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El cambio climático, cuyas consecuencias ya se están sintiendo en las costas de Florida, está forzando a sus residentes a emigrar hacia las zonas más elevadas.
Un reportaje de la página web de la Deutsche Welle (DW), emisora pública de Alemania, revela que los precios de las propiedades frente al mar han estado bajando, mientras que los de las tierras altas han ido al alza.
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Los acaudalados han puesto sus ojos en la tierra más elevada de Miami: Little Haiti, una comunidad de inmigrantes haitianos situada en la cima de una cordillera.
Esa tendencia, denominada gentrificación climática, está ejerciendo una presión sobre los vecinos del lugar, donde el mercado inmobiliario se ha fortalecido y los dueños han comenzado a subir los alquileres.
Según denunció Yoca Arditi-Rocha, directora ejecutiva del Instituto CLEO, dirigida a la educación sobre el cambio climático, los barrios que están siendo gentrificados, los cuales están ocupados fundamentalmente por negros, están sufriendo “un enfoque depredador, aprovechando la vulnerabilidad de la comunidad”.
“Estas comunidades no solo son muy vulnerables económicamente, sino que también tienen la vulnerabilidad de la inmigración y problemas sociales”, añadió.
DW conoció a Louis Ramond, un anciano que deberá abandonar el edificio donde reside junto a otros longevos como él, algunos con discapacidades. “Me obligan a irme de donde he vivido durante 35 años”, dijo.
Otra estrategia que utilizan quienes apuestan por la “renovación” del vecindario es la “guerra psicológica”.
El proyecto Magic City Innovation District propone crear un campus con 17 nuevos edificios de viviendas, hoteles y oficinas, además de unos 300.000 pies cuadrados de espacio comercial.
El plan cambiaría totalmente el lugar, formado principalmente por negocios y hogares humildes, muchos con diseños coloridos y llamativos en sus fachadas.
Marleine Bastien, directora del Movimiento de la Red de Acción Familiar, denunció la presión que se está ejerciendo en los dueños de estos locales para que se vayan.
“Los propietarios se enfrentan a las guerras psicológicas más grandes que he visto. Todos los días llaman a sus puertas, diciéndoles que vendan y acosándolos”, dijo.
Uno de ellos es Jan Mapou, de 76 años, dueño de una librería, quien no ha cedido al acoso de los agentes de bienes raíces porque quiere mantener viva la historia en Little Haiti.
“Sabemos que las cosas cambiarán, pero si quieres venir a los vecindarios de la gente, primero debes sentarte con los residentes de Little Haití. Las voces en el vecindario son importantes y deben ser incluidas”, sentenció.
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