Hace 30 años el Gobierno de China reprimió una manifestación pacífica en la Plaza de Tiananmen en la capital de esa dictadura comunista, Pekín. Lo que comenzó con un grupo de estudiantes creció en una protesta sin precedentes que fue disuelta por el ejército de ese país. China borró de la memoria de sus ciudadanos aquel intento de pedir democracia y cambios.
En Cuba también se omitió este episodio de la historia que cada año es recordado por los presentes que pudieron emigrar, unos pocos, y los países que viven en democracia.
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El 4 de junio de 1989 no se cuenta casi en la prensa de la isla. De las pocas alusiones en Cuba, el fallecido dictador Fidel Castro se refirió así en 2008: "con motivo de los errores que condujeron a las protestas de Tiananmen, donde se endiosaba a la Estatua de la Libertad, símbolo de un imperio que es hoy la negación de todas las libertades".
Castro reducía a esta frase –en una de sus reflexiones publicada en Granma– una manifestación que dejaron imágenes tan fuertes como un hombre delante de un tanque de guerra y una cifra de muertos desconocida por el hermetismo del gigante asiático.
¿Cómo fueron las protestas de Tiananmen?
Los estudiantes chinos rindieron homenaje en la Plaza de Tiananmen a Hu Yaobang, un político reformista del Partido Comunista que murió en abril de 1989 y había sido destituido dos años antes de su puesto.
Durante semanas se reunieron miles de personas en ese sitio y lo que empezó como un luto derivó en peticiones de libertad de expresión, medidas contra la corrupción e incluso la instalación de la Diosa de la democracia en Pekín y se extendió a otras zonas de China.
El Gobierno chino contestó desde la noche anterior al 4 de junio de 1989 con todo un operativo militar que dejó un número indeterminado de muertos, algunos cálculos estiman en miles los fallecidos.
Una de las imágenes más potentes fue un hombre al frente de uno de los tanques. Este chino se llegó a subir al carro de combate para pedir el fin de la represión, pero sus intentos fueron en vano.
El paradero del hombre se desconoce desde entonces. La imagen fue evocada en 2015 en Venezuela cuando una manifestante contra el régimen de Nicolás Maduro se paró delante de una tanqueta y este año cuando otra atropelló a manifestantes en Caracas.
La purga de ese día que estuvo a cargo del ejército chino, luego fue extendida a los principales líderes e incluso a los medios de prensa extranjeros en ese país, según cuenta Bao Tong, un exalto funcionario y ahora disidente político a BBC Mundo.
"Lo que me preocupa es que en los últimos 30 años todos los líderes chinos han estado dispuestos a ponerse del lado del crimen del 4 de junio", dijo este opositor que cumplió siete años en aislamiento por apoyar la protesta de Tiananmen.
"El espíritu de aquel momento era de esperanza y alegría"
Zhou Fengsuo, uno de los presentes en esas manifestaciones y que actualmente vive en Estados Unidos, relata a varios medios que aquella manifestación comenzó con miedo, pero los ánimos crecieron entre los estudiantes y quienes se unieron a ellos en la Plaza de Tiananmen.
"Entonces nos dimos cuenta de que habíamos estado ocultando cómo nos sentíamos de verdad. Muy rápidamente (la concentración) se convirtió en una especie de largo festival. El espíritu de aquel momento era de esperanza y alegría. Porque podíamos hablar con el corazón, podíamos probar la libertad”, confiesa Zhou al diario español El País.
Sobre el día que comenzó la represión del Gobierno de China, Zhou recuerda que "todo estaba muy tenso. Sobre las diez, soldados, tanques, vehículos blindados empezaron a cargar sobre la plaza. Se oían disparos en todas direcciones. Vimos las estelas de bengalas militares. No me lo podía creer. Tenía una tristeza y una furia tremenda”.
Otro de los estudiantes en esa manifestación que se tornó en masacre, Wu'erkaixi, asegura que nunca olvidará que dejó la Plaza de Tiananmen aferrándose a un cadáver. Este chino que vive en Taiwán dijo a La Razón que “China tomó la dirección opuesta a la que exigimos hace 30 años. Se ha convertido en uno de los lugares que menos libertad tiene”.
En una conferencia en la Oxford Union, Reino Unido, sobre aquel fatídico día, Shao Jiang –activista de este movimiento– aseguró que en China “se llaman a sí mismos una república popular, pero fue una guerra contra su propia gente. Trataron de usar sus municiones, armas y poder para controlar y reprimir a su propia gente".
“Para muchos chinos, esos cincuenta días en China fueron la primera vez que pudimos expresarnos, fue la única vez que probamos la libertad. La democracia estaba tan cerca, casi al alcance", agregó Zhou.
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