Una familia cubana con varios niños vive con el peligro de contagio de rabia por una colonia de murciélagos en un local en desuso que colinda con su vivienda, denunció esta semana a la prensa una vecina de Güira de Melena, Artemisa.
En una misiva al periódico Juventud Rebelde, Gladys Hernández Gómez explicó que sus nietos han desarrollado reacciones alérgicas y asma, y ahora presentan erupciones en la piel producto de los desechos que dejan estos animales, que habitan en una edificación con la cual comparte el mismo techo.
Gladys señaló que desde hace dos años ha acudido a diferentes autoridades de la localidad y la provincia, pero no hacen más que ‘pelotearla’ y aún no encuentra solución para el problema
Con el tiempo, los murciélagos comenzaron a entrar en su casa, donde “no hay quién respire”, según contó. La situación es tal, que la médica de la familia lo ha señalado al Departamento de Higiene y Epidemiología, en una carta que entregó en junio.
En 2016, Gladys se dirigió al Gobierno municipal, donde le recomendaron solicitar un subsidio para sustituir la cubierta de la casa. A los pocos meses, al ver que todo se agravaba y nadie hacía nada, se entrevistó con el Director de Higiene y Epidemiología municipal y con el Director del Policlínico.
El zoonólogo del municipio tomó muestras de la colonia de murciélagos, y una de ellas fue enviada al Instituto de Medicina Tropical (IPK): los animales portaban rabia.
En una visita a la Dirección del Citma en la provincia, le informaron que ella “no podía hacer nada por su propia cuenta, pues los murciélagos eran intocables” y le sugirieron a la funcionaria de Atención a la Población del Gobierno Provincial que llamara a Güira de Melena para que resolvieran el caso.
“En fin, una gama de acciones sin resultados. Muchas veces he hablado con el delegado de mi circunscripción y me dice también que me va a ayudar. Esta situación ya es insoportable y desesperante”, aseguró Gladys.
El 5 de julio, acuciada por el inminente parto de su hija mayor, la artemiseña se entrevistó con el Director municipal de la Vivienda y le entregó una carta sobre el asunto. El funcionario buscó su expediente de solicitud de subsidio, y se percató que estaba cerrado sin solución.
Dos semanas después, el Director de Vivienda la citó y le explicó que ella no era la única solicitante de subsidio en el municipio, que había 50 casos más y que requería paciencia.
Cuando retornó de la entrevista, Gladys se topó con que a una persona le habían pagado para limpiar el local vecino. El hombre sacudía para espantar los murciélagos, los cuales, asustados, estaban emigrando hacia su casa.
Al rato, llegó una especialista de Epidemiología acompañada de la Directora municipal de Educación, y volvieron a introducir al hombre en el local. Limpiaron con agua todo, alborotando a los mamíferos voladores, y exacerbando la fetidez resultante.
Según recoge la publicación, Gladys rogó a los funcionarios que cuando fueran a hacer algo en el local, le avisaran, para sacar a los niños de casa. “No me respondieron, pero escuché que la especialista le decía a la Directora que tenía 72 horas para limpiar el local, pues si ponían una multa, ella iba a ser la responsable”, escribió.
“No entiendo que una situación tan grave no se pueda solucionar. Tampoco entiendo a cuántas personas más tendré que explicarles lo que me pasa. ¿Quién se hará responsable si a mi familia le sucede algo?”, concluyó desesperada.
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