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El régimen de Maduro culpó a las sanciones del Gobierno de Estados Unidos de la muerte de un niño venezolano de seis años.
El secretario ejecutivo del Consejo Nacional de Derechos Humanos de Venezuela, Larry Devoe, aseguró que un menor llamado Giovanni Figuera falleció el pasado lunes 6 de mayo estando a la espera de un transplante de médula ósea.
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Devoe explicó en Twitter que el menor podía haber sido beneficiado por el convenio suscrito por PDVSA con la Asociación para el Trasplante de Médula Osea para realizarle la operación y el posterior tratamiento, pero dijo que el "bloqueo financiero" impidió transferir los recursos a esta asociación en Italia para "asegurar la continuidad del convenio y el tratamiento de nuevos paciente".
La vicepresidenta chavista, Delcy Rodríguez, también arremetió contra Washington en la citada red social. "El gobierno de EEUU y sus golpistas en Venezuela son responsables directos por la muerte de este niño! Se robaron Citgo para satisfacer sus mezquinas ansias imperiales y eliminaron nobles programas sociales para ayudar a niños en el mundo concebidos desde el socialismo bolivariano", escribió.
Sin embargo estas declaraciones contrastan con la escasez crónica de medicamentos que sufren los venezolanos desde hace años. La organización no gubernamental Convite de Venezuela informó que en junio de 2018 el déficit de fármacos en el país petrolero superó el 76 por ciento.
Esta ONG denunció, además, que el régimen de Maduro rechaza a las organizaciones que defiende el derecho a la salud.
De hecho desde 2017 el Gobierno de Venezuela no publica información relativa a los indicadores de salud del país.
Un ejemplo que sirve para ilustrar la escasez de medicamentos se produjo el año pasado, cuando se conoció que venezolanos con VIH recurrían a un brebaje de hojas ante la escasez de fármacos antirretrovirales.
Estos pacientes estuvieron meses sin tomar sus medicamentos porque no los había en el estatal Instituto de Seguros Sociales, que los venía entregando de forma gratuita desde inicios del año 2000. Su médico les recomendó tomar un licuado que se hace con las hojas de guásimo, o guazuma ulmifolia, un árbol mediano oriundo de la América Tropical.
Reuters detalló en aquella ocasión que algunas pruebas clínicas podían llegar a costar 50.000 bolívares, unos 87 dólares a la tasa del mercado paralelo, y una caja de 30 pastillas de antirretrovirales, unos 85 dólares.
A la falta de medicamentos también se une la falta de material que sufren recintos sanitarios. Este es el caso del hospital materno infantil de Caracas, donde el pasado mes de enero se pudo ver cómo los profesionales trabajaban con problemas de iluminación, sin guantes, suero, ni jeringuillas.
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