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Hay en Pinar del Río un campeonato de fútbol interbarrios que es el más antiguo del país. Su curso se había detenido en el llamado Período Especial –cuando las carencias forzaron a detenerlo casi todo-, pero gente entusiasta lo ayudó a regresar a la vida hace ya más de dos décadas. Al sol de hoy, el torneo aún está vivo.
Jugadores como Maikel Reyes y Jorge Luis Corrales, cuyo talento los ha llevado a rubricar contratos en el exterior, tomaron parte en esta Liga Metropolitana de la tierra del tabaco. No han importado las limitaciones de pelotas, ni el mal estado de las canchas: el entusiasmo le ha podido a todo.
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Sus organizadores, con Francisco Avin Palacios como alma y corazón, han hallado soluciones para sortear las piedras del camino. Y en tal sentido, las ayudas de cubanos emigrantes han resultado pieza clave.
Tal es el caso, por ejemplo, de Ramón Rodríguez Camejo, fundador de uno de los clubes que amenizan el campeonato y residente hoy en los Estados Unidos, quien ha dotado al Napoli Pinareño de camisetas apropiadas para representar al afamado club del Calcio.
“Él siempre soñó con vestir al equipo como debía ser, porque mientras estaba en Cuba pasó mucho trabajo con los uniformes”, señala el ahora director del Napoli, Alexander González Gigato. “Ese sueño lo ha podido cumplir desde allá, y no solo con mi equipo, sino también con otros tres”.
Según el preparador, experiencias similares han propiciado satisfacciones en los clubes Villamil –gracias a uno de sus antiguos jugadores-, y también el Llamazares y el Maica se han nutrido de camisetas enviadas desde el otro lado del charco.
“Lo que hace falta es que esa tendencia continúe”, dice González Gigato.
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