Femineidad, ritmo, baile, cubanismo, sabor… Movimiento de caderas acompañado por envidiables voces y sabio accionar sobre los instrumentos.
Son catorce mujeres que representan la historia, la continuidad viva de la hermosura y cadencia de nosotras, las cubanas.
Insignia entre las orquestas femeninas en nuestro país, las Anacaonas no solo prevalecen, sino que día a día, aumentan el caudal de su patrimonio musical.
En su bella residencia de Alamar nos recibe su directora, Georgia Aguirre, acompañada de su hermana, Dora, también músico, haciendo esa asistencia necesaria que en el baloncesto, puede definir un partido.
“Son 87 años. Toda una vida. Esta orquesta fue fundada el 19 de febrero de 1932 por Concepción Castro Zaldarriaga y sus hermanas”.
Precisamente, ¿qué me dices de las Anacaonas originales, esas que rompieron barreras y lograron imponerse?
“Anacaona fue el primer sexteto femenino y sonero en Cuba. Justo en esos años existía la orquesta masculina de los Hermanos Castro y para no generar confusiones por una letra adoptan, a sugerencia de una de sus integrantes, el nombre de Anacaona (Flor de Oro) que es el nombre de una reina de Quisqueya (hoy República Dominicana y Haití), esposa del cacique Caonabo, primera mujer indígena en revelarse contra los colonizadores españoles.
“Esto representó todo un símbolo de rebeldía, pues existía por esos años mucha discriminación hacia la mujer y hacia el son cubano. Espíritu que mantenemos en los tiempos modernos, no para luchar contra enemigos pues en la música todos somos colegas, sino para esforzarnos y decir siempre: ¡aquí estamos!, demostrando que las mujeres también podemos realizar un trabajo digno y serio en la música”.
Cuéntame algo de ellas que al lector pueda interesarle.
“Las hermanas Castro eran once, de las cuales nueve integraron la orquesta: dos (Emma y Flora) solo confeccionaban los vestuarios.
“En 1932, cuando fundan el sexteto, casi todas eran muy niñas y solamente las tres mayores, Concepción, Ada y Olga Castro. junto a tres amigas del barrio, Ellia O’Relly, Isabel Álvarez y Bertha Cabrera debutan en el hoy cine-teatro Payret y dos años más tarde adquieren el formato de Jazz Band y Charanga típica.
“Sucesivamente se incorporan Alicia, Ondina, Caridad, Algimira, Ziomara y Yolanda. Eran muy esperadas en el café El Dorado, donde radica actualmente el Bar café que lleva el nombre de la orquesta en el Hotel Saratoga del Paseo del Prado.
“Fueron conocidas por la interpretación del son, el danzón y el mambo y después cultivaron otros géneros como foxtrot, blues y jazz, propios de la música estadounidense de moda.
“Entre los años 40 y 60 del pasado siglo, repartieron su arte por el continente americano y Francia. Especialmente, con sus múltiples visitas a México, como era habitual para los artistas cubanos del momento sus imágenes y voces irrumpen en el afamado cine azteca de la época.
“La noche es nuestra, No niego mi pasado y Mujeres de teatro, son algunos de los filmes que contaron con su presencia, además de haber grabado con el famosísimo sello disquero RCA Víctor”.
Mientras hablan, las miradas de las hermanas Georgia y Dora Aguirre acarician las fotos de aquellas aguerridas mujeres que tanto han aportado al caudal de la cultura musical cubana. Sus corazones y mentes van más allá de las palabras que brotan de sus labios.
¿Qué representa para Georgia Aguirre dirigir esta orquesta y mantenerla en lugares de preferencia?
“Decirte que es un compromiso sería poco. Nos corresponde el papel de dar continuidad a una historia que es ya un patrimonio musical cubano y al público no lo podemos defraudar, ni a las generaciones de cubanos seguidores y conocedores de la música popular”.
Y ustedes, cuéntenme ¿cómo llegan a la música para después integrar la orquesta? ¿Hay algún antecedente musical familiar?
