"Somos más de 11 millones de cubanos comiendo arroz mañana, tarde y noche"

Cuba necesita unas 700.000 toneladas de arroz al año para satisfacer la demanda nacional. Casi 400.000 son importadas y en la Isla se producen unas 255.000, de las cuales 197.000 se reparten por la libreta. Pero el arroz criollo no gusta: se empegota, huele mal y hay quienes consideran que debería destinarse al consumo animal.

Arroz brasileño consumido en Cuba. © Nora Borges
Arroz brasileño consumido en Cuba. Foto © Nora Borges

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Este artículo es de hace 6 años

Para los cubanos de hoy, más que las telenovelas, el fútbol o la samba, la mejor cosa que viene de Brasil es el arroz. El cereal importado desde el gigante sudamericano se encuentra entre lo más buscado en los mercados que venden alimentos 'por la lilbre' en la Isla.

Datos oficiales revelan que un cubano consume al mes como promedio unas 11 libras de arroz, lo que se traduce en una demanda nacional de no menos de 700.000 toneladas anuales. Y ahora mismo en la nación caribeña, que importa alrededor de 400.000 toneladas de arroz cada año, el brasileño están en el número uno del ranking de los mejores arroces.


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De acuerdo con cifras de la Oficina Nacional de Estadísticas, en 2017 el país registró una producción de 255.000 toneladas de arroz para consumir, de las cuales 197.000 se destinaron a la canasta básica normada del Ministerio de Comercio Interior.

"Lo que ocurre es que el peor arroz es el que viene a la bodega. Nos dan por la libreta (de racionamiento) siete libras por persona al mes, pero muchas veces lo traen con peste y sucísimo. Hay que perseguir el brasileño o el uruguayo porque son arroces limpiecitos y que casi ni tienen que lavarse antes de cocinarlos. Además, se desgranan de maravilla, sin empegotarse", afirma María Eugenia, de 64 años.

Según explica esta ama de casa, el arroz criollo lo cuela primero para quitarle toda la tierra y luego lo hace con poca agua, pero siempre queda pastoso. Lo que da es ganas de tirárselo a las gallinas porque viene con mal olor y aunque lo laves 20 veces te queda carmelita. En Cuba después de la Revolución nunca se cosechó buen arroz. Recuerdo que en mi casa cuando yo era joven comprábamos por cinco pesos una bolsa de cinco libras de un arroz soviético riquísimo, que era blanquito y no tenía machos".

Al respecto, agrega Carmen, vecina de Centro Habana, que "a nadie le importa que el arroz que llegue al pueblo sea de primera, como el que va para los hoteles. A los cubanos nos toca el arroz partido y lleno de partículas extrañas, que hay que cesnirlo y escogerlo media hora antes de poder cocinarlo".

"He probado todos los importados y el vietnamita es el peor de todos: hace como una espuma cuando uno lo lava y lo cocina. Cualquier tipo de arroz liberado cuesta lo mismo: cuatro pesos cubanos la libra, pero quienes pueden, fundamentalmente los cuentapropistas, se llevan el brasileño por sacos".

"Lo ideal sería poder variar nuestra dieta. Si hubiera más carne, vegetales y frutas para comer uno no tuviera que matar el hambre con el arroz. Somos más de 11 millones de cubanos comiendo arroz mañana, tarde y noche", se queja.

A pesar de que las autoridades cubanas aseguran que la Isla producirá 400.000 toneladas de arroz en 2020 y unas 600.000 toneladas anuales entre 2023 y 2025, todavía no cosecha ni la mitad del arroz que necesita.

No pocos especialistas defienden que en vez de centrarse en llegar a autoabastecerse de arroz, un plato básico en la alimentación de la familia cubana, el gobierno debiera importar ese cereal y dedicar las tierras a sembrar otros cultivos.

Desde la óptica del ingeniero agrónomo Gustavo, "si bien es un alimento fundamental en nuestra mesa es una locura pretender que la agricultura gire en torno al arroz porque es un cultivo que necesita demasiada agua y en Cuba muchas veces hay sequías prolongadas. Además, el arroz que se da aquí es malo.

"Si para producir 400.000 toneladas de arroz hay que gastar más de 2.000 millones de metros cúbicos de agua, para sembrar las 700.000 toneladas que hacen falta para autoabastecernos habría que emplear unos 4.000 millones de metros cúbicos de agua, casi la mitad del agua embalsada en el país", apunta.

"Si para producir 400.000 toneladas de arroz hay que gastar más de 2.000 millones de metros cúbicos de agua, para sembrar las 700.000 toneladas que hacen falta para autoabastecernos habría que emplear unos 4.000 millones de metros cúbicos de agua, casi la mitad del agua embalsada en el país", apunta.

Asimismo Rodolfo, administrador de un mercado campesino en La Habana, destaca que "hoy en el mundo los cereales se comercializan empaquetados, secados y con granos seleccionados. ¿De qué vale producir toneladas y más toneladas si el arroz no tiene la calidad requerida para venderlo? En Cuba producimos un arroz que solo está apto para el consumo animal, no humano".

"Podríamos dedicarnos a llenar el país de frutas tropicales para luego exportarlas en vez de concentrarnos tanto en un arroz que no sirve. Nos pasamos la vida inventando y escuchando a jefes oportunistas y mediocres que nunca atienden a la lógica. Hay cosas, como el arroz, que cuesta más producirlas aquí que importarlas", concluye.

Para el productor agrícola Julio Alfredo, de 49 años, "al igual que la caña de azúcar, el arroz es un producto de esclavos, cuya cosecha funciona muy bien para países sobrepoblados y con tierras fértiles como India y China, pero no en una islita como Cuba, donde ni siquiera el pago de los trabajadores se entrega en tiempo".

El forista Carlos Gutiérrez defiende en Cubadebate que "Cuba pudiera producir casi todo el alimento que necesita y generar excedentes de algunos productos en cantidad suficiente para exportarlos y comprar con ese dinero lo que no se pueda producir por razones climáticas u otras causas. Sólo hay que abrir la mente, perderle el miedo a que la gente gane todo el dinero que sea capaz de ganar con su propio esfuerzo y liberar las fuerzas productivas, encadenadas hace más de medio siglo por políticas erradas y obsoletas. El problema de la agricultura cubana es mucho más subjetivo que objetivo", acota.

El mismo Ministerio de la Agricultura ha reconocido que a partir de 1960 la producción de arroz en Cuba disminuyó porque dejaron de adquirirse las buenas semillas que provenían de Estados Unidos, así como porque se hizo más fácil adquirirlo en el mercado externo y se le dio prioridad a otros cultivos.

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