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Dos novelas de Radio Progreso, en estos momentos en proceso de grabación, cuentan con la voz de una de las artistas más carismáticas de la cultura cubana.
Televisión, radio, teatro han contado con su presencia y disímiles papeles ha representado esta camagüeyana de pura cepa que pasará a la historia por su protagónico en el programa televisivo infantil La Sombrilla Amarilla.
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Por supuesto, no puede ser otra que Norma Reina Morales, la Marcolina de todos, no sólo de niños, pues todos la disfrutamos al igual que al resto de un elenco irrepetible, único.
¿Qué me dices de las novelas que grabas actualmente, estás contenta con tus papeles?
“Contentísima. En Sofía de los Presagios, novela nicaragüense, interpreto a Gertrudis, la amiga de la protagonista; y en la otra, que ocupará el legendario espacio de la novela cubana, soy la muchacha que reparte la tablilla a los actores. Estoy emocionada con esa puesta pues trata de lo que es Radio Progreso por dentro, homenajeando el aniversario 90 de la emisora.”
Ya que hablamos del presente, ¿por qué no echar la vista hacia atrás e ir a los comienzos de esta mujer siempre sonriente, siempre amable, siempre dispuesta a ayudar, y a la vez con un gran carácter que define su personalidad?
“Como bien dijiste, yo soy una camagüeyana de Esmeralda que en el pasado mes de marzo cumplí 61 años. Somos tres hermanos, hijos de Francisco y Ana Luisa; tengo una hija y un nieto, Naomi y Romeo que viven en Las Vegas, Estados Unidos.”
¿Qué recuerdas de aquella infancia? ¿Influencia de tus padres?
“Pues, fíjate, mi mamá me enseñó la fortaleza que hay que poseer para ir adelante, cumplir tus metas, tus propósitos; sin límite alguno. Ellos no eran religiosos. Jajaja. Ahora yo soy la espiritual, creo en la meditación, los chacras, la reencarnación. Soy religiosa a mi manera.
“Siempre fui muy tímida. Me gustaba, quería ser actriz pero mi timidez lo impedía. ¿Quieres que te diga algo? Sigo siendo tímida. Me llamaban a formar parte de actividades en la escuela y me ponía muy nerviosa.”
Y ¿cuándo se fue el miedo?
“En la Secundaria Básica, ya con 15 años, vinieron captando talentos para la ENA (Escuela Nacional de Arte) y asistí a la prueba de improvisación.
“¿Sabes por qué lo hice? Porque era una de esas épocas en que prácticamente había que ir 'obligada' al Destacamento Pedagógico y yo detestaba ser maestra (actualmente me gusta pero sólo de actuación).
“Me lancé ciegamente a esa prueba de improvisación. Yo jugaba con mis amiguitas a ser actriz, todas actuábamos. Nos disfrazábamos con grandes hojas de malanga. Nos escapábamos de la escuela para ir al cine y después tratábamos de reproducir escenas vistas en las películas”.
Cuando tu mamá se enteraba de esas fugas, ¿qué pasaba?
“¡Muchacha! Ella nunca se enteró; si no me hubiera matado, jajaja.”
El rostro de la aún muy joven Norma Reina se ilumina. A través de sus expresivos ojos puedo observar aquellos pasajes de su vida que en un minuto inundan su cerebro, esas travesuras que nunca se olvidan, ese amor permanente hacia los que nos dieron la vida.
“Con 15 años entré en lo que pudiera ser considerado como una sucursal de la ENA en Camagüey que se llamaba Escuela Provincial de Arte, donde además habían estudiantes de música y ballet.
“Así las cosas, a los dos años, a los de arte dramático los enviaron para La Habana; aquí me gradué y luego aprobé los exámenes para entrar en el ISA, pero tras tres meses fui llamada por mi provincia para cumplir con el Servicio Social como actriz. Al final, ¡nunca! pude concluir con mis estudios del Instituto Superior de Arte”.
Pero eso es ilógico, podías haber hecho el servicio social tras graduarte en el ISA.
“De eso nada, fui obligada a regresar, entré a trabajar en el Conjunto Dramático de Camagüey, de ahí pasé a Radio Cadena Agramonte, que representó una gran escuela actoral. La radio fue mi gran escuela, debo reconocerlo, tanto de actriz como locutora.
La radio fue mi gran escuela, debo reconocerlo, tanto de actriz como locutora.
