Parte de la farándula habanera presume de guardaespaldas con guayaberas y pinganillos falsos

El mercado de los guardaespaldas habaneros estaría en auge, para todos los gustos, precios y niveles de exigencia.

Un bar de la Habana © CiberCuba
Un bar de la Habana Foto © CiberCuba

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Este artículo es de hace 6 años

Tener escolta privada o guardaespaldas se habría convertido en “moda” entre la farándula habanera. Así lo asegura un reporte de Diario de Cuba, que destaca que entre “los nuevos ricos” de La Habana, vestir bien y gastos extravagantes en locales nocturnos ya no es suficiente, y se habría sumado, por tanto, también la costumbre de presumir de seguridad privada.

El mercado de los guardaespaldas habaneros estaría en auge, para todos los gustos y precios y niveles de exigencia.


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Destaca la anécdota de la ex novia de un artista plástico quien relata que algunos guardaespaldas de su ex novio eran deportistas que por 350 CUC al mes estaban dispuestos a cumplir lo que le pidieran, aunque a la hora de la verdad no estuvieran a la altura de las circunstancias.

También en el mercado emergente de los guardaespaldas habría mucho de improvisación, desorganización y falta de profesionalidad. Se cita incluso el caso de “pinganillos falsos”, solo de fachada, para impresionar, que se alternaría con el uso de un vestuario que en algunos casos no prescindiría de las guayaberas, el socorrido recurso que marcó durante mucho tiempo la Seguridad a nivel de Estado.

No obstante, también se cita el caso de grupos muy bien entrenados y organizados, “con planes de emergencia y contingencia, que ya tienen clientes internacionales”, a los que incluso habría recurrido la propia policía cubana para garantizar la seguridad ante la visita de figuras públicas internacionales, como la cantante norteamericana Beyoncé.

Pese a la seguridad que pregona el Gobierno de la Isla como una de las garantías de la sociedad cubana, un entrevistado por DDC, que alterna su residencia entre Miami y La Habana, asegura que La Habana ya no es esa ciudad segura que se pregona, lo que habría vuelto necesario, en su opinión, que quienes tienen dinero en Cuba hagan uso de él en un empleo que a priori parece tan extravagante.

Un testimonio tan alucinante como el de un grupo de guardaespaldas que resguardan un área en una pista de baile parece salido de la ficción, pero podría ser, ahora mismo, una realidad en marcha en la Cuba de hoy.

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