera y tienen el tamaño de los caballos”, apunta la ama de casa de 51 años.

La doctora Ileana considera que “no hay un control estricto del dengue porque hay falta de gestión y de información local. Se está creando una crisis de salud justamente porque aún hay bastante calor y lluvias, que es lo que hace que proliferen las enfermedades contagiosas y los vectores que las propagan.

“A la población le toca una parte de la culpa por irresponsable, pero también el Estado ha sido negligente. No solo hay que focalizar al mosquito y los síntomas que provoca, sino acabar con la absoluta falta de saneamiento que existe en toda la isla. Los principales enemigos de Cuba no están fuera sino dentro del país.

“Ni la fumigación ni la detección, el aislamiento y el cuidado de los pacientes, podrán erradicar el dengue mientras el país no erradique los criaderos en campos y ciudades y elimine las indisciplinas sociales que van desde la tenencia de depósitos de agua sin tratamiento hasta la crianza ilegal de animales domésticos. Hay que hacer un uso correcto de la ley”, acota la especialista.

Al respecto, señala Osvaldo, propietario de una cafetería, que, en su comunidad, ubicada en Habana Vieja, “ha habido familias enteras con dengue y algunas personas a las que les ha dado dos o tres veces la enfermedad. El problema persiste porque no se hace nada por solucionarlo y en los últimos días se ha intensificado.

“No solo no se han tomado medidas preventivas ni de contención, sino que no se tiene en cuenta que hay portadores de la enfermedad sin síntomas ni signos, personas que no van al médico porque no se sienten nada y otros que, a pesar de que pueden ser acusados de propagar epidemias, como establece el código penal cubano, se niegan a dejarse estudiar para saber si está enfermo o no”, concluye el cuentapropista de 37 años.

Por otro lado, los mayores índices de infestación del mosquito normalmente se registran entre septiembre y noviembre.

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