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Sin perder de vista que Cuba nunca ha podido abastecer su sistema energético con el crudo que produce, el robo de combustible persiste -más allá de la falta de control- debido a los altos precios que tiene ese recurso en el mercado minorista del país.
Darío, hoy con 30 años, dejó de estudiar a los 19 para manejar el carro de su papá. Aunque tiene un "punto fijo" donde adquiere el litro de petróleo "barato", dice que "a mí no me da negocio el 'boteo' ".
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"Prefiero cargar viandas del campo para La Habana, que permitir que me exploten. Está probado que la mayoría de los carros, sobre todo los 'almendrones', usan como promedio diaro unos 40 litros de petróleo, lo que harían como mil al mes.
"A eso súmale las gomas que están en 150 CUC en la calle o una batería, que cuesta un CUC por cada Ampere que tenga; la chapistería; los 10 CUC que hay que darle al policía de tránsito para que no te ponga una multa cuando te para; lo que tienes que darle al dueño del carro si no es tuyo y las regulaciones del Gobierno que nos aprieta cada vez más la tuerca.
"¿Tú crees que así uno va a comprarle al Estado un litro de petróleo a 25 pesos cubanos, cuando en el mercado negro siempre aparece quien te lo venda entre 10 y 15 pesos, en dependencia de lo necesitado que esté el que se lo roba?", se pregunta.
Recientemente la Oficina Nacional para el Uso Racional de la Energía (ONURE) afirmó que en 2017 y lo que va de 2018 la mayoría de las provincias cubanas muestran bajos promedios de ventas en efectivo, de acuerdo con el número de transportistas privados registrados por la Oficina Nacional de Administración Tributaria (ONAT).
En Cienfuegos, por ejemplo, según refiere Cubadebate hay unos 678 adscritos a la ONAT y no consumen como promedio "ni medio litro" en los servicentros (las gasolineras también llamadas CUPET). Eso ha hecho que las mismas autoridades se cuestionen cómo se mueven los vehículos automotores si las ventas son tan bajas.
La corrupción queda aún más evidenciada cuando, al incrementarse las medidas de control sobre el combustible destinado a vehículos estatales, las ventas en las gasolineras suben.
Si bien el sistema de autovara que existe en esas instalaciones facilita el conocimiento detallado de las descargas diarias, hace que sea más fácil obtener combustible "por la izquierda", confiesa un empleado de un CUPET del municipio capitalino de Habana del Este.
"La búsqueda de nosotros está en que se autoriza a echar en 'porrones' hasta 20 litros de combustible y siempre hay quien coge el que el Estado le pone en las tarjetas magnéticas para venderlo a granel, sin que tenga que haber ni un carro presente.
"O sea, que el que tiene 20 litros de petróleo asignado, puede echar cuatro en el tanque y vender el resto. Claro, lo pueden hacer con o sin nuestra colaboración. Sería más difícil hacerlo si solo se permitiera llenar el tanque", explica el dependiente de CUPET.
A tenor con el taxista privado Argelio, de 54 años, "la mayoría de los particulares se abastece clandestinamente del combustible estatal. El robo está a la orden del día. Hay incapacidad para controlar porque los que deben controlar son los primeros que lo venden".
Fermín Umpierre, secretario general del Sindicato Nacional de Trabajadores de Transporte y Puertos de Cuba, ha declarado al semanario Trabajadores que "aparecen hechos extraordinarios asociados a la sustracción de combustible donde están involucrados trabajadores nuestros" y que evitarlo es todavía "una asignatura pendiente".
En palabras de Marcos, un botero que viaja de La Habana a Pinar del Río, "de una u otra forma el mercado negro beneficia a la población porque permite que sigamos resolviéndole los problemas de transporte. Lo que hay que hacer es subir los salarios de la gente y que nos 'maten' haciéndonos la competencia".
"El descontrol es síntoma de la corrupción administrativa. Es un mal enraizado, lo mismo en gasolineras y refinerías que en camiones de combustible que van al interior del país", afirma Estela, quien vive en la esquina de un CUPET de Matanzas. "Nosotros, el pueblo, somos los que sufrimos las peores consecuencias cada vez que obligan a que los boteros compren el combustible a mayor precio".
Sin embargo, al decir de Rodrigo, chofer particular, "la búsqueda no está tanto en las tarjetas magnéticas como en las subestaciones eléctricas, donde las plantas se apagan por ratos para vender el combustible que se deja de utilizar. No hay manera de aplacar el ansia de vivir mejor que tiene el cubano.
"Nos han enseñado a mentir. Yo sé incluso de gente que desconecta su camión para que otro lo remolque. Así, el combustible que debió usar en el viaje lo vende y reparte la ganancia con el que lo remolcó. A nosotros no se nos escapa nada. Siempre vamos a inventar. Si nos cierran por un lado, buscamos un escape por otro", añade.
La directora general de la ONURE, Elaine Moreno, ha dicho a la prensa cubana que existen regulaciones importantes para el control, pero que todavía se dejan brechas porque "no se cumplen los procedimientos establecidos".
Amén de que no hay dinero para colocarle un Sistema de Posicionamiento Global (GPS por sus siglas en inglés) a cada vehículo estatal del país, tal como reconocen los dirigentes del sector, tampoco se analizan siempre los que están funcionando.
Además no hay seguimiento a los índices de consumo y, en correspondencia con lo expresado por la ONURE, los camiones-cisterna son vulnerables al desvío de combustible.
Se trata de un problema que, "en mayor o menor medida, afecta a todo el país", tal como ha destacado el Parlamento cubano, al tiempo que ha pedido más control, exigencia y medidas eficaces.
Asimismo, existen "errores en la confección de hojas de ruta e incongruencias entre los kilómetros recorridos y la cantidad de combustible extraído según comprobante".
Cuba produce cuatro millones de toneladas de crudo al año, lo que cubre solo el 40% del consumo nacional.
A pesar de las limitaciones en los suministros de combustible y las tensiones financieras, su sistema energético sigue dependiendo del que recibe subsidiado de Venezuela.
Precisamente alrededor de un 40% del combustible va a los servicentros de la isla; el resto, a calderas y grupos electrógenos.
Entre los mayores consumidores del país están los ministerios de la Agricultura, Transporte, Energía y Minas, Industrias y la Construcción, así como el grupo empresarial Azcuba.
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