El panteón de Catalina Lasa en el cementerio de Colón sigue en ruinas y va a peor

La Oficina del Historiador comenzó a restaurarla hace al menos tres años y la ha dejado a medias. Los vándalos han desvalijado la tumba.

Vista externa e interna del panteón de Catalina Laza, en ruinas. © CiberCuba
Vista externa e interna del panteón de Catalina Laza, en ruinas. Foto © CiberCuba

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Este artículo es de hace 6 años

La historia de Catalina Lasa, una de las mujeres más bellas de La Habana de primeros del siglo XX, va unida a la de la aprobación del divorcio en Cuba por el presidente Mario García Menocal, en 1917. La suya es una de las grandes historias de amor de la burguesía cubana, que empezó mal y mal acabó. Como si no hubiera sufrido suficientemente en vida, ahora comprobamos que el famoso panteón donde están enterrados ella y su segundo esposo, Juan Pedro Baró, está destrozado: lleva tiempo así y va a peor.

Interior del panteón de Catalina Lasa, en la necrópolis de Colón. Foto: CiberCuba.

La Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana comenzó hace al menos tres años la restauración del panteón de Catalina Lasa. Los vándalos aprovecharon para llevarse de él todo lo que era susceptible de ser robado. Buscaban los tesoros que la leyenda urbana atribuía al enterramiento de una de las mujeres más famosas de La Habana. Las obras se quedaron a medias y ahora pueden verse las tumbas abiertas y el interior del panteón lleno de andamios.


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Exteriores del panteón de Catalina Lasa, en el Vedado. Foto: CiberCuba.

El rico hacendado cubano Juan Pedro Baró mandó a construir un panteón para su mujer, Catalina Lasa, fallecida en París el 30 de noviembre de 1930, a donde la habían trasladado desde La Habana en busca de mejores médicos. Todo hace indicar que murió intoxicada con un pescado: formaba parte de la dieta que hacía para perder peso.

La obra del panteón le costó medio millón de pesos de la época a Baró. En un primer momento, el cuerpo de Catalina yació embalsamado en una tumba provisional. Dos años después, en 1932, fue trasladada al panteón del cementerio de Colón, donde su marido supuestamente le obsequió con un ramo de rosas "Catalina Laza", hecho con piedras preciosas. Se trata de una variedad de flores única, conseguida por floricultores con injertos y sembrada en el jardín de la famosa mansión que la pareja inauguró en el Vedado en 1926. Sin embargo, los pocos familiares que han sobrevivido a la pareja aseguran que se trata de una leyenda urbana.

Panteón de Catalina Lasa, en el cementerio de Colón, en La Habana. Foto: CiberCuba.

Catalina Lasa apenas pudo disfrutar de la casona que le construyó su adorado esposo en Paseo y 17. Murió cuatro años después. Su marido la sobrevivió una década. Antes de fallecer éste, dio orden de que lo enterraran de pie para velar, desde el más allá, por su amada.

Interior del panteón de Catalina Lasa. Foto: CiberCuba.

Las tumbas de Catalina Lasa y su esposo Juan Pedro Baró fueron selladas con losas de hormigón fundido para evitar que fueran profanadas. Sin embargo, CiberCuba ha comprobado que ambas han sido abiertas y desvalijadas.

Tumbas abiertas de Catalina Lasa y su esposo, Juan Pedro Baró. Foto: CiberCuba.

Cuenta la leyenda, que la pareja formada por Catalina Lasa y Juan Pedro Baró, fue víctima de brujerías y maleficios. No les perdonaban que se hubieran enamorado estando ella casada con el primer vicepresidente cubano, Luis Estévez Romero, hijo de la patriota cubana Marta Abreu, que da nombre a la Universidad Central de Villa Clara.

La primera vez que Juan Pedro Baró vio a Catalina Lasa quedó prendado de la bella matancera, que había ganado dos concursos de belleza en La Habana en 1902 y 1904. La joven disfrutaba de todos los lujos, pero decidió huir con Juan Pedro Baró a París, porque tras pedirle la separación a su marido, éste la acusó de bigamia: el divorcio no era legal en Cuba. La alta sociedad dio la espalda a los adúlteros.

Catalina Lasa y Juan Pedro Baró viajaron por Europa hasta llegar a plantear su caso al Papa, en Roma, que accedió a anular el matrimonio católico con Luis Estevéz y la pareja pudo regresar a Cuba.

Juan Pedro Baró se esforzó en darle todos los placeres del mundo a su esposa. Fue por eso que en 1926 inauguraron en Paseo y 17 uno de los palacetes más lujosos del Vedado, hoy ocupado por el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos. A la cena acudió el mismísimo presidente de la República, Gerardo Machado.

La casa es considerada una precursora de la modernidad en Cuba. Estrenó el estilo Art Decó, de moda, sólo dos años antes, desde que se exhibió en la Exposición de Artes Decorativas e Industriales Modernas de París.

La mansión de Catalina Lasa, hoy ocupada por el Instituto de Amistad con los Pueblos. Foto: CiberCuba.

La famosa historia de amor, que empezó con exilio y acusación de bigamia y acabó con la temprana muerte de Catalina Lasa, sigue dando que hablar. La pareja no consigue descansar ni en el más allá.

La Habana de la época lloró la muerte de Catalina. A su entierro acudieron los hombres vestidos de frac y las mujeres luciendo largos vestidos. Ochenta y ocho años después, poco queda del lujoso enterramiento.

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