Berlín, 25 ago (EFE).- Durante siete minutos evolucionan en torno a un mástil plantado en el escenario y el número concluye con una acrobacia única: una bandera humana, un despliegue de "pura fuerza", que Leosvel y Diosmani ensayan estos días en Berlín.
Los dos acróbatas cubanos vuelven a izar esta particular bandera ahora en la capital alemana, conscientes de que otros colegas de profesión quieren hacerse con el secreto, para copiárselo, de un número circense que ellos realizan con la máxima dificultad.
"No hay secreto, lo único es ir al gimnasio todos los días", dice a Efe Leosvel, 37 años y natural de Pinar del Río, en el occidente cubano, en una pausa en los ensayos del espectáculo en el que participan en el histórico Wintergarten berlinés.
"Lo llaman el palo chino y dice que ellos fueron los primeros en hacerlo", concede sobre el origen del número este gimnasta de formación, residente desde hace 19 años en México como su compañero de mástil.
Diosmani tiene 42 años, es de Camagüey y reconoce que ya la edad comienza a hacer más difícil esta acrobacia aunque Leosvel recuerda que ambos han conseguido mantener un "nivel muy alto".
Los dos llegan al espectáculo "Staunen" (Asómbrense), que el local berlinés estrena a final de agosto para representarlo durante seis meses, con un currículum lleno de reconocimientos, como el que obtuvieron en 2013 en Mónaco, el Clown de Plata, en el Festival Internacional del Circo de Monte-Carlo.
Bandera, parada de manos y equilibrio de fuerza sobre una mano sobre el costado de Leosvel es la sucesión de elementos en la demostración acrobática que ambos protagonizarán ante un público que, como es tradición en este tipo de espectáculos en Berlín, podrá estar degustando la cena en ese momento o consumir una bebida.
Por su parte confiesan que cuando regresan de visita a Cuba se tienen que resistir a la tentación para no acumular kilos y Leosvel recuerda cómo su madre le pide que se alimente bien y abundantemente, pero la cosa está clara para ambos: sin estar a tope de forma el número no sale.
Que los cubanos se exhiban en el Wintergarten responde precisamente a la tendencia vigente en este tipo de espectáculos, donde los artistas proceden ya no solo de Rusia, Ucrania o China, sino que los hay de todas partes del mundo.
Así lo explica a Efe Georg Strecker, director del establecimiento berlinés, encantado de poder contar con Leosvel y Diosmani para "Staunen".
"Los artistas vienen de todo el mundo pero actualmente muchos proceden todavía de Rusia y Ucrania, países donde prácticamente había un apoyo estatal y donde se puede decir que se fabricaban artistas en cadena, igual que producían deportistas olímpicos", cuenta Strecker.
El legendario local que en su momento de máximo esplendor se situaba no lejos de la estación de ferrocarril de la Friedrichstrasse, surgió en torno a 1870, el mismo año en el que se construyó el edificio que ahora lo aloja en la Potsdamerstrasse.
El Wintergarten original quedó destruido durante la II Guerra Mundial por un bombardeo en junio de 1944 en el que desapareció su espectacular bóveda estrellada, iluminada con decenas de bombillas que habían hecho del lugar el escenario natural de las Varietés.
El concepto, surgido en París en el siglo XIX, consiste básicamente en un espectáculo sin hilo conductor o historia que contar y que exhibe diversos números musicales y acrobáticos que, en el caso del actual Wintergarten, permite además cenar o tomar una copa al mismo tiempo.
"Lo especial en relación con las Varietés y Berlín es que hoy en día solo hay dos teatros que las programan prácticamente todo el año", destaca Strecker sobre esta particular forma de entretenimiento que consiste en encadenar números musicales, de danza o acrobacia.
El otro gran local dedicado al género es el Friedrichstadt-Palast, este sí un enorme teatro que presume de tener el escenario de mayor superficie del mundo y que programa grandes espectáculos de variedades.
"Aquí, antes de la guerra, en los años veinte y principios de los treinta, Berlín se puede decir que era la capital mundial de las Varietés, había como 70 u 80 teatros, grandes y pequeños, que tenían un programa variado, con acrobacia, magia y danza", recuerda el director del Wintergarten.
Los acróbatas cubanos se preparan por su parte para una larga estancia berlinesa y cuenta que en Alemania "hay más oportunidades de trabajo".
"El público alemán es de los mejores, saben lo que ven", dice Leosvel, que menciona los numerosos teatros, locales y circos que están acostumbrados a programar espectáculos que mantienen una tradición de la que ya los números con animales desaparecieron hace tiempo.
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