“No fue de la noche a la mañana. Bastante trabajo tuvimos que pasar, no creas. Te cuento algo de nuestra vida. Nosotras somos bisnietas por la parte paterna del Mayor General de la Guerra de Independencia José María Aguirre. Tenemos en los genes un espíritu rebelde y de lucha, aún cuando fuimos niños bastante dóciles.
“Nuestros padres, Claudina, maestra, y Jorge, director de cine, sentían una gran predilección por la música y tanto es así que sus tres hijos hoy vivimos por la música: Dora, la mayor, es saxofonista y cantante; Jorge, el más pequeño, es músico empírico, ahora dirige su grupo en España, Saoco Mix, y yo, ya me ves, me hice contrabajista y hace 31 años dirijo la orquesta femenina más famosa de Cuba”.
¿Tus primeros pasos en la música?
“Mi madre fue nuestra máxima inspiradora. Ella cantaba en el coro de la iglesia, amaba la música, nos sembró la semillita. Julita. ¿Recuerdas la época de los apagones en los 70? Pues mi mamá, que era muy musical como te dije, se ponía a tocar el piano vertical que había en la casa y las tres nos poníamos a cantar y cantar hasta el cansancio o hasta que venía la luz.
“Ella nos llevó a los tres al grupo Infantil Meñique de María Álvarez Ríos, que radicaba en la Sala Tespis del hotel Habana Libre. Entonces yo tenía siete años”.
Has mencionado un nombre ilustre: la maestra María Álvarez Ríos.
“Una mujer maravillosa, de una impresionante musicalidad y sensibilidad, compositora de lindas canciones para niños con un gran valor pedagógico. Imagínate que allí aprendimos a pararnos en un escenario, cantar, bailar y actuar, perdimos el miedo escénico, y hasta compuse mi primera canción infantil: La Ballenita Tamarí.
“Actuábamos en Escenario Escolar y otros programas infantiles de la tele; actuábamos en campamentos pioneriles como Tarará y el Volodia del parque Lenin, en recibimientos a presidentes y delegaciones extranjeras de visita en el país.
“¡En fin! Indiscutiblemente esa fue la base para descubrir que queríamos ser artistas y desarrollamos la musicalidad que nos permitió después entrar en el Conservatorio Amadeo Roldán, donde hicimos los estudios musicales desde la primaria hasta el preuniversitario; mi hermana estudiando saxofón y yo el contrabajo, graduándonos en junio de 1983”.
¿Profesores que hayan influido en ti de esa época?
“Después de María, mi maestro de contrabajo, el búlgaro Ángel Nenov, a quien adoro aunque ya no está entre nosotros. Me supo dar mi lugar como mujer en un colectivo masculino.
“Para él, yo era un músico más, me enseñó a ser yo, a defender mi personalidad y me dio la seguridad necesaria para seguir adelante. Me instruyó, además del instrumento, muchos valores éticos necesarios para esta faena. Fue como un padre.
“También recuerdo a Grata Eneida, maestra de Español-Literatura, maravillosa; a Harold Gramatges, sus clases espectaculares de instrumentación e historia universal de la música; Félix Guerrero, hijo del Director de la Sinfónica de igual nombre, por cierto él siempre nos decía 'la gran Georgia y la gran Dorita, futuras Anacaonas'.
“Imagínate que para nosotras, las Anacaonas eran piezas museables que solo se veían en los programas de televisión Álbum de Cuba, que conducía esa grande de la cultura cubana que fue y sigue siendo, Esther Borja o el legendario San Nicolás del Peladero.
“Hasta gracia nos daba: nosotras, las únicas niñas en nuestros instrumentos, y ya nos ubicaban en la veterana orquesta”.
Pero la gracia se convirtió en realidad.
“Pues sí. En 1980, mamá nos lleva al teatro América, donde estaban tocando las Anacaonas y nos dice: 'ay, yo sueño con que ustedes estén algún día en esa orquesta'.
