“Paul McCartney estuvo aquí”, es lo primero que te dicen los trabajadores del restaurante santiaguero del Morro cuando piensan que es la primera vez que estás en el lugar.
Ellos no ocultan el orgullo, y también el gancho turístico, de la visita del ex- Beatle a esa instalación, y es que casi todo gira en torno a ese hecho pues, a quién le caben dudas, vende el que quizás sea la instalación gastronómica de toda la urbe con mejor vista.
Se dice que una de las razones que motivó a Paul McCartney a visitar el restaurante del Morro de Santiago de Cuba fue justamente esa: la impresionante vista al mar Caribe, a la entrada de la bahía de la ciudad, y a las escenas cotidianas del sitio, como la entrada y salida de barcos, el despegue y aterrizaje de aviones.
La misma ciudad que hoy rinde homenaje al ex-Beatle y a su visita a la urbe, fue escenario de no pocas discriminaciones cuando décadas atrás escuchar el famoso grupo de Liverpool era considerado «diversionismo ideológico».
Leonardo es uno de esos santiagueros que hoy vive en el exilio, pero antes recibió su huevazo en Santiago de Cuba y fue señalado por escuchar la música de The Beatles. Recientemente regresó a la urbe que le vio nacer y al lugar visitado por Paul McCartney, como una forma de venganza e ironía personales.
“A muchos les parece increíble que décadas atrás fuera mal visto escuchar la música de los Beatles, o andar con ropas «extranjerizantes». Pero fue así, si lo sabré yo que sufrí las consecuencias de la discriminación por pensar diferente y ver más allá de la cultura local o nacional”, comenta.
Añade que por eso regresó, muchos años después, a Santiago de Cuba, y descubrir lo irónico de la historia cuando hay un restaurante que no solo fue visitado por un artista antes prohibido en Cuba, sino que rememora, y hasta usa como gancho turístico, justamente los momentos en que comió en el lugar.
“Lamento no haber visto la escultura que hace un tiempo fue emplazada ahí. Venía con el objetivo de tomarme una foto. Era mi mayor venganza personal. Otra vez será, porque esa foto me la tengo que tomar para mi orgullo y victoria personal”, sentencia.
El restaurante del Morro no oculta, en modo alguno, la visita del ex-Beatle. Al contrario, aprovecha ese acontecimiento al máximo: cuando uno entra a la instalación le recibe un salón lleno de firmas por doquier, y en una pared con posición privilegiada, en un cuadro con cristal, se conservan como reliquias el plato y la vajilla que empleó, un recorte de periódico como reseña del acontecimiento y una servilleta donde plasmó con su propia letra una profética frase “muy bueno”, junto con la fecha, 14 de enero de 2000.
Al adentrarse a la instalación sorprende la vista, es realmente cuando menos espectacular, y ciertamente uno no espera ver tanta belleza de mar Caribe.
Más adelante se encuentra en una esquina la silla que usara Paul McCartney, aunque hay quien asegura que el mueble original se destruyó cuando un turista se sentó en él. De todas formas, una pequeña placa dice ser esa la original.
Por si fuera poco, el creativo «doyle» de papel que se coloca en el puesto de cada comensal refiere la historia del Morro, Patrimonio de la Humanidad desde el año 1997, también el menú de la casa y en el centro reseña la visita del ex-Beatle, con una frase en extremo comercial “El Morro, restaurante Palmares, que ha decir de Paul McCartney todo es bueno”.
Como guinda del pastel, un grupo musical interpreta varios temas, entre ellos algunos de Los Beatles, clásicos como And I love her, crean un ambiente agradable que junto a la comida, y la vista, aseguran convertir el restaurante entre los dilectos, sin dudas, de los turistas que visitan la urbe, aunque estos ni sospechan que el gancho atractivo de la instalación, la visita de Paul McCartney, es para muchos una ironía, pues décadas atrás era casi un pecado mencionarlo o escuchar su música.
En 2018, en el restaurante del Morro, se emplazó una escultura que recordó la visita de Paul McCartney al sitio, 18 años después del suceso que algunos califican como histórico en la urbe y que la instalación ha sabido explotar en la promoción.
La misma, que hoy está siendo reparada, tiene un tamaño natural del músico inglés Paul McCartney, exintegrante de The Beatles.
Rememora el almuerzo del autor de Let it be junto a sus dos hijos mayores, ocasión en la que almorzaron tortillas y verduras, y bebieron el cóctel típico Piña Delicias y la cerveza Mayabe.
McCartney visitó, además, el Castillo del Morro y visitó la Casa de la Trova Pepe Sánchez de la urbe, donde llegó a tocar las claves, y se llevó varios álbumes de artistas cubanos, entre ellos del santiaguero Eliades Ochoa, ganador de un Grammy.
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