Apenas pasados cinco días desde que se le quitó el dengue, después de haber bajado algunas libras, Manuel recuerda que los primeros síntomas fueron musculares y articulares y las fiebres más altas que ha tenido en su vida. Luego llegó un malestar general (sobre todo dolor en los ojos), muchas náuseas y un asco que no le dejó comer en casi una semana.
Este zapatero de 45 años fue al policlínico más cercano a su casa porque llevaba rato con fiebre. "Me sacaron sangre y determinaron que debía ingresar en el hospital Julio Trigo, que es adonde van los enfermos en cuarentena, para hacerme una prueba más especializada y saber si era dengue. Tuve que pasar tres días allí y no me hicieron ningún examen hasta la hora de darme el alta".
De acuerdo con lo que vivió en la instalación hospitalaria, "daban jugo de zanahoria en las meriendas y pan solo con leche aguada en los desayunos, y nada más podíamos ver a los familiares de lejos cuando venían a traernos comida. Allí ingresan a todo el que tiene fiebre, da igual el cuadro clínico. Había, por ejemplo, un médico del propio hospital que tenía placas en la garganta y otro hombre que padecía de mucha ardentía al orinar. Evidentemente sus fiebres provenían de otras causas, pero daba lo mismo".
Marta Julia estuvo ingresada en el mismo lugar hace un mes. "Si te resistes a eso te llevan por la fuerza con la ayuda de las autoridades policiales y del propio personal de salud. Conmigo había una señora que se había ido del hospital por su cuenta y la fueron a buscar donde vivía y la volvieron a ingresar diciéndole que si volvía a irse la acusarían por negligencia al propagar una epidemia, le aplicarían una multa y la podían hasta llevar a la cárcel".
Si bien la esencia de la prevención y el control de virus como el Dengue, el Zika, el Chikungunya y la Fiebre Amarilla, transmitidos por el Aedes Aegypti y con fuerte presencia en el continente americano, radica en la responsabilidad de las familias, "últimamente fumigan solo cuando hay un enfermo. No resolvemos nada con tener todo bien en nuestra casa y que el mosquito que cría el vecino nos contagie", comenta el pensionado Alberto, de 69 años.
Fuentes oficiales indican que en la Isla no se reporta Chikungunya desde hace dos años y la Fiebre Amarilla está eliminada desde 1909. Sin embargo, sí hay brotes de transmisión de Dengue y Zika en varios territorios del país. El pasado julio las autoridades cubanas confirmaron incluso la existencia de uno de dengue hemorrágico.
A tenor con la enfermera capitalina Maylín, de 37 años, a pesar de que las temperaturas y lluvias propias del verano facilitan que el mosquito Aedes Aegypti se reproduzca, no hay suficientes medidas profilácticas y "la fumigación solo se hace después de que se sabe que hay gente infectada, pero no antes de eso".
"Si el Estado no toma medidas más rigurosas urgentemente, las arbovirosis o enfermedades transmitidas por mosquitos seguirán proliferando con rapidez. No solo basta con la inspección de las casas y la eliminación de agua estancada, sino también con la fumigación constante. Las enfermedades tropicales solo pueden combatirse con el apoyo de todas las instituciones de salud", resalta.
Por otra parte, Laura, cuya hija de siete años tuvo dengue, asegura que "vivimos en un país de personas negligentes y el agua se acumula en diferentes puntos. Los vectores están por doquier y para evitarlo solo hay que respetar elementales normas higiénico-sanitarias.
"Donde yo resido en el Cerro no se lucha eficientemente para acabar con los mosquitos. A mi casa vinieron a fumigar diez días después de salir del hospital con la niña. Deberían coger a todos los vagos que están en la calle sin vínculo laboral y ponerlos a trabajar en la campaña antivectorial", agrega.
Tal como reconoció recientemente a Granma el doctor Francisco Durán, director nacional de Epidemiología del Ministerio de Salud Pública, se ha producido un incremento de criaderos de mosquitos relacionado "con los problemas de saneamiento que existen en lugares públicos, algunos centros de trabajo y en los patios de muchas viviendas donde se deposita agua.
"A eso se une el calor, cuyo efecto es el de acelerar el ciclo de vida del mosquito, que en consecuencia se hace más corto y provoca que se eleven los índices de la enfermedad", acota.
"Estamos cansados de oír decir que enfrentan a los mosquitos con fumigaciones semanales, inspección de viviendas y el pesquisaje de la población. Sabemos que pasan meses sin que alguien se inmute para matar mosquitos. Lo mejor que uno hace es evitar por todos los medios que nos piquen", concluye Alicia, una ingeniera industrial residente en La Lisa.
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