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Euclides Rojas salvó 90 juegos en su carrera con Industriales. Además, ganó 59 partidos y promedió efectividad de 2.93. Sin embargo, la situación ecónomica y política de los años 90, lo llevó a subirse en una balsa y abandonar el país en 1994.
Cinco días después de iniciar la travesía marítima fueron recogidos por la guardia costera norteamericana a 23 millas de las cercanías de Cayo Hueso. Rojas y su familia, estuvieron seis meses confinados en la Base Naval de Guantánamo antes de poder llegar a los Estados Unidos en 1995. Nada resultó como esperaba.
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Al firmar con los Marlins de la Florida en la ronda 30 del Draft de 1995, el derecho nunca volvió a exhibir la calidad mostrada en Cuba.
"El empujón que me faltó era haber tenido juventud y más salud en mi brazo", le dijo Rojas a CiberCuba este viernes en el Marlins Park, durante la serie entre los Marlins de Miami y los Piratas de Pittsburgh.
El ahora asistente de pitcheo de los Piratas de Pittsburgh puede vanagloriarse de haber sido uno de los pocos que falló en el sueño de arribar a Grandes Ligas como jugador, pero no como coach.
Su ética de trabajo, deseos de superación y adaptación a la nueva cultura (el idioma, el béisbol moderno con sus constantes cambios), lo han llevado a ser uno de los entrenadores más reconocidos del país junto a Ray Searage.
"Tuvieron que operarme del brazo incluso siendo coach", agrega Rojas sobre su tiempo fallido como lanzador en Ligas Menores donde acumuló 3-2, 5.52 en dos temporadas.
Rojas aceptó el retiro. Pero tenía otro plan en mente: continuar dentro del juego. Entre 2000 y 2005 trabajó en Ligas Menores como coach de los Marlins y Red Sox. A partir de 2006, comenzaría una carrera surrealista con los Piratas conviertiéndose en coach de pitcheo de MLB en 2011. Rojas y Searage han reconvertido lanzadores como Francisco Liriano, Edinson Vólquez y Jordan Lyles; que llegaron a Pittsburgh con números bajos y lograron renacer en sus carreras.
"Dios siempre tiene un plan con nosotros. Nosotros debemos aceptarlo, confiar en él y seguirlo".
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