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Ayer jueves 16 de agosto el Departamento de Defensa de Estados Unidos anunció el aplazamiento -por lo menos hasta el 2019- del desfile militar que estaba previsto que se celebrara el 11 de noviembre. Este viernes, el presidente Donald Trump ha explicado que en su lugar visitará París en esa fecha, con el propósito de conmemorar allí el Día de los Veteranos.
El aplazamiento se produjo después de que el Departamento de Defensa informara a la cadena CNBC que el desfile podría llegar a costar 92 millones de dólares, es decir, 80 millones de dólares más de lo que se había calculado inicialmente.
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Según han indicado medios de prensa, Trump había pedido al Departamento de Defensa que organizara un gran desfile militar luego de haber quedado prendado, el pasado año, del desfile del Día de la Bastilla, en París.
Ante la desorbitada cifra y las crecientes críticas, el Departamento de Defensa ha indicado la posibilidad de "explorar oportunidades en 2019". Sin embargo, el económico no ha sido el único argumento en contra, pues el potencial desfile generó críticas tanto entre demócratas como entre republicanos, que consideran que una celebración de esas características podría revestir ciertas "connotaciones de autoritarismo".
Estados Unidos no organiza un desfile militar de gran magnitud desde junio de 1991, tras ganar la primera Guerra del Golfo, cuando George Bush (padre) era todavía presidente de Estados Unidos.
The Washinton Post ha citado que en esa ocasión unos 8.800 militares desfilaron por Washington, atrayendo a unos 200.000 espectadores.
Los grandes desfiles militares son inusuales en Estados Unidos, y destinados fundamentalmente a actos que celebran el fin de una guerra en la que ha estado implicado el país.
Se celebraron desfiles después de la Guerra Civil estadounidense (1865); después de la Primera Guerra Mundial (1919); y de la Segunda Guerra Mundial (1946), además del citado desfile de 1991.
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