Las autoridades cubanas cerraron arbitrariamente uno de los gimnasios más famosos de La Habana. El pasado 30 de abril alrededor de 800 personas perdieron el lugar en el que practicaban ejercicios en un viejo tabloncillo de la Villla Panamericana, al este de La Habana.
La injusticia fue tal, que incuso el Canal Habana, un medio estatal cubano, denunció el caso. El entrenador Manuel Navarro y varios de los miembros del proyecto han ido a todas las instancias pero no han logrado que se les permita reabrir el lugar.
Ahora los miembros del Panamericano Gym Club, con más de tres años de trabajo, han comenzado una protesta silenciosa: entrenan en plena calle.
De acuerdo a un reportaje publicado por la revista El Toque, que entrevistó a varios de los miembros del proyecto, la idea es hacer justicia para lograr quedarse en el lugar que les han quitado.
Neudis Núñez, abogada de profesión y una de las jóvenes que asiste al gimnasio, dijo al citado medio que piensan quedarse allí hasta que les den una respuesta.
“Esto no es una huelga porque sabemos que el derecho a huelga está suprimido por la Constitución… pero queremos que el proyecto continúe. No esperábamos la decisión de cerrar el gimnasio ni la creemos justa. Nos parece incongruente”, explicó.
Les quitaron el gimnasio supuestamente porque un privado no puede administrar un espacio estatal. Navarro explica que “en los cuatro últimos años ha ingresado al hotel de la Villa Panamericana más de 30 mil pesos por concepto de pago de arrendamiento. Un dato importante si se toma en cuenta que el costo, para cada persona que practicaba ejercicios allí, era de 5 pesos en moneda nacional cada día".
Frank Mario Pérez, otro de los miembros del gimnasio dijo a El Toque que “cuando el ciclón (Irma) tumbó varias persianas de aluminio y se rompió parte del tabloncillo, todo se reparó con fondos propios. Además, ¿quién paga la inversión de Manuel en el tabloncillo que cogió desbaratado y transformó en gimnasio de referencia? ”.
La respuesta está en manos del Gobierno Municipal porque, según Marrero, “todos los delegados del Poder Popular del área lo están apoyando”.
No obstante, Manuel dijo que si no le permiten entrenar más en el tabloncillo entonces tiene un plan B. Quiere pedir una nave desocupada para montar otro gimnasio. Lo que le preocupa al resto es que, dado el caso, se los vuelvan a cerrar.
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