La ministra de Relaciones Exteriores de Canadá, Chrystia Freeland, afirmó el viernes 7 de junio que los funcionarios de su representación diplomática en La Habana están trabajando arduamente para asegurar que el cierre de los servicios de inmigración de Canadá en Cuba tenga el menor impacto posible en los canadienses.
Según dijo, citada por TVA Nouvelles, este es uno de los temas que discutió con su homólogo cubano, Bruno Rodríguez Parrilla, en Toronto. “Fue una de las razones de la visita de una gran delegación cubana aquí”.
El pasado 8 de mayo, el gobierno de Ottawa decretó el cierre temporal de sus servicios de inmigración en la capital cubana, lo que ha motivado quejas por parte de ciudadanos canadienses y cubanos, en buena medida por el retraso que ello significa para la resolución de expedientes de reunificación familiar.
Se estima que existen alrededor de 180 matrimonios mixtos que desde julio de 2018 están realizando trámites para reunificarse, sin éxito.
“Quiero reiterar que las medidas que se han tomado con respecto a nuestra embajada en Cuba no son de ninguna manera una decisión política. La relación [bilateral] es sólida y tenemos toda la intención de seguir prestando servicios consulares y de inmigración”, añadió Freeland.
Estas declaraciones contrastan con las de Josefina Vidal, embajadora de la Isla en Ottawa, quien este miércoles dijo a CBC Radio-Canadá que el cierre de los servicios de inmigración canadienses tendrá consecuencias en las relaciones entre ambos países, que hasta ese momento fueron excelentes.
En enero el gobierno de Canadá decidió reducir su personal diplomático en el país, tras confirmar que un nuevo empleado de su oficina en La Habana había sufrido lesiones cerebrales.
Varios funcionarios de la embajada canadiense fueron afectados por extrañas emisiones sónicas, que provocaron daños también a diplomáticos de la legación estadounidense. Según la Cancillería canadiense, la cuestión todavía está bajo investigación.
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