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En medio del intenso calor de un verano que no parece acabar, los cubanos no encuentran sosiego en la sombra de un portal y, mucho menos, en el interior de los pocos negocios climatizados que existen.
Por el contrario, comprar en algunas shoppings se ha convertido en una pesadilla para muchos.
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El concurrido ajetreo que distingue a la TRD Siboney, del bulevar de Santa Clara, de pronto se vio paralizado en la mañana del sábado, cuando los clientes sintieron el grito alarmado de una mujer que pidió socorro, al ver como cerca de ella se desmayaba una abuela.
Enseguida dos hombres levantaron a la señora de aproximadamente 70 años y la condujeron fuera del local. ¿La causa? El agobiante calor en el interior del establecimiento.
Una buena parte de las tiendas recaudadoras de divisa de Santa Clara hoy trabajan sin climatización, y tanto los clientes como los tenderos sufren por igual de lo que puede considerarse otro sinsentido del gobierno: “hay que apagar los aires porque estamos pasados en el consumo”, comenta resignada una dependienta que con la mano derecha manipula la caja, y con la izquierda agita un improvisado abanico de cartón.
Hay que apagar los aires porque estamos pasados en el consumo
“Llevamos como 15 días así. El calor nos está matando y ni siquiera nos dejan prender un ventilador. Los clientes se quejan con toda razón porque esto no hay quien lo aguante ya”, explica otra cajera, que además nos asegura que durante la última semana tres personas se desplomaron en el interior del establecimiento.
“No digo yo si se van a desmayar si esta tienda tiene varios metros de largo y no hay ni una sola ventana, solo la puerta de salida, porque en la puerta de entrada tenemos una cafetería” argumenta ella.
Sin embargo, esto no sucede solamente en la TRD Siboney. Algo similar se aprecia en otras shoppings del propio bulevar santaclareño, como es el caso de El Siglo XX, La Reina, y la recién inaugurada Agua y Jabón, donde los trabajadores se amontonan en las puertas de acceso, ofreciendo una imagen de tanta sofocación que pocos se sienten motivados a pasar al interior.
“Si vas a un banco o al correo es igual, los aires acondicionados están apagados. Los trabajadores tienen ventiladores en las cajas o taquillas, pero los clientes tienen que aguantar callados la falta de ventilación. Parece que olvidaron que estos locales fueron diseñados para estar climatizados”, asegura otra señora que bate su abanico en el portal de este último establecimiento mientras aguarda la salida de su hija.
“Pero puedes estar seguro de que los jefes sí tienen los aires de sus oficinas encendidos. Ellos sí pueden, pero el pueblo ¡que se joda!”, sentencia.
En medio de las dificultades energéticas que afronta el país, a partir de la crisis venezolana, según fuentes gubernamentales consultadas, el gobierno ha dado orientaciones de reducir el consumo en el sector estatal y los espacios públicos, afectando lo menos posible al sector residencial, para evitar un estallido social.
No pocas comunidades cubanas, barrios y hasta importantes arterias citadinas se ven privadas de alumbrado público, otra de las medidas calladas que toma el gobierno para reducir el consumo energético.
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