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¿El gobierno cubano se está quedando sin periodistas?

Tras estudiar un lustro en la universidad, y cumplir luego sus años de servicio social, los periodistas tienen un sueldo nominal que no rebasa la mitad del salario medio en Cuba. Si a ello se suma la férrea censura de que son objeto esos profesionales, las perspectivas no pueden ser más desalentadoras.

Un hombre lee la prensa oficial cubana © CiberCuba
Un hombre lee la prensa oficial cubana Foto © CiberCuba

Este artículo es de hace 5 años

A pesar de que la licenciatura en periodismo es una carrera que se estudia actualmente en varias universidades del país, ello no ha garantizado en modo alguno la permanencia de profesionales jóvenes en las redacciones del gobierno.

Las nóminas de los medios oficiales de prensa hoy están totalmente envejecidas, con profesionales al borde de la jubilación, y sus materiales periodísticos generan menos interés que las tablillas micénicas del siglo IX antes de Cristo.

La Universidad de Oriente convocó recientemente a todos los aspirantes a estudiar periodismo a darse cita el sábado 17 de noviembre, y dejó bien claro en una nota de prensa que a partir de este momento se trataba de una “carrera pre otorgada”, lo que equivale a decir que solo bastará pasar la prueba de aptitud y luego aprobar con un mínimo de 60 puntos los exámenes de ingreso a la educación superior.

Según la información ofrecida al semanario santiaguero Sierra Maestra por Viviana Muñiz Zúñiga, coordinadora de la carrera de periodismo, los interesados debían presentar, además, avales del centro educativo precedente, y tener más de 90 puntos como promedio académico en sus años de bachillerato.

La convocatoria pretendía ser un tamiz efectivo que permitiera distinguir entre la masa de aspirantes a aquellos mejor identificados con “los valores y principios ideológicos que rigen nuestra sociedad socialista”, o como señalara una joven periodista hace solo unos días: “aquellos que acaten incondicionalmente las directrices de arriba y estén dispuestos a comer tierra si fuera necesario”.

Como vemos se trata de una “prueba de actitud” más que de aptitud, pues con ella se privilegiarán las “actitudes político e ideológicas y revolucionarias” por encima de cualquier habilidad y competencia intelectual.

La licenciatura en periodismo es quizás la carrera universitaria con más estudiantes expulsados en los últimos años, siendo el caso de Karla Pérez en la Universidad Central de Las Villas el más conocido por su alcance mediático, pero no el único.

Sin embargo, en la propia provincia donde se produjo la expulsión de la joven ahora se buscan periodistas desesperadamente.

La dirección provincial de la UPEC en Villa Clara ha lanzado una convocatoria a través de la emisora radial CMHW convocando a todos aquellos interesados en cursar un diplomado de reorientación laboral hacia el periodismo, quienes luego de algunos meses de estudios podrían obtener una plaza en los medios noticiosos del territorio.

Eso sí, entre los requisitos se debe “tener una conducta moral, ética y revolucionaria, acorde a los principios de nuestra sociedad”, precisa la convocatoria, a la que solo le faltó decir: ¡No queremos más Karlas!

Los irrisorios salarios son la causa fundamental del éxodo de los egresados; sin embargo, en el pasado Congreso de la UPEC el presidente cubano les dio bola a los periodistas, con un ardid retórico disfrazado de elogio. El recién designado presidente aseguró que no había profesionales más capacitados que los periodistas revolucionarios para comprender que no era posible un aumento salarial. Y sin lugar a dudas esas palabras conmovieron a no pocos delegados.

Tras estudiar un lustro en la universidad, y cumplir luego sus años de servicio social, los periodistas tienen un sueldo nominal que no rebasa la mitad del salario medio en Cuba, fijado ahora mismo en 740 pesos, según los cálculos de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información, ONEI.

Si a ello se suma la férrea censura de que son objeto esos profesionales, ya que el departamento ideológico del comité central del partido traza desde sus burós lo que se debe decir y lo que no, las perspectivas no pueden ser más desalentadoras.

Es normal entonces que los recién graduados decidan migrar a otros sectores económicos mejor remunerados, como el del turismo y el cuentapropismo, o colaborar con medios alternativos de prensa con pagos razonables y donde pueden ejercer sus criterios libremente, a pesar de estar expuestos a una franca persecución y hostigamiento por parte del aparato represivo de la seguridad del estado. Eso, si es que no deciden marcharse de la isla, como la inmensa mayoría de los jóvenes cubanos.

Si bien el gobierno no reconoce el fenómeno, como vemos, ya ha comenzado a adoptar medidas desesperadas con el objetivo de asegurarse el completamiento de las plantillas en sus medios de propaganda, sin prestar demasiada atención a la desprofesionalización creciente en los mismos, pues como dijera una joven graduada: “No necesitan profesionales con demasiadas luces, este es el periodismo que les gusta, el que no los cuestiona, el que solo produce titulares fundamentalistas, enternecedores y parcializados, ese es en definitivas el periodismo que les conviene”.

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