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Supongo que no soy el único cubano que ha lamentado la pasividad de sus paisanos, que no acompañaron en las calles a UNPACU y a Cuba Decide, en su convocatoria de marcha pacífica por la libertad y la democracia.
Pero, más que la displicencia popular, encuentro vergonzante y cobarde el silencio de ustedes: el resto de los líderes opositores disidentes. Salvo alguna excepción, ni siquiera le han dado apoyo en las redes a Ferrer.
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Duele que se haya perdido otra oportunidad de que toda la oposición tuviera una sola voz y respondiera como una piña a un llamado por la libertad de Cuba, cualquiera fuera su promotor. ¿No es lo que venimos intentando hace 60 años?
Duele que se haya perdido otra oportunidad de que toda la oposición tuviera una sola voz y respondiera como una piña a un llamado por la libertad de Cuba, cualquiera fuera su promotor
Me preocupan los motivos por los que esto no ha ocurrido, porque trascienden a la fría impopularidad de Ferrer y a su controvertido proyecto político.
No es la indiferencia lo que ha hecho fracasar su convocatoria: es el divismo que se está comiendo por un pie a sus homólogos, sus egoísmos cada vez más sectarios, el afán de apropiarse del protagonismo de la lucha por la patria a cualquier precio.
Es ese "caudillismo mambí" trasnochado que poco a poco se está haciendo tristemente común entre los dirigentes de la oposición interna cubana. Pero ninguno de ustedes es Maceo, ni de lejos.
Para el pueblo cubano, no es hora de escoger a uno entre sus líderes, sino de sentirse arropado por ellos cuando llega el momento. Y este domingo era ese momento.
Para el pueblo cubano, no es hora de escoger a uno entre sus líderes, sino de sentirse arropado por ellos cuando llega el momento
Debió salir toda la oposición, codo con codo a la calle junto a Ferrer. Habría sido un mensaje hermoso y esperanzador para los cubanos de la isla y los de fuera, y una señal muy positiva para la comunidad internacional, que nos ha dejado a la deriva, porque nos siguen viendo como un pollo sin cabeza, con veinte proyectos de Patria libre diferentes y todos sin respaldo popular.
Pero ustedes han dejado a Ferrer solo en la calle y sin apoyo, ni siquiera moral, al pie de los leones.
Cobardes.
Ya no creo en los estatutos de sus organizaciones, que buscan presuntamente la unidad y el diálogo; es letra escrita sobre hielo. Cuando hace falta demostrarlo, como este 8 de septiembre, guardan silencio y dan un paso atrás.
Es más cómodo sentarse en casa, a ver en las redes, cómo sacan a Ferrer por el techo de las calles de Santiago.
Miserables.
Ferrer no es mi dirigente opositor favorito, disiento sustancialmente de él en numerosas cuestiones políticas e ideológicas, de forma y de fondo, y probablemente nunca seamos amigos.
Pero su convocatoria era auténtica, valiente y necesaria, y yo aplaudo y apoyo a todo el que haga algo por la libertad de Cuba, poniendo en riesgo su vida. No me importa a qué formación opositora pertenece, si está haciendo lo que hay que hacer.
Aplaudo y apoyo a todo el que haga algo por la libertad de Cuba, poniendo en riesgo su vida. No me importa a qué formación opositora pertenece, si está haciendo lo que hay que hacer
Lo hacen todos los días centenares de militantes de base de otras formaciones opositoras por toda Cuba, pero a sus dirigentes, -exceptuando a Berta Soler-, se les ve poco en la calle.
Se les ve más en los aeropuertos, en los eventos internacionales y en las redes, haciendo directas, para denostar a un tránsfuga que se ha cambiado de bando.
Frívolos.
Tampoco soy afín a la línea política de Cuba Decide, no comparto su proyecto de plebiscito vinculante negociado con el gobierno, ni su “voto no” en el reciente simulacro de referéndum. Pero esas son cuestiones menores que no toca ahora discutir. No pueden desviarme de lo único que con toda seguridad nos une: todos queremos una Cuba libre.
UNPACU y Cuba Decide habían convocado a los cubanos a exigirla en las calles, ¿por qué el resto de los dirigentes de la disidencia no les ha acompañado? ¿"Diferencias de puntos de vista" o inquinas personales?
¿Cómo se puede esperar que toda la Cuba opositora se tiñera de amarillo esa mañana, si sus líderes estaban sentados en short chateando en sus casas?
Estoy harto de tanta directa proselitista inservible, harto de los viajecitos a dictar conferencias, a recoger premios y a soflamar en el congreso de los Estados Unidos, harto de que hablen siempre solo en nombre de sus formaciones y no en el de todas.
Estoy harto de ustedes.
Que sepan que lo de este 8-9 no ha sido un parón, sino un gran paso atrás en nuestra lucha por la libertad, y ha sido por culpa de ustedes.
Daba igual que se celebrara o no la marcha, solo el apoyo tácito de ustedes a los convocantes, nos habría enviado una señal optimista y de confianza en sus liderazgos. Pero no han sabido verlo.
No son solidarios, no les importa realmente la libertad de Cuba, y menos, la unidad entre los que la pretendemos. Van tras sus proyectos políticos personales propios, se defecan en los militantes de base de sus organizaciones, los que se juegan la vida todos los días en las calles, poniendo en peligro a sus familias, exponiendo a sus hijos al escarnio, perdiendo sus trabajos y terminando en la cárcel.
Este domingo ustedes les faltaron el respeto a todos ellos.
El fracaso de la convocatoria de Ferrer, no solo denota la pasividad y el conformismo de los millones de cubanos que prefirieron “no meterse en candela”.
No los culpo, quizás imaginaban lo que finalmente ha ocurrido. Mañana hay que ir a trabajar y la presidenta del comité, no ha muerto; ¿para qué complicarse en algo que no servirá para nada y nos buscará un problema?
Es un pensamiento primitivo, elemental y poco patriótico, cobarde, si me apuras, pero de aplastante sentido común y elemental supervivencia.
Eran ustedes, dirigentes opositores de cartón, quienes debían haber estado junto a Ferrer esa mañana, o en sus barrios, o al menos con un mensaje de solidaridad virtual, que era solo un clic. Era suficiente para que el pueblo viera que la oposición, al fin estaba unida en lo esencial. Qué triste es comprobar que no lo están.
Esa foto de todos juntos, que nunca se produce, es la que puede sacarnos de la inopia y del inmovilismo en que vivimos desde hace más de medio siglo. Pero ninguno de ustedes la quiere. ¿Será que va muy bien el negocio de ser eternamente líderes disidentes?
El castrismo se sigue frotando las manos, ante tanta estulticia.
Yo sigo creyendo en la libertad de Cuba y seguiré luchando por ella desde mi humilde trinchera de acción, contra la polvorienta y tóxica trinchera de ideas de la revolución.
Y seguiré esperando a que ustedes, dirigentes de palo, entiendan por fin lo que necesitamos los cubanos, a los que dicen representar.
Dejen a un lado sus egos miserables, levanten los teléfonos y pónganse de acuerdo de una puta vez.
De lo contrario, los prefiero lo más lejos posible de las cosas de la patria; no quiero que el castrismo siga siendo continuidad, y ustedes no ponen de su parte para evitarlo.
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