Se trata de las fotos tomadas por el lente de Yoel Mayor, un fotógrafo habanero autodidacta para quien son la forma de interrelacionarse con su ciudad, atrapar sus instantes, sentirla y decidió reunirlas en su cuarta exposición personal “Semblanza consentida de La Habana”, inaugurada recientemente en la galería “Teodoro Ramos” ubicada en la avenida 20 de Mayo, en el Cerro.
Todas son imágenes absolutamente casuales –no hay nada preparado en ellas– que el autor presenta impresas en el formato poco común de 1 metro por 60 centímetros. Ilustran momentos de la vida cotidiana actual de la capital que, a primera vista parecen una cosa, pero cuando conversas con su autor, la realidad de cada una no siempre se ajusta a la idea inicial que te hiciste al verlas.
El fotógrafo tuvo la delicadeza de facilitarnos las once fotos de su exposición para que podamos presentarlas a nuestros lectores de primera mano. Así que aquí te van, una por una, con sus curiosas peculiaridades.
En esta, por ejemplo, no se trata de alguien que va a unirse a una riña en plena lluvia torrencial, palo en mano y con casco Playboy. Aquí el lente captó a un joven que, “haragán” en mano, se unía a otros para tratar de que el agua no mojase los equipos de un evento de DJ que estaba acaeciendo por esos días en El Castillito. De ahí que el autor la titulase “Necesidad de Proteger”.
Y aquí ¿Se está quemando un edificio y reina la confusión? ¡Claro que no! Más bien hay cierta confusión en la calle “Reina” –justo así se llama la foto–, provocada por la humareda espesa que deja el carro de la fumigación que está pasando, justo en ese momento, por esta arteria capitalina congestionada de “almendrones” y gente, cuyo nombre oficial casi nadie recuerda que es Simón Bolívar.
¿Y esta? ¿Es un ejemplo clásico de los inventos cubanos ante los cuales no sabes si reír o echarte a llorar? Bueno, en este caso bien pudiera ser. Pero, según Yoel, se trata del equipo de música que animó el cumpleaños de la hija de un amigo, a quien él ayudó tirando las fotos de la fiesta y la ocasión terminó regalándole a su lente esta imagen única que revela, más que una porción de realidad habanera, a Cuba misma. El nombre de la obra: “Sound”.
Esta se llama “El Piano” ¡Pobre piano!, es lo primero que se piensa al verla. De hecho, Yoel, confiesa que debió nombrarla “Las mil y una formas de destruir un piano”. Porque ilustra, en efecto, un modo insólitamente paulatino y único de romper este instrumento. Pero lo más sorprendente es que ese lugar es el escogido por una estatua viviente para cambiarse, antes de salir a la calle a interpretar su personaje.
¿Van a bajar la estatua en ese mini ascensor Togar para repararla? Tal parece, pero esta suposición nace de una ilusión óptica. En realidad ese equipo fue instalado para que subieran y descendieran los obreros que trabajaron en la restauración de la fachada del hoy Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso. La imagen se nombra “Jefe de obra”.
Esta es la principal para Yoel. Se llama “El apagón” y la tomó frente a su casa en Santos Suárez. En este caso lo que ves es lo que parece: un técnico de la empresa eléctrica encaramado en el poste de la luz, en pleno apagón, que se dispone a arreglar el transformador pero… ¿Está fumándose el cigarro en ese preciso momento? Ahí está lo curioso. Si te fijas bien, el cigarro encendido se encuentra entre los dedos índice y del medio de la mano con que el obrero se sostiene la barbilla, en ese gesto conocido que parece significar, según el fotógrafo –y tal vez tu coincidas con él–, “¿Por dónde empiezo a meterle mano esto?”
¿La madre dejó el coche del niño a merced de la lluvia frente a Coppelia? De ninguna manera. Este es en verdad el medio de transporte de las confituras y otros alimentos, de unas de las vendedoras que expende su mercancía en los portales del cine Yara. ¿El título de la foto? Muy sugerente: “Necesidad de Crecer”.
Acabas de ver “Socialist dust” (polvo socialista). El fotógrafo capturó el momento en que uno de los obreros removía, utilizando una manguera con agua a presión, la suciedad que el abandono ha dejado acumularse por años en las estructuras de la Terminal de Trenes, en su proceso de reconstrucción.
Esta escalinata de la Fortaleza de La Cabaña normalmente está concurrida y este día se hallaba prácticamente vacía. Solo esta pareja de turistas se paseaba entre los cañones y llegas a temer, por la ilusión óptica que provoca mirarlos, que estos gigantes de hierro estén realmente rodando cuesta abajo en forma de “Avalancha”. Precisamente este es el título de la foto.
Eso es un DJ en plena acción, a toda luz y color en el club Turf, situado detrás del Hotel Presidente. Lo que ves es lo que es. La obra se titula “DJoy de Cuba”.
¿Y quién duda que San Lázaro, Santa Bárbara y el indio estén cuidando a las pequeñas figuras de yeso? Muchos de ellos –budas, tortugas y patitos–, si te fijas, también cuidarán de algo: del dinero de quien los compre. Son alcancías. “Stand by” fue el título escogido por el artista para esta imagen.
Lo cierto es que después de ver estas fotografías pertenecientes a la estética situacionista, nacidas de las “experiencias de vida” de su autor, quien las extrae de “las entrañas mismas de la ciudad”, coincides con la crítica en que la sensibilidad y ojo certero de este fotógrafo, permiten que a través de su obra representativa del “sabor local” podamos “reflexionar con profundidad” acerca del “contexto urbano contemporáneo” de La Habana.
Su meta –dice– es incluir siempre al menos diez nuevas imágenes en cada exposición futura que organice, para ser fiel al compromiso de su obra con la contemporaneidad.
Yoel Mayor, ha realizado cuatro exposiciones personales y ha participado en alrededor de ocho colectivas inscritas indistintamente en la “VIII Bienal de Fotografía Alfredo Sarabia in Memoriam 2017”, en Noviembre fotográfico y en el Evento de MATROSKA durante la XII Bienal Internacional de La Habana, del cual fue Productor ejecutivo, asistente curatorial y técnico en Dans La Grande Jatté.
En la actualidad es parte del equipo de realización de la revista Artinhavana, publicación digital especializada en artes visuales cuya distribución se hace también por vía digital, mediante lo que sus editores llaman “la Internet cubana”: el paquete y dispositivos de almacenamiento masivo como discos externos y memorias.
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