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SANTA CLARA.- La gran revelación de la presente Serie Nacional se llama Yurién Vizcaíno Rodríguez. El poder de su swing ha sembrado el terror en los montículos, y ya muchos lo ven enfundado en la casaca de un team Cuba que extraña la magia de los sluggers naturales.
Su caso no es el del típico talento que despunta con rachas de ciclón. Nada más lejos de la realidad. El zurdo villaclareño se estrenó como pitcher en los torneos domésticos, y una lesión grave forzó su conversión en bateador hace unos cinco años. Sin embargo, a lo largo de ese tiempo nunca pudo enseñar estas armas que ahora saca a relucir en cada juego.
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El hombre representa una explosión en toda regla. Tardía, sí, porque ya tiene 32 abriles en la espalda, pero impactante como pocas en los últimos tiempos. Ha decidido varios choques con frialdad de cirujano. Sus conexiones hacia el jardín de la derecha son balazos. Unos días atrás, en el arranque de la postemporada, le pegó dos jonrones al líder en efectividad del campeonato, y el primero de ellos lo firmó en un solo pie, como un yogui en estado de gracia.
Tan abrupto ha resultado el cambio de actitud madero en ristre que arribó a esta campaña con 79 remolques y ahora cerró el calendario regular con 88. Y dio una docena de jonrones, solo seis por debajo de los que acumulaba de por vida. Para él, está visto, ha llegado la hora del despegue.
¿A qué atribuyes tanta demora para alcanzar un rendimiento de élite?
-El problema es que después que terminé como pitcher me fui de la pelota y estuve tres años sin jugar. Entonces me embullaron para volver porque la gente sabía que yo bateaba, y así empecé poco a poco en la Provincial. Simplemente me han ido saliendo bien las cosas.
¿Quién trabajó contigo en tu alistamiento como bateador?
-Oscar Machado, un ex pelotero estelar, y el profesor Roberto Pupo. Los dos me han aconsejado mucho.
¿Alguna vez imaginaste una actuación como la de este año?
-Le doy gracias a Dios y a Eduardo Paret por lo que me está pasando. Yo no empecé jugando como titular, a mí solo me ponían contra pitchers derechos. A Paret le pedí la oportunidad de batear contra todo el mundo, me la dio y a partir de ahí me ha ido bien contra los lanzadores de ambas manos.
¿Cuáles han sido las bases de tu preparación?
-Trabajo mucho la fuerza en el gimnasio, aunque esa ha sido una cualidad que me acompaña desde chiquito. Pero este resultado también deriva de la preparación que hicimos en la playa y en las lomas de Topes de Collante.
¿Cuántas horas diarias le dedicas a las pesas?
-Son noventa juegos y hay muchos días que uno termina demasiado cansado y hay que bajar un poco la carga. Voy todos los raticos que puedo.
Pasaste de ser un semidesconocido a que la gente vaya al estadio a corear tu nombre. ¿Cómo se siente eso?
-Es un tremendo orgullo. El pueblo me apoya y eso me impulsa a tratar de mejorar.
¿Sales a buscar los jonrones?
-No, yo siempre salgo a pegarle fuerte a la pelota. Los jonrones salen solos. A veces uno sale a dar un fly largo y resulta que se va de jonrón.
¿Te presiona que el público te pida grandes batazos?
-De verdad que yo no me pongo para eso. Cuando me paro a batear solo me concentro en el pitcher y me olvido del público. Que la gente me diga ‘se va’ es lindo porque da la medida de que esperan algo bueno de uno.
Técnicamente se te notan fallas en la mecánica de bateo...
-Yo soy un atleta que no pasó por EIDE ni por nada. Empecé sin técnica ninguna y la he ido mejorando poco a poco.
¿Crees poder perfeccionarla a plenitud, o trabajas en otras direcciones?
-Creo que a estas alturas es difícil mejorar la técnica de bateo, pero sí puede hacerse con la selección de lanzamientos. Si mejoro un poco en ese sentido va a ser complicado sacarme out.
Por ejemplo, para evitar la tentación de las bolas muy altas...
-Exacto. Es mi mayor dificultad, siempre me voy de goloso. Con esa es con la que más daño me hacen. Por eso en las tandas de bateo Paret manda a que me lancen pelotas muy altas, para que yo me contenga de hacerle swing.
¿Cuánto ayuda tu pasado como lanzador a la hora de consumir el turno al bate?
-Mucho, porque me facilita pensar igual que el lanzador. Cuando yo tenía a un bateador en conteo analizaba qué debía tirarle, y ahora hago lo mismo con los lanzadores contrarios. Eso contribuye al éxito en el trabajo, sobre todo cuando estás en conteo o la situación es tensa. Uno piensa como si fuera el que lanzara.
¿Te sientes más cómodo en la primera base o en el jardín izquierdo?
-En el left field. Me gusta coger flys y tirar a las bases. Ahora alterno con Norel González como designado y realmente no me gusta porque me duermo y tengo que estar calentando. Yo soy hiperactivo.
¿Cuáles son los pitchers más exigentes del campeonato?
-Ante todo, el matancero Yoanni Yera. Yo le he bateado bien, pero ese es el zurdo más difícil de Cuba. De los derechos, además de mi compañero Freddy Asiel Álvarez, el espirituano Yariel Rodríguez, que es el mejor talento que hay en Cuba y domina cuatro lanzamientos.
¿Qué posibilidades le ves a Villa Clara en la final que se avecina ante Las Tunas?
-El equipo está bien. Si jugamos como le jugamos a Sancti Spíritus, tienen que fajarse con nosotros. Ellos batean, pero la tanda de nosotros también. Y en el pitcheo estamos por encima.
¿Cuántas temporadas calculas que te queden en la pelota?
-Tú estás viendo mi físico. Yo seguiré hasta que aguante. No sé, tal vez seis años más.
¿Has pensado en la posibilidad de que un día te contraten en el exterior?
-Por supuesto, para eso estoy, a ver si puedo mejorar las condiciones y ayudar a mi familia.
¿Crees que te has ganado el derecho de integrar el equipo Cuba?
-Debo habérmelo ganado. Hay que ver después si los dirigentes me quieren llamar, pero pienso que sí. Hace un tiempo eso ni me habría pasado por la cabeza, pero ahora sí puedo imaginarlo.
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