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Antes de que empezara la temporada 2019 de MLB, daba la impresión de que el premio al Novato del Año de la Liga Americana prácticamente estaba en la vitrina de Vladimir Guerrero Jr., el prospecto más promocionado del béisbol desde Michael Nelson Trout.
El dominicano nacido en Canadá detentaba el número uno en todos y cada uno de los rankings, y pareció que llegaría al Big Show con la misma etiqueta que le colgaron hace un siglo al equipo de trabajo de Eliot Ness. Intocable: precisamente así lucía el hijo del legendario Vlad.
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Pero una cosa es con guitarra, y otra, en las Grandes Ligas. El moreno de las trenzas amarillas ha tardado en carburar, y solo en el Derby de Jonrones pudo enseñar la dinamita que dio pábulo a tanto ballyhoo. Ya con 71 partidos a la espalda, ese slugging de .403 suena insignificante cuando se trata de un portento de 113 kilogramos.
Descartado de modo momentáneo el candidato de oro, la mirada se posa de manera inevitable en su compatriota Eloy Jiménez, cuarto del escalafón de Baseball Prospectus a comienzos de este año. No obstante, el gigantón de los ChiSox, sin dejar de ofrecer buenas sensaciones, tampoco ha conseguido deslumbrar.
Entonces, ¿quién ha sido el novato sensación en el menos antiguo de los circuitos? Chovinismo aparte, démosle la bienvenida al cubano Yordan Álvarez.
Arrollador es la palabra que mejor define el paso del tunero de casi dos metros y 22 abriles. Había quemado la Triple A (antes hizo lo mismo en otros escalones), y los Astros decidieron promoverlo al primer equipo. El resultado fue prematuramente extraordinario.
Tan pronto como en su segunda vez al bate, Álvarez le cazó un cambio a Dylan Bundy y lo puso a volar 413 pies por el left-center para regocijo del Minute Maid Park que, sin siquiera sospecharlo, acababa de atestiguar el arribo de un cuarto palo natural. Justo la pieza que faltaba en una demoledora maquinaria ofensiva que ha debido improvisar en ese turno con Carlos Correa, Michael Brantley y Yulieski Gurriel.
De la tarde de ese nueve de junio para acá, el muchacho ha sacudido el sistema. A pesar de que batea del lado izquierdo del home plate, su rendimiento contra zurdos y derechos ha sido igual de atosigante, con OPS superiores a mil en ambos casos. Encima, promedia .444 (36-16) con corredores en posición anotadora, y ha enseñado suficiente descaro para ser eficiente tanto en casa como en la carretera.
Es una lástima que se perdiera las primeras diez semanas de campaña, porque sus números actuales son de escándalo. Ya no podrá aspirar a las 502 comparecencias necesarias para el liderato de bateo, ni contará en las estadísticas finales de departamentos como slugging y porcentaje de embasado. Es una lástima, reitero: ahora mismo está entre los líderes de la MLB en todos esos apartados, tomando en cuenta a los 368 jugadores que rebasan el centenar de visitas al plato.
Se escribe fácil y rápido, pero es cosa de locos. De 29 encuentros en que ha tenido tres o más comparecencias, en 24 pegó al menos un indiscutible (83%), en 12 se apuntó un multihits (41%), y en 18 conectó un extrabases (62%). Y el ritmo productivo que ha marcado hasta hoy -¡a despecho de la ausencia de dos meses y pico!- lo llevaría a cerrar el campeonato con 33 cuadrangulares y 105 carreras impulsadas. Simplemente inverosímil.
En su breve carrera ligamayorista ya cuentan dos marcas que, por lo parciales, no ameritan especial resonancia, pero sí dan una idea de la categoría del huracán naciente. La primera: el 23 de junio se convirtió en el único pelotero de la MLB que ha logrado siete jonrones y 16 carreras empujadas en 12 compromisos a partir de su debut. La segunda: el 22 de julio firmó un hito al llegar a 35 empujadas en sus primeros 30 choques, superando el límite establecido en 2001 por un tal Albert Pujols.
Como todo recién llegado al máximo nivel, ‘Air’ Yordan –que así le dice una espontánea legión de admiradores- tiene bastante que pulir. Todavía no alcanza la condición de fildeador promedio en el bosque de la izquierda, aunque su futuro (ver para creer) estará más ligado a la inicial. Y, por citar otro ejemplo, debe aprender a manejar mejor la incomodidad de los conteos en dos strikes: hasta este momento promedia .154 en 0-2; .000 en 1-2; .200 en 2-2; y .083 en 3-2.
En cambio, ha probado que puede asumir sin apremios la principal responsabilidad impulsadora de un equipo contendiente como el de los Astros. Y un detalle curioso: su rendimiento ha sido notablemente superior bateando como cuarto madero del line up, que como quinto.
¿Qué elementos podrían trabajar en su contra a la hora de ser votado para el Rookie of the Year? Esencialmente, dos.
Uno es la cantidad de juegos jugados y turnos al bate que tendrá hacia fines de la temporada. Casi todos los grandes aspirantes al premio lo superan con creces en ese par de indicadores, aunque la historia nos recuerda que se puede vencer tal hándicap: sin ir más lejos, ahí están los casos de Wil Myers en 2013 (88 JJ/335 VB), el propio Carlos Correa en 2015 (99 JJ/387 VB) y Shohei Ohtani en 2018 (104 JJ/326 VB). Lleve el dato: hacia fines de septiembre Álvarez podría tener hasta 90 encuentros disputados y más de 300 presencias oficiales en la caja de bateo.
El otro factor que tal vez obre en su contra es el hecho de que la mayor parte del tiempo ha cumplido el rol de designado, algo que suele generar ojeriza en los expertos. Pero más vale no renunciar a la esperanza: a fin de cuentas, de esa misma función se encargaron Eddie Murray (.283 AVE/27 HR/88 CI) y Bob Hamelin (.282 AVE/24 HR/65 CI) cuando resultaron electos en 1977 y 1994, respectivamente.
Visto el caso, el gigante tunero está bien encaminado. Es obvio que a estas alturas la carrera la encabeza Brandon Lowe, pero mañana ese criterio puede modificarse cuando el cubano acumule más salidas al diamante y engorde varios números de impacto. La clave es que consiga mantenerse en salud y no caiga en las oscuras manos del slump.
¿Tendrá Cuba con él a su quinto Novato del Año? Leamos la relación: Tony Oliva, 1964; José Canseco, 1986; José Fernández, 2013; José Dariel Abreu, 2014... ¿y Yordan Álvarez, 2019?
La verdad, suena maravillosamente bien.
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