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Sara Gómez, la única mujer que consiguió dirigir un largometraje de ficción en Cuba durante los primeros 40 años del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos, merece el homenaje de este libro para tratar de comprender mejor los valores de esta creadora que dejó inacabada su única película de ficción: De cierta manera (1973), culminada por su amigo Tomás Gutiérrez Alea.
Su cine, donde priman los documentales, se destacan por su inconformismo con una serie de errores, meandros, extravíos, en medio del delirio transformador emprendido por la Revolución en sus primeros 20 años.
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Guanabacoa: crónica de una familia (1966);…y tenemos sabor, (1967); En la otra isla, (1967); De bateyes (1971) y Sobre horas extras y trabajo voluntario (1973), evidencian el deseo de la autora por mostrar la supervivencia del marginalismo, las religiones afrocubanas, el choque entre la nueva moral y los valores tradicionales, las secuelas del subdesarrollo y los rezagos pequeño-burgueses respecto a la raza y al sexo…
Así, el cine de Sara Gómez, y ella misma, devinieron símbolos de una época cuando el cine cubano marcaba el pulso político, económico y cultural de la nación, como es posible percibir en De cierta manera, complejo estudio sobre racialidad y las diferencias de género en las culturas latinas, además de problematizar, desde las teorías de izquierda, los temas de la emancipación femenina y la igualdad social.
En homenaje a la mujer, la cineasta y la persona, se presentó el libro mencionado antes, Sara Gómez un cine diferente, de la investigadora camagüeyana Olga García Yero, que constituye un aporte al estudio de la obra de una de las figuras femeninas de mayor alcance y relevancia en el contexto del cine cubano y latinoamericano.
En las diversas presentaciones que el libro ha tenido, se insiste en que se trata de un acto de justicia con Sara. El cineasta Rigoberto López, quien fuera asistente de dirección de Sara, le agradeció por ser el cineasta que es hoy y señaló la necesidad de aprender “de su método de trabajo, de su persuasión y de cómo se ganaba a sus entrevistados. Sara inició un lenguaje, una propuesta dramatúrgica en el cine cubano que ojalá podamos reasumir”.
El cine de Sara Gómez evidencia un tono profundamente personal, autoral, en tanto se vincula con la experiencia de esta mujer cubana, negra, y activa participante en la transformación de la sociedad. En el ICAIC no había muchos realizadores negros (Sergio Giral, en el cine de ficción de los años 70 y 80, y el documentalista Nicolás Guillén Landrián en las décadas del 60 y 70) pero Sara Gómez fue la que más consecuentemente presentó personajes y conflictos marcados por el enfoque racial.
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