Palabras proféticas. En medio de esta anécdota, Dora que no puede quedarse callada me dice:
“Así las cosas, en 1982, aún sin graduarnos, el profe Guerrero nos comunica que Anacaona buscaba una suplente que tocara el saxofón tenor, y él mismo me pone en contacto con Alicia, la directora, quien al escucharme tocar, me entregó el repertorio y esa misma semana debuto con la orquesta tocando en un asilo de ancianos.
“Y… cuál sería mi sorpresa ¡al concluir me pagan 60 pesos!, una fortuna. Cuando le cuento a mi abuelita me dijo: 'de esa orquesta no te mueves más'… Jajaja… Las tres nos echamos a reír”.
La profecía se cumplió…
Georgia acota : “ y así fue como empezamos a ligarnos a la familia Anacaona, para entrar en septiembre de 1983, recién graduadas, a realizar nuestro servicio social: mi hermana en el saxo y yo como pianista, que era la plaza que estaba disponible. Así empezó nuestra vida laboral en la Orquesta”.
¿No hubo choques generacionales?
“A ver, cuando entramos no nos molestaba que fueran un grupo de mujeres mayores. A nosotras nos criaron a la antigua, pero, la disciplina para nuestras edades era muy estricta. No nos permitían llevar ni acompañantes a los ensayos.
“¿Y la ropa? Había que ponerse la que ellas decidían, trajes que las vieron brillar a ellas en otras épocas, pero que nada tenían que ver con muestra juventud… ¡ya habrás visto el carácter que se gasta mi hermana Dora!, quien protestaba por esa situación, no obstante, siempre nos comportamos con respeto y disciplina”.
¿Y cómo fueron avanzando, porque ustedes nunca se fueron de la agrupación?
“Nada, las fuimos sobrellevando, eran buenas personas, buenas músicos. Por medio de ellas fuimos conociendo personalidades de la época que, por supuesto, nos brindaban experiencia y un aval en nuestras jóvenes carreras.
“Así conocimos a Ñico Rojas, Frank Emilio, el flautista Arcaño el de la Orquesta de Arcaño y sus Maravillas; Carlos Embale, cantante, y Lázaro Herrera, trompetista, ambos del Sexteto Nacional; Aurelio Reynoso, cantante muy famoso de la época de los 60 y 70; Richard Egües, célebre flautista de la Orquesta Aragón y, por supuesto, a esas divas que son Omara Portuondo, Moraima Secada, Celeste Mendoza, Elena Burke, Merceditas Valdés, entre otros muchos”.
Tremenda experiencia la vuestra, con tales ejemplos de buena música delante.
“Aprendimos lo que realmente nos faltó en la escuela: la música popular cubana. Desarrollamos las habilidades técnicas que nos ofrecía el conservatorio y aprendimos los gajes del oficio, nos apasionamos con la historia que ellas habían vivido, y cuando se encontraban preparando su jubilación, fuimos convocadas por la Dirección Provincial de Cultura y la empresa Ignacio Piñeiro.
“Entonces nos preguntaron si nos interesaba continuar en la orquesta para no dejar morir esa tradición que tanto habían defendido las fundadoras y, a pesar de otras propuestas de trabajo para otros proyectos musicales que teníamos, decidimos continuar con la orquesta y para ello contamos con el apoyo incondicional de las hermanas Castro: Alicia, Adita y, especialmente, Yolanda y Xiomara que se convirtieron en nuestras más grandes colaboradoras.
“Ellas me cedieron la batuta. Nos apoyaron al ciento por ciento, supieron asumir ese difícil rol de entregar el batón en el largo relevo de la vida. Nos entregaron sus partituras, sus fotos, parte de su patrimonio, y así quedo yo como directora”.
Sentimental la historia, y muy educativa para aquellos que se encierran en lo que han sido y no trasmiten sus conocimientos y experiencias.
¿Cómo empezó entonces la búsqueda de talentos?
“Nos centramos en las egresadas del Conservatorio y otros centros, que estaban de acuerdo en continuar la historia y mantener el nombre de Anacaona. Comenzamos con nueve, Margarita Suárez (timbal) e Ileana Raymat (saxo alto) que ya venían con nosotras, y se sumaron Magaly en el piano y Madelaine (congas).