“Además hice cabarets como actriz, por ejemplo, la Trilogía del bufo, en la cual Osvaldo Rojas, el papá de mi hija, hacía de Negrito, ese tremendo actor que es Héctor Echemendía, el Gallego, y la mulata que era yo.”
Una rubia en el papel de mulata.
“Rubia ahora niña, además Osvaldo tampoco era negrito. Fueron muy buenos momentos, nos acogían con mucho beneplácito. Por si eso fuera poco, impartí clases de actuación en la Escuela de Superación a músicos.”
¿Por qué no regresar al ISA?
“Sencillo: después de trabajar y ganar tu dinero, es muy difícil acostumbrarse al régimen de estudiante becada, ya que no tenía una casa donde quedarme en La Habana. Esto que te acabo de narrar transcurrió entre mis 19 y 30 años, o sea, del 1977 hasta 1988, año en que vengo a residir a la capital. En ese momento ya tenía a mi hija nacida.”
¿A dónde vienes a vivir?
“A esta misma casa donde estamos conversando, en la céntrica calle Infanta frente por frente a Radio Progreso. Aquí vivían dos tíos míos que ya estaban muy viejitos y me necesitaban. ”
¿Qué fue lo primero que hiciste?
“Empecé a hacer cabaret en Pinomar, Playas del Este. De ahí me hicieron propuestas para los hoteles Habana Libre, Capri, Vedado. En todos los casos haciendo de mulata. Con este bufo estuvimos en Cancún cuatro meses, mi esposo y yo. Para poder cumplir ese contrato, necesité el apoyo de mi mamá para cuidar a mi hija y los tíos. Pero valió la pena, pues fue una gran experiencia la vivida por tierras aztecas.
“Yo le estoy muy agradecida al cabaret no obstante, a mí no me gusta. Es muy difícil, me hizo perder casi totalmente mi timidez, mi miedo escénico, lo reconozco, pero prefiero otros medios.
“En total estuve haciendo cabaret tres años, hasta que la niña cumplió ocho y me dije: 'no hago más cabaret, no me gusta' y salté para Radio Cadena Habana, que en aquel tiempo estaba en Marianao.”
¿Te despediste de los cabarets, así de ram pam pam?
“Congenié los dos medios mientras pude pero decidí por la radio a pesar de ganar poco haciendo Estampas (breve reseña de lugares históricos de la entonces Habana Campo y la capital), espacio que salía entre programa y programa de Radio Progreso.
“De esa forma, un conocidísimo director de la radio, Manuel Mazorra, me escucha y me trae para Radio Arte y Radio Progreso, donde proseguí mi vida como actriz haciendo las novelas que caracterizan a esta emisora.”
¿Guardas algún buen recuerdo de esa época?
“El mayor recuerdo en la radio en todos los tiempos fue el premio de actuación que recibí en Camagüey por una versión que hicimos en la emisora provincial de la película Amada. Yo interpretaba a Amada. Fue algo muy emocionante, muy reconfortante.
“Pero además en muchos de los Festivales Nacionales de la Radio he sido galardonada. No me preguntes por cuáles interpretaciones porque soy muy olvidadiza y no las recuerdo. Son bastantes, créeme. Además he sido jurado en algunos de esos Festivales.”
Y como locutora, ¿tienes algún momento especial?
“Algunos, pero especial fue cuando trabajé en Radio Taino en el programa Estar Contigo que salía al aire entre 9 y 11 de la noche, gracias a la invitación que me realizara su director Ismael Rensolis.”
Hemos hablado de tus primeras dos décadas de vida artística y solo has hecho referencia a tu trabajo en la radio.
“Yo siempre me mantuve en la radio, hasta hoy, y en la tele debuto por los años 80 con algunos teleplays, puestas en pantalla como El eco de las piedras (Sira, la dueña del burdel), Si me pudieras querer (la chismosa Carola), Doble juego y por encima de todas, Para el año que viene, legendaria novela que salió al aire en 1993, protagonizada, entre otros, por Maritza Rosales, Aurora Pita, Luis Alberto García, Tony Cortés, Bárbaro Marín, Nancy González, Broselianda Hernández, todos dirigidos por Yaqui Ortega y Héctor Quintero.”
¡Y cómo para olvidar aquel novelón! Un elenco de super lujo, un guion espectacular y una dirección fuera de liga.
¿Y qué papel encarnaste tú?
