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El matancero Ariel Martínez se dio a conocer en Cuba como receptor de unos equipos que, a las órdenes de Víctor Mesa, desplegaban formidables etapas clasificatorias y después naufragaban en las postemporadas.
No había que tener vista de águila para percatarse de que el muchacho estaba armado de virtudes a la hora de jugar a la pelota. Sus avances tras el plato se notaban fácilmente, y en el uso del madero exhibía poder y frialdad. El yumurino iba camino de ser un all around, característica poco habitual en los enmascarados nacionales.
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Sin embargo, la afición insular le ha perdido el rastro desde que en marzo de 2018 firmara un contrato con los Dragones de Chunichi, de la Liga Profesional de Japón. Nada o casi nada se ha sabido de él a partir de ese momento, y he aquí que el chat de Facebook ha obrado el milagro de ponernos al día sobre el prometedor enmascarado yumurino.
Del Ariel Martínez que jugó con Matanzas al que ahora se desempeña en Japón, ¿qué cambios hay desde el punto de vista físico o técnico-táctico?
- No creo que haya muchos, porque si bien he entrenado cantidad y el rigor de los entrenamientos de un profesional es sumamente alto, he jugado poco y no puedo definirte qué ha sido lo que más varió en mi juego. Sí me siento con más confianza a la defensa, porque los entrenadores se han concentrado mucho en pulirme los errores. Este año vengo con la mentalidad de mejorar cada vez más.
¿A qué niveles has jugado en la organización de los Dragones? ¿Sabes qué perspectivas inmediatas tiene contigo el equipo?
-Yo siempre he estado en el segundo equipo. Es el único en que puedo estar hasta el momento, porque mi contrato es con el plantel de desarrollo. Los que me trajeron aquí esperan que un día yo pueda recibirles a los buenos pitchers del equipo, pero me parece que eso no está en el proyecto inmediato porque entreno muchísimo pero como te dije juego muy poco. Por ejemplo, ahora mismo el equipo grande está en Lotte, el farm team anda por Osaka, pero yo estoy en Nagoya, que es donde está la sede de la escuadra.
¿Hasta qué punto te has acomodado al cambio de cultura? ¿Cómo te las arreglas con el idioma, la alimentación y las costumbres?
- La adaptación ha sido muy buena. Con la comida no he tenido problema alguno, inclusive hay muchos platos parecidos a los nuestros. Con respecto al idioma, siempre tengo un traductor a mi disposición, pero me he propuesto dominar todo lo que pueda el japonés y también me auxilio con las nociones que tengo del inglés. Lo que más me chocó al comienzo es que no se descansa prácticamente: las jornadas de preparación son super largas, se juega y se sigue entrenando... Sin embargo, poco a poco me fui adaptando y tomando conciencia de que si quiero ser un profesional, tengo que acogerme a ese estilo de trabajo.
¿Quiénes son tus mejores amigos en los Dragones?
- El pinareño Raidel Martínez, a quien conozco hace mucho tiempo. También me llevo bastante con los latinos como Dayán Viciedo, aunque lo veo poco porque está en el equipo élite. En general tengo excelentes relaciones con los japoneses más jóvenes, que siempre se han ocupado de ayudar para que no me sienta solo acá.
¿El sistema de entrenamiento japonés es mucho más riguroso que el cubano?
- Acá se trabaja mucho el físico, sobre todo la parte de la resistencia física para encarar una temporada larga. Si algo caracteriza a esta pelota es la palabra entrenar. Prácticamente solo hay día de descanso cada dos semanas. Yo mismo en las sesiones preparatorias tengo que coger hasta rollings, como si fuera un tercera base. El nivel de rigor de los entrenamientos es mucho más alto que en Cuba.
En una escala del 1 al 10, ¿qué calificaciones te das hoy en los elementos Defensa y Bateo?
- A mí siempre lo que más me ha gustado es batear y es en lo que creo que he sido mejor desde las categorías inferiores. Pero sé lo importante que es la defensa para un receptor y me he responsabilizado con mejorarla a tope, hasta el punto de que he mermado un poco a la ofensiva. Creo que tanto con el madero como con la mascota debo andar por 6-7 en esa escala.
¿Cuáles crees que son tus mejores armas como receptor?
- Mi mayor virtud tras el plato es la inteligencia, creo que he ido aprendiendo a jugar bien a la pelota y reducir todo lo posible los errores tácticos. También me ayuda mucho la estatura, porque les ofrece confianza a los lanzadores y me permite alcanzar lanzamientos descontrolados.
¿Qué te falta por mejorar a la hora de consumir un turno al bate?
- Contradictoriamente, lo que debo hacer es pensar menos en home. A veces me creo que puedo adivinar cada envío y dejo pasar bolas el medio. Para batear lo esencial son los reflejos y la autoconfianza. Acá estoy trabajando bastante con el swing, en busca de conectar más batazos grandes y menos rollings.
¿Qué les ha impedido a los Cocodrilos ser campeones nacionales?
- Creo que siempre sucedieron cosas diferentes cada vez que no se ganó un campeonato. Pero me parece que lo primero era mantener los parámetros de rendimiento de la temporada regular, algo que no se pudo conseguir. A esa hora aparecía gente que quería vestirse de héroe, y no se trataba de eso sino de aportar cada uno para la causa colectiva. Ser campeón con Matanzas es la gran deuda a saldar en mi carrera. Desde niño he soñado con lograr eso.
¿Cuántos años crees que deban pasar para que seas titular en el equipo Cuba?
- No creo que exista una gran diferencia entre los primeros catchers del país y los que vienen detrás en estos momentos. Me siento listo, como mismo se sienten otros. No creo que me falte nada para estar ahí, como no sea tener un año grande, de resultados suficientemente contundentes para convencer a los mánagers que hacen el equipo. Espero que no pase mucho tiempo para eso.
A partir del convenio firmado entre la Federación Cubana y la MLB, ¿te has imaginado alguna vez vistiendo una franela de las Grandes Ligas?
- Ese día se me salieron las lágrimas por la emoción. Son muchos sentimientos que te vienen a la cabeza entonces, empezando por la posibilidad de que un día puedas verte jugando otra vez con compañeros de equipo que en algún momento se fueron a Estados Unidos. El deseo que siempre tuve de ganar campeonatos con el team Cuba ahora sí podría cumplirlo, pues hay muchos peloteros buenos que se incorporarían a la nómina.
Próximo a cumplir 23 años, ¿te sientes satisfecho con la carrera que has desarrollado en la pelota?
- No. Estoy inconforme conmigo mismo. A estas alturas ya uno tiene que empezar a tener resultados, y creo que el progreso ha sido demasiado lento. Siento que se me está yendo el tiempo.
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