“Preparamos un repertorio con versiones de temas tradicionales y nuevos arreglos, ayudadas por Rafaelito Lay, el maestro Richard Egües, Jorge Varona, trompetista de Irakere y su hijo Luis Álvaro, Willy Agüero, Javier Gutiérrez (Caramelo ), César Bouballet, amén de los sabios consejos del maestro Luis Carbonell que nos apoyó grandemente con el repertorio y el trabajo vocal”.
Fue un arduo trabajo inicial, sin dudas.
“Ni lo digas. Buscamos temas del espectro musical que había caracterizado hasta ese momento a las Anacaonas, pero con una nueva sonoridad, con novedosos arreglos. Indagamos también en música nueva, original, con otros aires”.
Ahí mismo volvió a saltar Dora, sin dudas, la chispa de la orquesta.
“Mantener la histórica orquesta, sí, pero tratamos de sacarla de su anquilosamiento, llevarla a todos los públicos. Con una imagen renovada, juvenil, fresca, elegante, y musicalmente nos lanzamos a realizar bailes populares, conciertos, tomamos parte en carnavales y festividades por toda Cuba”.
Ambas hermanas se miran y sus mentes se pierden por aquellos ya lejanos tiempos, que tanto supieron aprovechar, para que su orquesta sea hoy día una de las mayores atracciones de la música popular cubana, y no tenga nada que envidiarle a ninguna masculina.
¿Cuándo dan su primera gira internacional?
“Nuestro debut comercial fue en Ciudad de México, donde nos presentamos en varios programas de televisión en Televisa y actuamos en centros nocturnos.
“En el 90 hicimos un periplo de seis meses del verano por España, donde tuvimos el placer de alternar con los famosos salseros puertorriqueños Pete el Conde y Yonny Pacheco y acompañar a Moncho, el gitano del Bolero.
“Luego vinieron muchas giras y en estos momentos hemos visitado más de 35 países, en los cuales siempre hemos sido muy bien recibidas”.
¿Anécdotas en particular en algunos de ellos?
“Entre los que más recordamos está la extensa gira por China, que requirió de mucho esfuerzo, pues tuvimos que adaptarnos en muchos lugares a sus costumbres y realmente fue fascinante, una cultura muy diferente a la nuestra.
“Es imposible omitir lo que significó para nosotras la muy estimada ayuda del sifú Robertico Vargas Lee, y personal de cultura de la Embajada que nos ayudaron a dominar el idioma para la presentación y despedida del espectáculo.
“Además cantamos varias versiones tradicionales y modernas de temas chinos de moda que causaron gran impacto, claro, en nuestros ritmos tradicionales como el mambo y el chachachá que son allí súper gustados y bailados.
“Este viaje comprendió nada menos que 34 ciudades. Y fuimos la primera orquesta cubana que visitó Hong Kong, después de haber regresado a la jurisdicción china.
“Yo recuerdo que mi hermana, en español, empezó a cantar Bésame mucho, se emocionó, salió a cantar por el público y hasta un beso le dio a un espectador y aquello se cayó abajo, a partir de ese día siempre tuvimos que hacerlo así”.
También sé de sus andadas por el Principado de Mónaco donde arrasan cada vez que van.
“Los seis meses que estuvimos en el Principado de Mónaco resultan inolvidables. Fíjate que hasta el príncipe Alberto salió a bailar de la mano de mi hermana Dora en la conga final del show”.
Quisiera ver yo eso: la nobleza envuelta en la salsa cubana.
“Pues mira que sí. Recordamos también París, donde hicimos una versión tropical y musical de la célebre obra El burgués gentil hombre de Molière, bajo la dirección del galo Gerome Sabarit.
“Ahí compartimos la escena con los inolvidables Alina Rodríguez y Carlos Ruíz de la Tejera, Laura Ramos, Carlos Padrón, mi cuñado Evert Álvarez y Jorge Gacio, entre otros actores, así como con Danza Contemporánea, el Quinteto de cuerdas Diapasón, la Compañía de danza folklórica y popular JJ.
