No hay lluvia que caiga sobre La Habana sin que los habitantes de la ciudad teman que algún derrumbe deje sin casa a alguien; sobre todo en Centro Habana, La Habana Vieja, Diez De Octubre o Guanabacoa que concentran las edificaciones más antiguas.
Y ni qué decir de las temporada ciclónica. Basta mirar la cara de los vecinos, su atención al parte meteorológico; ninguna palabra podrá decirte mejor la profunda preocupación que embarga a todos y el fuerte deseo de que el meteoro no pase por la ciudad que la expresión de inmensa preocupación que reflejan sus rostros.
El ciento por ciento de los habaneros está convencido de que “La Habana no aguanta un huracán ni de mediana intensidad”. Si tan solo uno así, pasa por la capital, la mayoría de cuyas edificaciones, algunas centenarias, llevan décadas y hasta toda una vida sin repararse “¡acaba!”, “¡La Habana se cae!”, miles de familias se quedan sin hogar, además de las víctimas fatales que habría que lamentar.
De hecho sin pasar por la ciudad, las estadísticas que dejó el huracán Irma, por ejemplo, fueron además de devastadoras, un vaticinio de que lo que creen los habaneros puede ser muy cierto: cerca de 4.300viviendas afectadas, alrededor de 200 derrumbes totales y casi 1000 parciales.
Pero tal como dijimos, no hace falta un ciclón, o una tormenta tropical que traiga varios días de lluvia, cuando pasa uno solo en que el agua es medianamente intensa, al volver a salir el sol, la gente está convencida de que es entonces cuando ocurren, o incluso antes, suele por lo general escucharse la sirena del carro de los bomberos y todo el mundo “le pone el cuño” (asegura): “hubo un derrumbe”. Lo curioso es que casi siempre es así.
En 2017, por ejemplo, tuvieron lugar varios en la capital. En abril, Diariodecuba.com informó sobre uno parcial, la escalera se desplomó, en el edificio de diez plantas localizado en la esquina de San Miguel y Amistad, en Centro Habana. En el mismo municipio, en octubre, colapsó el interior de un otro de cinco plantas en la calle Neptuno 511, entre Perseverancia y Campanario, y ocasionó la muerte de un adolescente que se encontraba durmiendo y provocó heridas a otras personas. Este año 2018, se demolió la escuela primaria República de México en la Calzada de 10 de Octubre.
Así que, cuidado cuando camines por la urbe, sobre todo en Centro Habana o La Habana Vieja, Casco Histórico declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. No hay que perder de vista los balcones, sobre todo de los edificios antiguos, evitar pasar por debajo de aquellos que están en mal estado, caminar por lugares apuntalados, por donde haya columnas rotas. No confiarse aunque ciudadanos imprudentes caminen por allí como si nada.
Es lastimoso el deplorable estado de muchos edificios habaneros, pero aún peor es esa sensación que invade a los que la aman y temen que esta sublime ciudad, con tanta arquitectura valiosa se vaya a desplomar irremediablemente.
Caminar por la calle San Lázaro a partir de Belascoaín es un acto riesgoso. También los es desplazarse por la última arteria mencionada donde son varios los edificios desplomados y a punto de colapsar. Algo similar ocurre en Monte y en la citada Calzada del 10 de Octubre. Pero en cualquier municipio de la ciudad te puedes encontrar construcciones que amenazan con venirse abajo en cualquier momento.
Muy cerca del Capitolio sorprende el hermosísimo edificio de la antigua compañía telefónica en Águila y Dragones, en el costado que da hacia Águila el deterioro de su pared lateral en la que se ven los ladrillos es evidente. Justo al lado, el antiguo Hotel Nueva York, con su otrora emblemática marquesina sobre la que hoy crece la mala yerba, está clausurado y en espera de derrumbarse. Frente hay otro edificio también en condiciones lamentables.
Justo en la calle Monte, frente al parque de la Fraternidad, se ubica el otrora hotel Isla de Cuba, del que solo queda en pie la fachada, y en cuyos techos y balcones han crecido arbustos. Está rodeado de las láminas de metal que normalmente se ubican en las obras que restaurará la Oficina del Historiador. Por cierto, ya algunas desaparecieron.
Al lado del banco de la calzada de Diez de Octubre entre calzada de Luyanó y San Nicolás, se desplomó lo que hace décadas era una conocida tapicería y que hoy se ha convertido en deprimente baño público. Más adelante, en la esquina de la calle Santa Emilia, el parte del hermoso balcón semicircular del edificio se derrumbó y presenta un peligro potencial para los transeúntes y los usuarios de la bodega, la carnicería y la óptica situadas justo debajo.
Ejemplos de que La Ciudad Maravilla del Mundo se está derrumbando se sobran. Tristemente por cada nueva obra que se levanta, son varias las antiguas que sucumben para siempre. Muchos creen que por el camino que va la urbe “no va a quedar pared donde colocar un clavo”. Otros muchos prefieren creer que lo último que se pierde es la esperanza y confían en que muchas también puedan salvarse. Y tú ¿con cuál de los dos concuerdas?
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