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Desde Cuba: “Hay decenas de medicamentos que no vemos ni en pintura”

"Estamos como en la era antigua, cuando no había industrias farmacéuticas y uno tenía que arreglárselas con yerbas"

Imagen de referencia de una farmacia en Cuba © CiberCuba
Imagen de referencia de una farmacia en Cuba Foto © CiberCuba

Este artículo es de hace 4 años

“¿Hasta cuándo son los 15 de Jaqueline?”, “¿Cómo quedo yo?”, o “Esto pasa de castaño oscuro”, son algunas de las expresiones irónicas con las que los cubanos se burlan del más reciente pronunciamiento de las autoridades del sector biotecnológico y farmacéutico de la isla, que asegura que “la tendencia continúa siendo a la disminución de las faltas de medicamentos”, en tanto se mantienen los malestares de la población por no tener con qué aliviar dolencias o enfermedades.

En palabras de la enfermera retirada Teresa, quien vive en la ciudad de Matanzas, “ya no sé qué hacer para resolver medicamentos. Lo peor es que en Cuba el estrés está por el techo y la gente vive tomando pastillas, aunque no se las haya recetado un doctor. Hay medicamentos que no aparecen en los listados de medicamentos en falta publicados por el gobierno, pero que no llegan a las farmacias desde hace semanas, y otros que apenas lo hacen.

“Hay decenas de medicamentos que no vemos ni en pintura, incluso, muchos controlados. La Aspirina y el Enalapril no aparecen en las farmacias, a pesar de que responden a una cantidad fija de pacientes que los usan regularmente. El Alprazolam es uno de los más populares, pero, amén de que los médicos lo recetan para diversos trastornos, no aparece ni en los centros espirituales.

“A mi hermano más de una vez le han dado la mitad o un tercio de la dosis que lleva de su tratamiento para la presión para que vaya ‘tirando’ hasta que entre lo suficiente para satisfacer toda la demanda. No digo yo si cada vez van a haber más infartados”, dice la señora de 65 años.

Según datos publicados en Granma, al cierre de junio había 47 medicamentos en falta y 11 de tarjeta control afectados. De acuerdo con el diario oficialista aún persisten las afectaciones de materias primas por lo que en los meses de julio y agosto “la tendencia es a seguir entre las 40 y 44 faltas de medicamentos”, “de no presentarse otros contratiempos”.

Sin embargo, a tenor con lo que expone Lili, vecina del municipio de Playa, “evidentemente alguien dice mentira: o los jefes, que plantean que hay cada vez menos medicamentos en falta, o los farmacéuticos, que te dicen que apenas reciben medicamentos. No sé hace qué tiempo a mi farmacia no entran antibióticos o los medicamentos para controlar la hipertensión.

“Igualmente, llevo más de un mes tratando de localizar lo que necesita mi abuela para mantener controlada su enfermedad de los nervios, y apenas he resuelto dos de los seis medicamentos que debe tomar. En mi farmacia me mandan a pasar el día 15 y después del 25, pero no he tenido suerte. Para nadie es un secreto que más de un farmacéutico vive de ‘resolverle’ a un amigo o vender lo que entra ‘por la izquierda’.

Hemos tenido que volver a buscar alternativas en la medicina verde, pero porque nos lo han impuesto. Estamos como en la era antigua, cuando no había industrias farmacéuticas y uno tenía que arreglárselas con yerbas. No obstante, hay personas que solo se salvan con los medicamentos hechos en un laboratorio y el déficit sencillamente continúa, y en enormes cantidades. Están faltándole medicamentos no solo a enfermos, sino a muchos ancianos y niños”, resalta.

Al respecto, añade el informático Ricardo, de 41 años, “¿qué pasa con esos tantos medicamentos que la empresa dice que hay y cuando vas a buscarlos faltan? Aquí se olvidan de cuán delicado es este tema para la población porque siguen estando en crisis la distribución y el control nacional. Tal vez el tan llevado y traído asunto del comercio electrónico ayuda a acabar con el acaparamiento y desvío de medicamentos.

“¿Hasta qué punto son sensibles las dependientas de farmacia que no tienen en cuenta que, aunque tengan que atender ellas solas los establecimientos, trabajan para un público con molestias de todo tipo y se niegan a atender a la gente porque se ponen a hacer informes o descuelgan el teléfono para que nos las ‘molesten’?”, se pregunta.

Por otro lado, el jubilado Dionisio, de 71 años, afirma que “yo duermo más o menos cada doce días en la cola de los medicamentos porque existe una sola farmacia en mi barrio. Así hacen una pila de viejos que, como yo, no tienen quien les busque debajo de la tierra un medicamento. No nos queda otra opción que comprarlo nosotros mismos, claro, hasta donde nuestra pobre pensión nos deja.

“Hace unos cuantos meses que hay dificultades con los medicamentos y estamos lejos de resolverlas realmente. Tengo más de un amigo que no encuentra la manera efectiva de controlar sus padecimientos psiquiátricos porque han tomado siempre Levomepromazina o Nitrazepán y no resuelven con el Diazepán, que es lo que tienen hoy”, puntualiza.

Tal como indica Vilma en Cubadebate: “Lo que está a la vista no necesita espejuelos. Los estantes de las farmacias están pelados. No hay casi medicamentos. Yo tengo tarjetón de Alopurinol y cuando voy a la farmacia de Micro X, Alamar, Habana del Este, nunca hay, es decir, sigo con ácido úrico alto, tengo problemas de estómago y no hay nada para el estómago. Estoy pasando tremendo catarro y no hay nada, ni un jarabe para combatir el catarro”.

Otra usuaria comenta en el mismo sitio que “algunos medicamentos están en falta, pero yo tengo una preocupación, mi niño toma el Valproato de Sodio en tableta y hace más de cinco envíos que no viene. Yo vivo en Sagua La Grande y no sé qué voy a hacer porque ese medicamento no se puede sustituir por otro”.

Asimismo, Magaly explica que “mi padre está enfermo de Parkinson y no ha entrado la Levodopa y en la farmacia del reparto Antonio Guiteras en La Habana del Este hay que hacer la cola para preguntar si entró cualquier medicamento y después de cuatro horas de cola, como fue el caso de mi madrastra, la dependiente le dijo que no había entrado y ella no podía dedicarse a llamar a las farmacias para hacer el tránsito. Sé que hay dificultades y que muchas veces las dependientes son pocas, pero el afectado final, en todos los casos, son los enfermos y sus familiares que nos pasamos horas haciendo colas en farmacia para recibir malos tratos”.

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