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La madrugada del 12 de septiembre de 1998 el FBI precipitó la caída de la red “Avispa” formada por, al menos, 27 oficiales y agentes cubanos en USA y a la que venía monitoreando desde 1993, cuando Edgerton Ivor Levy llegó de La Habana y avisó a la contrainteligencia norteamericana.
El gobierno USA no tenía intención de reventar la red, fiel a su estilo de abrir el jamo e ir dejando que vayan entrando pejes de todos los colores y tamaños; pero el derribo de dos avionetas de “Hermanos al Rescate” (HAR) y la insistencia de Héctor Pesquera, entonces Jefe del FBI en Miami, dieron al traste con las actividades de aquellas avispas, monitoreadas de cerca en sus colmenas y radio de acción.
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De los 27, varios escaparon a Cuba, otros pactaron colaborar con la Fiscalía a cambio de reducción de condenas y cambio de identidades, unos pocos fueron deportados, incluidos diplomáticos ante Naciones Unidas, y 5 recibieron diferentes condenas, incluida cadena perpetua, que fueron extinguidas con la gracia de Obama como parte del restablecimiento de relaciones diplomáticas.
El gobierno cubano, lejos de reconocer el fiasco y la novedosa traición de agentes suyos en territorio enemigo, convirtió a los 5 en objeto de propaganda política mundial, usando el argumento de que no buscaban información sensible norteamericana sino luchar contra “terroristas” del exilio cubano.
Una verdad a medias, pues entre los objetivos de la red Avispa quedó probado en los tribunales sus fallidos intentos de penetración en el Comando Sur y en las base aeronaval de Boca Chica, en Cayo Hueso. La propaganda cubana se avivó con los ataques terroristas al Pentágono y las Torres Gemelas, pero decayó con la captura y condena de Ana Belén Montes, la principal experta en temas cubanos del aparato militar norteamericano.
La postura cubana tenía cierta lógica como argumento de la defensa jurídica en un sistema como el europeo, donde el acusado puede mentir para intentar eludir condena o aliviarla; pero nunca en el Derecho USA, donde mentir es delito.
Y tenía el inconveniente de que luchaba contra la abundante información que el FBI había ido recopilando pacientemente a lo largo de tres años con “visitas” a las casas de los miembros de la red y con los datos que le suministró Edgerton Ivor Levy, “Ariel” para la Inteligencia cubana, que ignoraba el monitoreo del FBI.
Sorprende que en esos cinco años de vigilancia permanente, los espías cubanos no hubieran detectado la actividad enemiga ni que contaran en sus casas con medidas de contra chequeo para detectar intrusos, como le ocurrió a Ana Belén Montes, cuya casa fue registrada y encontradas hasta las claves y lugares donde se encontraba con los oficiales de enlace y la dirección de un museo en Cuernavaca, México, donde debía llegar en caso de quemarse y donde nunca llegó.
La compartimentación tampoco fue cuidadosa entre las Avispas cubanas, pues algunos se conocían entre sí, intercambiaban correos electrónicos en los que usaban el lenguaje de barricada habitual del castrismo y Hugo Soto (Roco) llegó a contarle a Ivor Levy (Ariel) que había suministrado las armas para un atentado fallido a Luis Posada Carriles.
Edgerton Ivor Levy está jubilado de un empleo estatal y ha escrito un libro sobre sus años de espías, que no son solo del 1993 a 1998.
Reacio a hablar, solo ha concedido un par de entrevistas a Oscar Haza (A mano limpia) y a Wilfredo Cancio Isla (Martí Noticias), que vivió el proceso judicial desde la redacción de El Nuevo Herald, que designó a Rui Ferreira, portugués recriado en La Habana, donde trabajó en la sección de Prensa de la SINA y exiliado en USA, para cubrir el juicio a los 5.
La Habana ha nombrado a los 5 en diferentes cargos del aparato gubernamental, los condecoró como Héroes de la República de Cuba, eligió a dos para ser diputados a la Asamblea Nacional y guarda silencio sobre su mayor fiasco de Inteligencia en décadas, que viejos oficiales cubanos atribuyen a la falta de profesionalidad de la oficialidad proveniente de la Contrainteligencia Militar, experta en otras lides, y que ha tenido que aprender con el trabajo operativo en marcha.
La caída de la red Avispa, de Ana Belén Montes y de los esposos Myers, que durante 30 años pasaron secretos del Departamento de Estado a Cuba, fueron consecuencias de la destrucción del antiguo MININT acometida por Raúl Castro y su círculo de confianza, tras las Causas 1 y 2 de 1989.
Ramón Labañino exigía a Ivor Levy resultados en su trabajo operativo y lo apremiaba, fiel al manual cubano de intentar obtener resultados en el menor tiempo posible y con costes económicos aquilatados, presión que Labañino salpicaba con su carácter virulento y amenazas de devolverlo a Cuba. Todo ello, grabado tranquilamente por el FBI.
A la espera del libro de Edgerton Ivor Levy, escrito entre 1999 y 2013 y aun inédito, de que USA desclasifique los interrogatorios a Ana Belén Montes y a los esposos Myers, y La Habana desvele sus cartas en todo este asunto, tendremos que conformarnos con datos parciales y aislados y elucubrar con incógnitas que persisten dos décadas después.
¿Qué papel desempeñó “Laura” la esposa de “Ariel” en todo el entramado, o fue una simple acompañante? ¿Cómo consiguieron salir de Cuba los hijos mayores de ambos en anteriores matrimonio? ¿Contaron con ayuda norteamericana en su escapada?
¿Por qué el Centro ordena a los esposos Santos (en USA con nuevas identidades y protegidos por su colaboración en la investigación y juicio) que dejen Puerto Rico y acudan a USA a realizar un levantamiento topográfico de la futura sede del Comando Sur?, una de las obsesiones cubanas.
Quizá una confesión de Ivor Levy a Wilfredo Cancio Isla ayude a entender algo de la dinámica que lo llevó a USA, aún con el convencimiento pactado entre marido y mujer de no hacer daño al país que los acogía como supuestos balseros, pero que no lo ha librado de temores por la inseguridad a la que sometía a su familia desde su salida de la base de Tropas Especiales en el oeste habanero hasta hoy mismo.
“El verdadero objetivo del espionaje cubano en Estados Unidos es el trabajo de penetración e influencia en las esferas de Gobierno, militar, académica, medios de prensa y organizaciones sociales”, dijo Igor Levy a Wilfredo Cancio Isla, en 2013.
Y tiene lógica, Cuba ha tenido que defenderse sabiendo que no siempre contaba con el apoyo soviético para sus acciones y en la fecha en que estos hombres y mujeres vivieron su epopeya, la isla estaba sola en un mundo unipolar, que quizá por eso compró parcialmente la versión habanera de que los 5 luchaban contra el terrorismo anticastrista y no se trataba de David contra Goliat, o sí, pero eso también le cuadra a la opinión pública y publicada de buena parte del mundo.
Pero el agente “Ariel” lo tenía tan claro que cuando contactó al FBI solo puso una condición: 'quiero hablar con oficiales norteamericanos, no voy a hablar con nadie de origen latino'.
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