“Éramos 76 artistas en escena, en el escenario del Teatro Nacional Chaillot de París, justo al lado de La Torre Eifell”.
Yo recuerdo que esta puesta en escena se presentó en el teatro Mella de La Habana y aquello resultó apoteósico.
“Así fue, y también la exhibimos en el Festival de teatro de Perpiñán en el sur de Francia y en el Festival de Teatro Mexico-1998 actuando en el Teatro Metropolitan de Ciudad de México”.
La inquieta Dora añadió: “A lo largo de tantos años hemos estado en festivales de jazz en Jamaica, Santa Lucía, Aruba y Finlandia; festivales de verano en Europa: Alemania, Francia, España, Italia, Bélgica, Suecia y Suiza. También en Venezuela, Perú, Colombia, Honduras, Cabo Verde”.
Y, por supuesto, no solo participar sino compartir escenario con grandes de la música universal.
“En efecto, hemos tenido el privilegio de actuar junto a grandes personalidades de la música en Cuba como Chucho Valdés, La Orquesta Aragón y Omara, la diva del Buena Vista, La Charanga Habanera, entre otras, y figuras internacionales como Celia Cruz, El Gran Combo de Puerto Rico, La Sonora Ponceña, La India y otros”.
Las miro y de veras que en estas mujeres hay historia, amén de linaje y cultura, no solo musical. Yo las igualo con las mejores orquestas cubanas populares.
¿En qué lugar se sitúan ellas?
Georgia toma la batuta.
“Yo la ubico entre las primeras, no porque lo diga yo, sino por lo que hemos vivido por el cariño y el respeto del público y el reconocimiento de todos nuestros colegas de primer nivel.
“Nos enorgullecemos de que un músico tan genial como Juan Formell nos produjera un disco, y a mí me dio clases magistrales del proceso creativo musical. Él se convirtió en un gran amigo y consejero, y fue quien nos propuso para integrar el catálogo de Excelencia de la Agencia Clave Cubana de Artex, de la que somos fundadoras.
“Anacaona ha marcado una pauta para las mujeres músicos y en sí, agrupaciones femeninas. Ahí están Canela, Son Damas y Caribe Girls, entre otras. Y es que las mujeres sí podemos, pues además de hacer buena música popular tenemos gracia, femineidad, sexto sentido, sin caer en chabacanerías ni vulgaridades”.
¿Te es difícil conducir Anacaona? ¿Somos las mujeres más difíciles que los hombres para ser conducidas?
“Es difícil pero como yo soy hija, hermana, madre, esposa, las comprendo, las apoyo; sé cómo tratarlas en su individualidad, casuísticamente.
“Un poco me he convertido en psicóloga para llegarles, sortear obstáculos; hay problemas personales que pueden afectar el trabajo, pero trato siempre de resolverlos. Sé ponerme roja cuando hay que ponerse roja y rosada cuando hay que ser rosada. ¿Me entiendes, verdad?
“Hay que tener mano derecha y mano zurda. Hoy me siento orgullosa de que los hombres se den cuenta de que mujeres talentosas puedan integrar orquestas masculinas como ocurre por ejemplo en Adalberto Álvarez que cuenta con sus hijas, Arnaldo y su Talismán y los grupos de Gerardo Alfonso, Elaín Morales, entre otros que ya han comenzado a tener en cuenta a las mujeres.
En estos momentos, ¿cuál es el formato?
“Como sabes somos catorce mujeres: dos trompetas, dos trombones, una batería con timbal, una tumbadora, un bongó, un piano, un bajo eléctrico, una guitarra eléctrica y cuatro cantantes. “
¿Cuántas tienen hijos?
“Solo cuatro tenemos hijos; la mayoría goza de parejas estables, relaciones estables y hemos contado siempre con el apoyo de nuestras madres, las suegras, los esposos y en particular el mío, es mi brazo derecho, Leonardo Sintes, que es el mánager de la orquesta.
“La familia nos ayuda grandemente, pero en realidad somos fuertes, aguerridas, femeninas, dispuestas a todo. Jajá”.
