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Mientras algunos recuerdan la fiesta de ron bautizado con agua y la caldosa hecha con orejas y hocico de cerdo sucio; otros recuerdan con horror el daño que esa organización le causó a su familia, a su vida. Posiblemente la mejor arma del castrismo: los CDR (Comité de Defensa de la Revolución).
Yo recuerdo, un día llegué a casa y mi madre estaba sentada en la sala pensando. Le pregunté: "¿Mami en qué piensas?" Abrió sus manos como quien abre su corazón y me mostró un arrugado billete de 100 dólares. Un billete que había tenido en sus manos casi por media hora. Enseguida le pregunté: ¿Y eso? ¿Dónde lo encontraste?, y casi con lágrimas en los ojos, como quien aún no cree en los milagros, me contó:
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"Estaba en la casa y tocaron a la puerta. Una señora a la cual no conocía de ninguna parte. Una persona que en cuanto abrí la puerta me dijo ¡Sonia! Y me abrazó llorando. Yo me quedé un poco contrariada porque no reconocía a la mujer, pero la abracé igual. Luego del abrazo más largo de mi vida, se separó y me dijo: "¿No te acuerdas de mi?". Mi madre, como es una mujer sincera, le respondió que no, que por favor le explicara. La señora le explicó todo, le comentó que era una vecina suya de cuando ella recién se había mudado al barrio. Mi madre en ese momento la recordó y la invitó a sentarse.
La señora le dijo: "Recuerdas aquel día en que me hiciste un favor muy grande?". Mi madre casi no recordaba qué había sido tan grande, tan fuerte. "Yo vine del trabajo y tú me contaste que el cartero estaba como loco buscándome para entregarme un sobre y yo no estaba en la casa", argumentó la muchacha. "El cartero fue al CDR y la persona que en aquel momento era la presidenta se negó rotundamente a recibir el sobre en mi persona. Simplemente me odiaba, por gusana, por escoria y lo peor fue que era mi mejor amiga. Tú te ofreciste a recibirlo por mí y cuando llegué me lo entregaste. ¿Sabes qué era ese sobre?. "No", respondió mi madre intrigada. "Ese sobre era mi salida del país, respondió con lágrimas en los ojos aquella turista. Si no llega a ser por ti jamás me hubiera ido de Cuba", dijo ella volviendo a tomarle las manos a mi madre y terminó diciéndole: "Por favor, acepta esta pequeño regalo, aunque no es mucho para una gran persona como tú. Te lo entrego de corazón. Este es el primer lugar que visito en Cuba, tu casa: gracias por no permitir que una ideología absurda apagara ni tu corazón ni tu razón".
Después de ese día yo entendí que muchos festejan la fiesta de los CDR como algo que une a los vecinos. Yo sin embargo, lo recuerdo como la organización que dividió a los cubanos para siempre.
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