Cada cual entiende el fútbol –y el Mundial- como le viene en ganas. Es un derecho que nos asiste a todos. Esta columna sintetiza mis impresiones de cada jornada en la fiesta mayor del deporte más hermoso del mundo.
La jornada
Pasó el susto. Alemania estuvo al borde de quedar a merced de una humillación inédita, pero el espíritu de la Mannschaft es el mayor de cuantos son y han sido en el deporte. Jamás se da por muerta. No se rinde.
A los 32 minutos de juego, el volcán de las sorpresas entró en erupción. Alemania tenía que ganar o morir tras su naufragio en el estreno versus México, y su rival –que llevaba media hora de partido agazapado- se apareció con un zarpazo que la dejó contra las cuerdas, groggy. Sin Zlatan Ibrahimovic en sus filas, Suecia estaba en ventaja en la pizarra, amenazando con escribir un antes y un después en los anales del fútbol alemán (y el suyo propio).
No fluían las ideas en el campeón vigente. Faltaba la verticalidad de siempre, y de pronto se vio cómo el equipo empezaba a depender de las piernas ineptas de Jerome Boateng para distribuir balones en los lindes del área. Alemania -¡increíble!- se diluía en pases al costado y pelotas rifadas.
Había pésimos augurios, y las cábalas evocaban la España monarca en 2010 que no pudo pasar de la fase de grupos cuatro años más tarde. Para colmo, el rival venía inflado de fe desde aquel repechaje en que apartó a Italia (Mamma mia) del Mundial, y había sido la clásica piedra en el zapato germano a lo largo de la historia. Que lo diga el balance de sus enfrentamientos: 15 triunfos teutones, 12 suecos y nueve igualadas.
Sin embargo, el descanso reorganizó al equipo, que salió en tromba y equilibró el score a través de Marco Reus. La portería sueca era amenazada una y otra vez, mas el segundo gol no aparecía. Encima, Boateng recibía la segunda amarilla y las posibilidades del desastre se multiplicaban. Pero claro, jugaba Alemania...
No importó contar con uno menos en el campo. La escuadra de Löw asedió el arco contrario, tiró, tiró y tiró, y casi logra el éxito con un trallazo de Brandt que acabó siendo rechazado por el poste. ¿Hasta el azar estaba en contra? ¿Y qué?
Para que la Mannschaft se vaya de un torneo mundialista en la ronda inicial tiene acontecer algún milagro, y Dios no quiso. Tiene que haber algún aborto de la naturaleza: por ejemplo, salirle pelos a las ranas o vender emperador en las pescaderías cubanas. En la última acción del encuentro, escorado a la izquierda, Kroos ensayó un cobro de falta que no paró hasta el fondo de las redes.
Grande que eres, Alemania.
El gol
El de Kroos, por distancia.
El equipo
¿Cuál si no el que debió remontar el marcador y más tarde jugar con uno menos?
La individualidad
Toni Kroos no fue brillante a lo largo de 94 minutos, pero en el 95 se robó todos los votos.
El fiasco
Si Boateng tiene que llevar las riendas de Alemania, algo anda muy mal.
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