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Cuando parecía que el futuro inmediato de Neymar se iba a acercar definitivamente al FC Barcelona, al culebrón le ha nacido una subtrama: la salida del crack brasileño del PSG depende ahora de que Ousmane Dembelé acepte irse a París.
Así mismo. Después de los encuentros de la víspera, diversas fuentes señalan que los clubes estuvieron de acuerdo en darle curso a una operación en que Neymar regresaría a Cataluña a cambio de Dembelé (cedido), Ivan Rakitic (traspasado) y 125 millones de euros.
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Los mismos medios noticiosos apuntan que el centrocampista croata, quien perdió la titularidad desde la llegada del joven holandés Frenkie de Jong, estaría dispuesto a cambiar de aires. Sin embargo, no ocurre lo mismo con el prometedor atacante francés.
Al menos eso se desprende de las declaraciones ofrecidas a Telefoot por Moussa Sissoko, su representante: “Ousmane no ha pensado ni un momento en abandonar el Barça. Va a quedarse al ciento por ciento con la firme intención de honrar los colores del club”.
De manera que ahora la misión consiste en convencer al Mosquito. Hacerle ver que en París podría tener el protagonismo que no le van a permitir las presencias de Messi, Suárez y Griezmann; que en su país natal podría armar una dupla mortífera con su amigo Kylian Mbappé; que se reencontraría con un hombre que ya lo dirigió en el Borussia, Thomas Tuchel; y que además las puertas del Barcelona no se cerrarían para él, puesto que partiría por la vía de la cesión.
Tuchel ha dado el visto bueno a esta alternativa, el PSG ganaría solidez en el medio de la cancha y una promesa desequilibrante como pocos jugadores existen a día de hoy, y el Barça rebajaría notablemente su masa salarial de cara al desembarco de Neymar. Dicho así, todos ganan. Sin embargo, habrá que esperar por lo que diga Dembelé.
La llave es suya.
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