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Un grupo de visitantes del zoológico de La Habana, ubicado en la Avenida 26 de Nuevo Vedado, ríen cuando un cocodrilo decide meterse en el agua para escapar del latazo que le han lanzado desde el otro lado de la cerca que protege su poceta. Actos como éste han provocado que la mayoría de los cocodrilos del zoológico de 26 tengan problemas de la vista, explica el diario Granma.
El biólogo Ernesto Guevara Ibáñez, especialista del Grupo de Educación Ambiental de este centro, aclara que los cocodrilos necesitan del sol para recuperar energía, pero el lanzamiento de objetos, botellas o incluso piedras les obliga a permanecer en el agua todo el día.
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De hecho, muchos animales del zoológico de 26 han perdido la vida por culpa de los visitantes y son exhibidos, ahora disecados, en el Aula del Museo de esta institución. Ocurrió, por ejemplo, con el tapir americano, único de su tipo en Cuba, que murió hace dos años porque las familias le echaban cualquier cosa de comer (sobre todo, pellys, muy salados para esta especie). Un día le tiraron un paquete entero y se lo comió con naylon y todo. Sufrió una oclusión intestinal y murió.
Igual suerte podríacorrer el hipopótamo, al que los visitantes lanzan caramelos. De hecho, es habitual ver varios paquetes de pellys flotando en su estanque, junto con latas de refresco o cerveza, pese que a la entrada del Zoológico se aclara que está prohibido dar de comer a los animales.
Con los monos ocurre lo mismo. Les dan cualquier cosa con tal de que se acerquen. También les gritan y eso altera a los animales, Estos comienzan a patalear, llorar o saltar por la jaula. "No están haciendo gracia. Es una manifestación de estrés", explica el biólogo.
Los cubanos, insiste el experto, no entienden que lo que hacen entra dentro del maltrato animal. Sin embargo, no existe una legislación en Cuba que permita multar, por ejemplo, por agobiar a los cocodrilos lanzándole latas o botellas, o dar de comer a los animales.
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