“Te cuento que la actriz designada para interpretar a una prostituta no podía hacer el papel, y Nancy (González) le propone a los directores que me vieran y en cuanto lo hicieron, me aceptaron . Así comencé yo mis avatares en las ligas mayores de la televisión, que concluyeron hasta el momento cuando viajé a Estados Unidos en el 2008 para ayudar a mi hija, al igual que mi madre hizo por mí.
“Naomi se embaraza, pare un bebé prematuro y me necesitaba. Para mí la familia es lo principal. Mi hija y mi nieto son junto a mi actual esposo, Titico (José Antonio Tenreiro) la razón de ser de mi vida.
“No dudé en sacrificarlo todo, mi profesión, mi trabajo por el bien de mi hija. Y ahora voy y vengo, cumplo con Titico y con Naomi y Romeo. Como te dije al inicio de la entrevista, me reincorporé a mi amada radio, además de las novelas he hecho estampas radiales en Radio Arte”.
¿Y la tele?
“Bueno, ya hice un papel en el gustado programa que dirige Marilú Macia Cuando una mujer y escucho cualquier proposición para actuar en ese importante medio”.
En la televisión de adultos, a pesar de no haber interpretado un protagónico, todos te recuerdan. ¿Cuál es el papel que más te ha gustado?
“Carola, la chismosa del solar en Si me pudieras querer, que es recordado por mí con doble satisfacción pues estando al aire esa novela, me llaman para hacer el programa infantil por el que tantos cubanos me recuerdan: La Sombrilla Amarilla.”
¿Cómo fue?
“La directora del espacio, Mariela López, estaba buscando el protagónico femenino: Marcolina. Yo tenía entonces 38 años, ¡mira que ha llovido!.
“La Sombrilla marcó un antes y un después en mi vida. Además yo no cumplía ninguna de las expectativas que requería el personaje. Yo soy trigueña y tenía que ser rubia; Marcolina era una señora que tenía una casa, y que cantaba, bailaba, cocinaba. Al decirme esto la directora mi respuesta fue categórica: 'Imagínate tú, yo ni canto, ni bailo ni cocino. Jajaja'”
La cara de Norma Reina es un poema rememorando aquel encuentro. Al decirle esto a la directora, ¿qué pasó?
“Nada, se echó a reír y después de charlar unos minutos me entregó el guión diciéndome: 'sé que el papel no te interesa pero léete el libreto' y cuando me lo leí, la llamé corriendo y le supliqué que me diera el personaje, que yo haría lo tuviera que hacer. ¡Era tan fabuloso!
“Pero la cosa no quedó ahí. En el ICRT no me aceptaban pues por la noche salía la novela donde yo interpretaba a la chismosa y decían que los pequeños no iban a aceptar este doble papel. Se podían confundir.
“Sin embargo, la directora hizo caso omiso y mantuvo su decisión de que Marcolina era yo.
“Había acabado de grabar Si me pudieras querer como pelirroja y me transformaron totalmente: me pusieron rubia; al personaje lo vistieron totalmente contrario a Carola.
“La diseñadora de vestuario, Mirza, ya fallecida, se tomó el trabajo de diseñarme un vestuario totalmente distinto: mangas largas, vestido largo, de cuello…¡Completamente diferente a la 'fresca' de Carola!”
Para los que no hayan tenido la oportunidad de ver La Sombrilla Amarilla les informo que Marcolina es de esos personajes que ningún niño olvida; personaje creado por la prolífera escritora infantil de la radio y la televisión cubanas Ivett Vian, autora de muchos libros que han regocijado a todas las generaciones.
Norma Reina, finalmente, ¿cómo cantaste, bailaste y cocinaste?
“Jajaja. Nada, cuando todos pensaban que yo cantaba, los que lo hacían era Anita (la actriz Solange Ramón, que vive ahora en España), Monchi Pío (Rodolfo Bocourt) y Juan Andarín (Lieter Ledesma, hoy en Miami). Ellos además bailaban y me tapaban a mí, lo que hacía imposible darse cuenta que yo prácticamente no bailaba.
“Fue una experiencia inolvidable con ellos, además de Enrique Chiquito (Michaelis Cué), veterano actor de teatro y tv, y los niños Albertico (Rubén Araújo, actualmente actor de la TVC) y Chele (Ingrid Cruz, hoy ingeniera hidraúlica).”
La Sombrilla Amarilla es junto a “Flipper” y “Skipy” el programa infantil que más ha repetido la TVC. Esto lo escribo sin ninguna base estadística, solo por experiencia propia.