Yo que las conozco, que las he visto actuar, bailar con su música, agregaría un tin de eso que tenemos las cubanas que tanto gusta a moros, judíos y cristianos; por algo son conocidas por las 'mulatísimas del sabor'.
¿Producción discográfica de Anacaona?
“Tenemos producidos ocho discos por Bismusic, PM Record, Colibrí, Dismedi y Lusáfrica: el primero, en 1991, Anacaona, Ay!!, y a partir de ahí, Cien lindas cubanas, Como un milagro, Lo que tú esperabas, Cuba le canta a Serrat, No lo puedo evitar, De Cuba soy y 85 años defendiendo la música cubana, este del 2017”.
Al igual que sus predecesoras, las Anacaonas han tomado parte en filmes tan célebres como La Bella del Alhambra, de Enrique Pineda Barnet, así como en Vidas Paralelas, de Pastor Vega, y en la coproducción cubano-suiza, Barrio Negro.
“También en documentales sobre nuestra proyección artística, como el realizado por nuestro padre Jorge Aguirre Anacaona 70 Años después que ha sido premiado por la Broad Company Producction; La Ruta del Ritmo de Harry Belafonte y uno sobre la música cubana realizado por la televisora NHK de Japón, entre otros”.
Recientemente cumplió la orquesta 87 años de fundada.
¿Qué representa para Georgia y sus muchachas mantener ese prestigioso legado?
“Esos 87 años son un punto de continuidad, de impulso, de hacer día a día lo mejor. Entran talentos nuevos, mejor preparados, vienen de la ENA, del ISA. Suben constantemente la varilla de la calidad interpretativa y esto es algo que debemos continuamente agradecer al nivel alcanzado por la enseñanza artística cubana en todos estos años, pues ha sido la cantera fundamental para el desarrollo de la orquesta.
“Desde que se nos suman les inculcamos la historia, los orígenes de nuestra orquesta, el respeto a sus fundadoras que forman parten del patrimonio musical cubano.
“En resumen, es un gran compromiso. Nosotras no cantamos cualquier cosa, los textos son analizados: letras, acordes. Interpretamos los números con la sabrosura de las cubanas, fusionamos de manera armónica la tradición y la modernidad, y además aquí en la orquesta se complementan muy bien la juventud y la experiencia”.
¿El presente 2019 para las Anacaonas?
“Mucho trabajo, se realizó felizmente el concierto del Parque Trillo por el aniversario y después se han realizado actuaciones en las diferentes casas de la música en 31 y 2, la de Miramar, la de Fontanar, la de Artemisa; además de conciertos en la Universidad de Santa Clara, en Cienfuegos.
“Fuimos al Primer Festival de la Salsa Cubana en la Ciudad de México, organizado por la gran productora de espectáculos OSESA y Tomeguín Cultural en el Palacio de los Deportes.
“Allí actuamos con Alaín Pérez, Adalberto Álvarez, Issac Delgado, Alexander Abreu con Habana de Primera, Maikel Blanco con su Salsa Mayor y Los Van Van.
“Fue todo un éxito: la música cubana volvió a ser un suceso en ese país, con una excelente acogida del público y la crítica especializada. También andamos ensayando un repertorio para un espectáculo que llevaremos de gira en el verano por España y otros países de Europa.
“A fin de año continuaremos con la segunda parte de una gira por los barrios celebrando el aniversario 500 de la Ciudad de La Habana y preparando un nuevo proyecto discográfico con la Egrem”.
Horas que han parecido minutos junto a estas dos hermanas que forman parte de la cultura cubana sin discusión alguna, continuadoras de una idea. Un verdadero ejemplo de lo que las mujeres podemos hacer y lo digo, como dice Georgia Aguirre, sin feminismo, solo por convicción.
Éxitos para estas catorce mujeres, dignas representantes de aquellas 'Mulatísimas del Sabor' que rompieron esquemas, que se adueñaron de escenarios, que exhibieron por el mundo el calor y la sandunga de las cubanas y que, seguramente, allá donde están los buenos, miran con beneplácito y satisfacción a estas chicas que saben, como nadie, salvaguardar su legado.
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