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Raidel Vidal Caignet, de 27 años de edad, murió en enero de este año cuando, según contó su madre a Radio Televisión Martí, un policía de Holguín le disparó en las serranías de Mayarí.
Según ha contado Rosa Esther Caignet, su hijo había ido junto a otros tres hombres más a la zona montañosa a comprar café a los particulares.
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“Eso es ilícito, pero es una manera que tenía de mejorar su vida económicamente” dijo la madre del fallecido en una llamada telefónica.
La señora aseguró que uno de los testigos, Idel Plasencia, le había comentado que la policía había efectuado un disparo cuando subían las montañas. Parece ser entonces que al regreso “los estaban esperando”, añadió.
En ese momento la patrulla de la PNR, compuesta por cuatro oficiales y dos auxiliares, interviene a los chicos. “dos dejan los caballos en el monte y se dan a la fuga. El mío -se refiere a su hijo- se monta en la yegua para huir y el policía le tiró, le dio en el pulmón y me lo mató”, dice Rosa Esther, quien desde entonces ha tratado de buscar justicia, pero no la ha logrado.
Está desesperada porque las autoridades han declarado a su hijo culpable y el oficial que ejecutó el disparo, Alexeis Gutiérrez Herrera, se encuentra libre y vistiendo aún el uniforme de policía.
“Nunca estuvo preso, siempre estuvo suelto, fíjese si fue así que el día 1ro de mayo él estaba cuidando en Mayarí un termo [para la venta] de cerveza”, asegura.
Cuenta Rosa Esther que a su hijo lo declaran culpable porque supuestamente “le sacó un machete a un policía”.
Sin embargo, ella asegura que no fue así, sobre todo, porque cuenta con el testimonio del testigo que andaba con su hijo, quien dice no haberse separado de él.
“Yo fui a que me contara lo que había pasado y yo lo grabé. Él dice en la declaración que mi hijo lo que hizo fue montarse a caballo y salir huyendo”, agrega.
En su búsqueda de justicia Rosa Esther se ha dirigido a la Fiscalía General de la República, la Oficina de Atención a la Ciudadanía del Minint, y a la Fiscalía Militar del Ejército Oriental. La respuesta nunca ha llegado.
“No sé qué hacer, estoy desesperada, porque era lo único que yo tenía en mi vida” dice esta madre cubana.
Su hijo era licenciado en Cultura Física y con su muerte quedó huérfana una niña de 6 años de edad.
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