Generaciones de cubanos hemos disfrutado de la dulce y ocurrente Marcolina y de sus compañeros de faena.
“Fue muy popular, todavía se recuerda el programa. Recorrimos toda la Isla con la Sombrilla. Los lugares que más recuerdo son Trinidad, Puerto Padre y Santiago de Cuba. De la hospitalaria ciudad guardo un muy grato recuerdo. Resulta que hicimos la puesta en escena en elTteatro Heredia y quedaron fuera unos niños que pertenecían a una escuela cercana.
“Empezaron a llorar, pero no cabían. Al otro día, todos fuimos a hacer la función en su centro. Ya sabes la que se formó. Son algunos de los momentos más lindos de mi vida.
“Y sobre lo que decías de la reposición de los programas en la tele te explico que se hicieron 96 programas distribuidos en 3 bloques, pero esos 96 programas se retrasmitieron por años, incluso, en el verano del pasado año se pusieron algunos capítulos. Es un ejemplo de lo mucho que significó La Sombrilla Amarilla”.
Ya dijiste que Marcolina marcó un antes y un después, pero para Norma Reina ¿qué significó?
“Marcolina me enseñó a ser mejor persona, me identifiqué más con los niños, sentí una gran responsabilidad para con ellos; por ejemplo, me metía en cualquier bronca entre muchachos, los bajaba de las matas, los regañaba si hacían algo incorrecto”.
¿Te hacían caso?
“Claro. Yo llegué a ser un patrón para ellos y me respetaban. Para mí se acabó el ir a la playa y tomar una cerveza porque constantemente se querían tomar fotos conmigo y eso no era un buen ejemplo.
“Me privaron de tomar mi cerveza en mi amado Malecón por igual motivo. No podía ser un mal ejemplo para los más jóvenes. A raíz de lo que significaba Marcolina, comenzamos a visitar salas oncológicas de hospitales infantiles; los niños me llamaban a mi casa. Aquello me impactaba tanto que hubo momentos de tener que llorar sin parar.
“Soy de las personas que no puede ver la sangre, me desmayo, imagínate yo en los hospitales. Y lograba hacer que todos los enfermitos rieran; guardo un recuerdo imborrable cuando una pequeña sólo se dejó curar su pierna amputada si yo le hacía cuentos.
“'¡Que venga Marcolina!', era el grito de aquellos niños. Algunos no comían si yo no iba al hospital. Una vez, el director Dr. Renoit, me suplicó que los visitara y era que los pacientes experimentaban una notable mejoría cuando íbamos, unas veces todos, otros una parte del colectivo.”
El rostro de Norma Reina varía: sonríe, se entristece; su vista se pierde más allá de la ventana. Su pensamiento vuela. El tiempo vuelve atrás.
“En una de nuestras visitas encontramos al doctor estadounidense Pach Adams, conocido mundialmente como el doctor de la risa, ya fallecido, que se disfrazaba de payaso y hacía las delicias de los pequeños.
“También íbamos a casas de niños sin amparo filial, y donde habían niñas que llegaban a los 15, les celebrábamos la fiesta. Fíjate si eso ha quedado grabado en mí que cuando mi nieto viene por su cumple y va a Holguín con su abuela paterna, festejan el cumple en uno de esos hogares.”
Toda una experiencia La Sombrilla Amarilla para la destacada actriz cubana.
Por cierto, Norma Reina, ¿para ti actrices y actores más relevantes en Cuba y el mundo?
“Isabel Santos, Aurora Pita, Yasmín Gómez, Luisa María Jiménez, Luis Alberto García, Enrique Molina y Luis Silva. Extranjeros: Glenn Close, Meryl Streep, Jessica Lange, Whoopi Goldberg, Barbra Streisand,Kevin Costner, Robert de Niro, Denzel Washington, Andy García (cubano que ha hecho toda su carrera en Estados Unidos), Dustin Hoffman, Al Pacino, Morgan Freeman y Samuel L. Jackson. Siempre se escapan algunos pero ahí tienes unos cuantos.”
¿Planes futuros para la Marcolina de siempre?
“Oigo proposiciones, estoy aquí para lo que sea. Si no estoy es que mi hija me necesita. Ojalá surja otra Marcolina, otra chismosa o por qué no, otra doctora, empleada o ingeniera que pueda representar y aporten tanto en mi vida como lo hizo la protagonista de La Sombrilla Amarilla. “
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