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Cuba durante décadas, – y aun todavía-, para muchos de mis colegas y conocidos en Colombia, significó muchas cosas maravillosas. Cuba fue como tener un Robin Hood propio con barba y no uno europeo, de verdad y no de leyenda, en una América Latina verdaderamente llena de desigualdades que hoy siguen siendo reales. Cuba fue el deseo de todos o muchos de cambio: elecciones limpias, democracia participativa de todos y para el bien de todos y un nacionalismo que situaría a la clase media en el centro, muy común en nuestros países.
La resultante, 60 años después, una Cuba sin pluralismo, con una agricultura incapaz de alimentar a su pueblo, una economía dependiente de las remesas de los más de 3. 000.000 de emigrantes, un déficit inaudito de viviendas con un nivel de hacinamiento insospechado, un sistema educativo doctrinario y con carencias crecientes cada año de más de 40.000 profesores dada la desmotivación y compromiso de lo que fue una de las profesiones más dignas y valoradas en la historia cubana.
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"El modelo cubano ya no funciona ni siquiera para nosotros", afirmo Fidel Castro en The Atlantic (2010). Es un país enfrentado a distorsiones históricas de la estructura productiva asociado a un modelo monoproductor consolidado con el socialismo con total fracaso de la agroindustria azucarera, que de ser exportador ha pasado a ser importador; de ser pionero en la incorporación de la tecnología en nuestra América como el tren, el teléfono, la prensa, la televisión, el cine, la construcción y otros avances, vemos a una Cuba en los niveles más bajos en la economía, productividad, ingresos per cápita en el mundo pese altos índices de educación y salud.
Cuba nunca materializó la democracia pluralista sosteniéndose un grupo de poder con un solo partido durante 60 años, en donde ese partido está por encima del Estado, el Gobierno y la propia Constitución. La sociedad cubana ha retrocedido en lo que fue una gran conquista al eliminar la prostitución; hoy el turismo sexual es una opción desproporcionada, reflejo de la crisis económica que lleva una crisis de valores muy alta y frustraciones.
Cuba supeditó su proyecto a una persona con profundas convicciones caudillistas e ideas mesiánicas. Cuba fue enganchada a la Guerra Fría como punta de lanza del bloque socialista en América Latina y otros muchos países de África, Medio Oriente y Asía aportando entrenamientos, asesorías y cientos de miles de combatientes que muchas veces murieron sin saber por qué estaban en esos lugares o decepcionados de ello.
Cuba mercadeó un modelo fracasado en Venezuela, Brasil, Nicaragua por citar los más evidentes, aunque pudiéramos mencionar Granada, Jamaica, Angola, Etiopía, Yemen, Irak, Argelia y Libia entre otros, en donde tuvo una directa presencia de esos países.
Cuba 60 años después, enuncia un socialismo de mercado y busca en el referendo del 24 de febrero del 2019 una amañada nueva constitución que defiende perpetuar un sistema de modelo político para una casta neoliberal-socialista cubana integrada por la jerarquía del Partido Comunista y las Fuerzas Armadas como lo ha hecho la mafia castrense y Putin en Rusia.
Cuba, 60 años después, es el país de nunca jamás, de la desesperanza, en donde las primeras generaciones que vivieron la época del auspicio soviético han emigrado masivamente a cualquier parte. Es un país del sálvese quien pueda, en donde el consumismo más banal prima, el desprecio al trabajo, la disciplina y el mérito son ilusiones, estando condicionado a dos factores: la sumisión plena al gobierno o el tener una fuente de ingresos en dólares para optar por un proyecto independiente bajo el capricho y el chantaje del estado no de derecho, sino de una burocracia caprichosa que se mueve bajo la coyuntura y la inoperancia.
El 1 de enero muchos celebrarán el triunfo de la Revolución Cubana. Más bien son 60 años de no evolución en muchos aspectos, lleno de consignas, promesas y caprichos; lleno de justificaciones y pretextos que ustedes saben cuáles son. Cuba entrará en una crisis financiera mucho más en otras partes, pero nunca en su sistema. Se avecina una nueva crisis, un nuevo periodo especial y socialmente todo está por verse… Mientras, Cuba, seguirá como un viejo corcho en el Caribe, flota, pero no se hunde.
A mí me da lástima mi país, tan bello y tan maltratado. Yo no celebro nada y ni ilusiones tengo para su mañana.
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