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CARACAS/PUNTO FIJO, 20 ago (Reuters) - El carpintero José Narváez planeaba abandonar Venezuela y emigrar a la cercana isla caribeña de Aruba antes de fin de año, hasta que el presidente Nicolás Maduro reveló un conjunto de medidas en medio del desmoronamiento de la economía del país.
Ahora Narváez, de 43 años, quiere irse tan rápido como pueda porque cree que el paquete económico es "ilógico" y no le genera confianza. "Esto se va a poner peor", sostiene decepcionado.
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Maduro sorprendió el viernes al anunciar una devaluación del 96% y prometió vincular la moneda al petro, la nueva criptomoneda petrolera de Venezuela, algo que expertos dudan que sea efectivo y que Estados Unidos calificó de "farsa".
"Estoy buscando el pasaje para irme el miércoles como sea", dijo Narváez, quien vive en la occidental localidad de Punto Fijo. "Por más deseos que tenga de estar en mi país con los míos, tengo que hacer de tripas corazón".
Maduro, quien sostiene que el país es víctima de una "guerra económica" liderada por Washington que busca sabotear su gobierno a través de duras sanciones, dice que el uso del petro abolirá la "tiranía" del dólar y llevará a un renacimiento de Venezuela, que tiene las mayores reservas de crudo del mundo.
La nación miembro de la OPEP, de 30 millones de habitantes, ha sucumbido ante la escasez de comida, el resurgimiento de enfermedades ya erradicadas y la destrucción de los salarios por la hiperinflación, por lo que miles han decidido dejar el país, la mayoría en largos viajes en bus en busca de un nuevo hogar.
La Organización de las Naciones Unidas calcula que al menos 2,3 millones de venezolanos se encuentran ahora en el exterior.
Los migrantes parecen abandonar el país cada vez en peores condiciones. La imagen de venezolanos pidiendo dinero en las calles en Colombia y Ecuador se ha vuelto cotidiana.
Situaciones como esa han hecho que algunos países que en principio acogían con los brazos abiertos a los venezolanos, ahora les den la espalda debido al flujo incesante de migrantes.
En las últimas semanas, Perú y Ecuador anunciaron requisitos más estrictos para permitir la entrada a venezolanos. El lunes, en tanto, el fronterizo estado brasileño de Roraima pidió a la Corte Suprema detener la entrada de inmigrantes.
Este rechazo marca un fuerte contraste con lo vivido en las décadas de 1970 y 1980, cuando Venezuela aceptó a miles de sudamericanos que huían de las dictaduras que asolaban a la región, y desde muchos a fines de los 40 cuando europeos y árabes encontraron un hogar en el país.
"No estoy de acuerdo, porque aquí hemos aceptado a todos. Que nos den la oportunidad y abran la conciencia a lo que ocurre, porque esta situación va a seguir", dijo en Caracas Maritza Hernández, una profesora de deportes de 60 años.
Uno de sus hijos se encuentra en Chile, mientras que el mayor planea emigrar a la nación austral este año. Hernández espera hacer sus maletas en 2019.
Maduro, cuyo gobierno no da estadísticas de migración, ha advertido a los venezolanos sobre los peligros en el extranjero y se ha burlado de quienes se van del país para aceptar empleos mal pagados, diciendo que algunos de ellos están "lavando pocetas en Miami".
¿Para dónde se va uno?
Las medidas económicas anunciadas por Maduro la semana pasada, que incluyen una devaluación de la moneda de 9% y un incremento de 60 veces del salario mínimo, han asustado a los venezolanos, temerosos de un caos más profundo en la volátil nación.
Keila Leiba, una ingeniera en sistemas de 44 años, tenía planes de emigrar a México a inicios de 2019, pero tras los anuncios tratará de acortar los plazos.
"Antes tenía planes a finales de este año o principios del que viene. Pero ahora puede ser en un mes o mes y medio", dijo mientras esperaba sacar sus papeles para obtener la nacionalidad española, lo que implicaría un proceso migratorio más sencillo. En Venezuela "no veo oportunidades. Trabajas, trabajas, trabajas y (...) no tienes acceso a lo más importante: alimentación".
Con un salario mínimo mensual de unos pocos dólares, la comida está fuera del alcance de muchos. Para quienes se quedan, el problema ahora es cómo emigrar tras la depreciación de la moneda y con una inflación anual que la oposición estima en un 82.000%.
"Si fuera por mí, me iría hoy mismo", señaló Aries Armas, de 21 años y quien se mostró preocupada por las futuras normas para emigración. "Cada país tiene sus reglas. Algo debe afectarles el flujo de venezolanos, pero si uno quiere irse ¿para dónde se va uno?"
(Reporte de Shaylim Castro en Caracas y Mircely Guanipa en Punto Fijo. Edición de Vivian Sequera.)
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