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Ya María Elena desistió de tener una casa con un jardín hermoso. Esa es una realidad a la que renunció hace muchos años pues con el pasar del tiempo las condiciones de su cotidianidad se hacen más adversas para que florezca su sueño. No es banalidad o superficialidad, ella tiene el deseo de tener un hogar hermoso, verde, tranquilo… en el que pasar sus últimos días luego de jubilarse.
Vive en la barriada de Sueño, en Santiago de Cuba, donde todos los meses de julio se realiza el carnaval que arrasa con todo lo lindo del ornamento público y privado, y hace un par de años también en diciembre se hace una feria comercial de fin de año.
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“Antes, después de julio y su carnaval, arreglaba mi jardín, y aunque sabía que otra vez en el verano lo iban a destrozar, al menos un año lo veía hermoso y florecer, pero es que ahora no vale la pena, hace los fines de año una feria que es peor que el carnaval pues dura más de un mes, y a veces los sábados también la hacen, y hacen cualquier cosa menos educar a las personas, a respetar lo que es privado”, comenta esta señora y añade “si haces una carpa donde a los trabajadores no le proporcionas baño, ¿qué harán ellos? Mearse donde pueden. ¿Qué verán las personas? Que los trabajadores del Estado se mean donde quiera y ni se lavan las manos, por tanto, ellos también podrán hacerlo, al final quien sufre las consecuencias es quien ni le preguntaron qué creía de la feria. Yo me siento violentada aún estando dentro de mi casa”.
Nunca nadie preguntó a ningún vecino qué pensaban de las ferias los fines de año, tampoco consideraron sus propuestas para que esta molestara menos, “y las quejas no han dejado de existir, yo soy la primera que siempre lo hago… y ya ni respuesta me dan. Hace pocos días se hizo un proceso de consulta sobre la constitución, y me pregunto, ¿esa herramienta de democracia solo sirve para eso?, ¿por qué no me escuchan si soy una ciudadana que se ve afectada y estoy disgustada con lo que pasa en mi barrio, en las afueras de mi casa durante los últimos días del año?”.
Los jardines son invadidos por las personas que hacen colas o que esperan que saquen un producto, y con ellos conversaciones a decibeles elevados, las aceras y parte de las áreas verdes se convierten en escenario de improvisados hornos y el olor del carbón encendido entra por doquier, cerdos colgados de árboles, sillas desparramadas, cajas, botellas también regadas, venta de cerveza a toda hora… y uno, al interior del hogar, es casi como si estuviera afuera.
Sin embargo, la Feria Comercial de los fines de años es malestar para los vecinos, rayano en la tortura, pero el alivio para muchos otros, una suerte de llovizna dulce que llega en medio de una plaza a pleno sol y atestada de gente.
La Feria que ayuda a respirar
Los días que anteceden a la Feria son bien estresante. Hay quien asegura que es porque lo que venderán, lo ahorran los meses previos. Vaya usted a saber si es o no verdad.
Lo cierto es que ya se ha hecho habitual por estos lares guardar en la “guanaja”, como jocosamente algunos se refieren al hecho de ahorrar dinero, y comprar en estos días de feria lo que necesitas para el fin de año y hasta para hacer un baño.
“Ha sido positivo la cantidad de cosas industriales, algunas ropas, herrajes para plomería.. aunque vamos a estar claros, nunca hay todo lo que realmente necesitas, pero algo es algo”, comenta un santiaguero que lleva al hombro algunas tuberías para la instalación del agua.
Sin embargo, no todos dicen lo mismo.
“Una feria de fin de año no puede ser para vender cosas que haya que consumir ese mismo día, por ejemplo, tiene que haber embutidos, enlatados, cosas que de una u otra forma tengan que ver con la idiosincrasia del cubano y sus costumbres para celebrar el fin de año. En esta ocasión casi todo es para comer el mismo día”, sentencia una señora de esas que desde que amanece está en la calle “resolviendo”.
“Faltan esos lugares donde vender viandas, vegetales, más puntos de venta de carne, pues los pocos que han puesto no dan abasto y hay mucha matazón de gente, faltan esos productos que la gente agradece para fin de año, por ejemplo, los cerdos completos para ser asados, o las piernas porque algunos preferimos asar piernas, y todo eso lo vimos el año pasado”, explica otro santiaguero.
“Es casi lo mismo en todos los quioscos y lo mismo que hay en las tiendas. Qué pasa, que el año anterior la feria tuvo gran variedad de cosas, fue mucho mejor, aunque bueno, tampoco ni ha iniciado el mes de diciembre, hay que esperar”, sentencia otra santiaguera.
Mientras los santiagueros esperan ver qué sorpresas trae la feria este año, pues de ello depende en gran medida lo que lleven a los platos de la mesa en diciembre y enero, y muchos caminan las diferentes cuadras buscando entre lo regular aquello que tenga buen precio o que casi esté desaparecido, lo cierto es que no ha llegado a las expectativas de quienes nacieron en esta tierra, y sí deja decepciones por lo desabastecida.
Todos tienen la esperanza de que sea solo una cuestión temporal y que el “regalo” que se recibe para despedir el calendario tenga mucha mayor variedad, pues a decir verdad, la del año anterior estuvo mucho mejor, y aún está en la memoria popular.
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