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Uno de los creadores de la píldora anticonceptiva, el químico George Rosenkranz, ha muerto este domingo a los 102 años en California, Estados Unidos.
Antes de crear junto a otros investigadores ese medicamento en México en 195, Rosenkranz estuvo refugiado en Cuba durante la Segunda Guerra Mundial. En La Habana conoció incluso a su esposa, con quien tuvo tres hijos.
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En la capital cubana estuvo desde diciembre de 1941 hasta 1945, cuando fichó por la farmacéutica Syntex, según cuenta The New York Times.
La entrada de Estados Unidos en la guerra contra el fascismo nazi, dejó al húngaro Rosenkranz en La Habana, aunque en un principio tenía planeado seguir a Ecuador.
Gracias a un decreto del entonces presidente de la isla, Fulgencio Batista, en el que permitía quedarse y trabajar a los judíos que huían de Europa, este científico pudo trabajar en una farmacéutica en Cuba, apunta la página Diario Judío.
"Durante los siguientes cuatro años, Rosenkranz se mantuvo interesado en desarrollar hormonas esteroideas, que se entendía eran críticas para aquellas funciones fisiológicas clave, como el metabolismo, el crecimiento y la reproducción sexual", agrega el citado medio.
Sus investigaciones en La Habana con el boniato cubano llamaron la atención de la empresa farmacéutica mexicana Syntex, donde también investigaban ese tubérculo para obtener diosgenina, una materia prima para la obtención de esteroides.
Antes de partir a México porque la situación en Cuba era de escasez de de productos químicos –“solo tenía ácido hidroclórico, ácido sulfúrico, benzeno y alcohol” dijo– le propuso matrimonio a Edith Stein, una judía de Austria que también se había refugiado en La Habana.
En la capital azteca finalmente lograron desarrollar el anticonceptivo oral, que en un principio generó protestas en particular de los grupos más conservadores, entre ellos la Iglesia Católica, apuntan los citados medios.
“Le dejo a los demás el debate acerca del valor último de la pastilla”, dijo en 2001.
Aunque se nacionalizó como mexicano, terminó junto a su esposa en Estados Unidos.
Este químico, quien encontró refugio en La Habana al huir del fascismo, se retiró en 1981, pero su nombre aparece en 150 patentes y la empresa Syntex llegó a estar valorada en 5.000 millones de dólares.
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