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México, 1 dic (EFE).- El nuevo presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, asumió este viernes el enorme desafío de impulsar un cambio radical en el país que acabe con la corrupción, la impunidad y la inseguridad al tiempo que aplicaría costosas medidas sociales en beneficio de las clases más desfavorecidas.
La magnitud del reto es descomunal por los graves problemas que arrastra México con un 43% de la población en situación de pobreza a lo que se une un sistema de corrupción público y privado que atenaza el crecimiento y desarrollo del país.
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En su discurso de investidura, López Obrador prometió resolver de un plumazo todos los males del país comenzando por la corrupción y la impunidad, además de hacer inversiones millonarias en proyectos de infraestructuras y aplicar programas sociales para los jóvenes y las clases más desfavorecidas.
Todo ello, además, con la promesa de no aumentar la deuda pública del país, que se ha multiplicado de manera exponencial en los últimos 18 años.
López Obrador arremetió en su discurso contra las políticas neoliberales de las últimas décadas que han provocado, aseguró, "un desastre y una calamidad" para el país que ocasionó una "inmunda corrupción pública y privada".
Las recetas del nuevo presidente para tamaña empresa se basan en una mezcla de medidas populistas, la austeridad y la apuesta de imponer la decencia en la toma de decisiones para acabar con la corrupción.
La austeridad es parte de la marca política de López Obrador: desde vender el avión presidencial para viajar en vuelos regulares a la rebaja de un 40 % en su sueldo o garantizar que será castigado de inmediato cualquiera de su Gobierno, comenzando por su familia, que comenta la mínima felonía.
El entusiasmo y la fe ciega de sus seguidores es absoluta. Frente a ello el escepticismo es palpable entre gran parte de la mitad de la población que no votó por su partido, Morena, que propugna políticas de izquierdas y de beneficio a los más desfavorecidos.
Frente a la reserva de empresarios y una parte de la población, López Obrador recibió hoy el enorme respaldo internacional al acudir a la ceremonia de investidura la mayor representación internacional que ha asistido a la toma de posesión de un presidente mexicano.
Desde el vicepresidente de EE.UU., Mike Pence, la hija del presidente Donald Trump, Ivanka, al rey Felipe VI de España y los presidentes de Colombia, Ecuador, Bolivia, Venezuela, Cuba y otros representantes de más de 50 países le dieron a López Obrador un respaldo inusitado.
También acudió a la ceremonia el poderoso e influyente empresario mexicano Carlos Slim, considerado uno de los hombres más ricos del mundo.
"No tengo derecho a fallar", afirmó el nuevo presidente en su discurso, en el que prometió además trabajar 16 horas, reunirse con su gabinete a partir de las seis de la mañana y trabajar sin descanso.
Es más, López Obrador prometió también someterse a una consulta de revocación dentro de dos años y medio para que el pueblo decida si prosigue su mandato o se vuelve a casa.
Entre las promesas se incluyen, por ejemplo, bajar el precio de los combustibles, construir una nueva refinería de petróleo, otorgar diez millones de becas a estudiantes y crear cien universidades públicas.
También contratar 2,3 millones de jóvenes como aprendices remunerados en empresas, aumentar la pensión de adultos mayores al doble y con carácter universal, dar un millón de pensiones por discapacidad y ayudas sociales a las clases más necesitadas y sin intermediarios.
El nuevo presidente no ha hecho una estimación del coste de todos estos programas ni de dónde sacará el dinero, teniendo en cuenta que ha prometido no subir los impuestos ni aumentar la deuda del país.
López Obrador apuesta que todo ello lo conseguirá con un trabajo desmedido y la confianza absoluta en el pueblo mexicano.
Y a ello se suma acabar con la violencia en un país con casi 200.000 asesinatos en los últimos seis años y un poder de los carteles del narcotráfico cuyos tentáculos llegan a todo el país.
"A partir de ahora se llevará a cabo una transformación pacífica y ordenada, pero al mismo tiempo profunda y radical, porque se acabará con la corrupción y la impunidad que impiden el renacimiento de México", subrayó ante un pletórico Congreso, dominado por su partido, el Movimiento Regeneración Nacional (Morena).
López Obrador se mostró convencido del éxito de sus promesas.
"Nos vamos a convertir en una potencia económica mundial y, sobre todo, en un país modelo que habrá de demostrar al mundo que acabar con la corrupción es posible", concluyó.
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