Justo cuando comienza el año 2018, que se vislumbra como vital – al menos en teoría – para la población cubana, con la anunciada y ahora demorada salida del gobernante Raúl Castro del poder nos llega, por obra y gracia de una de las esposas de los llamados Cinco Héroes, Olga Salanueva, casada con René González, la confirmación que muchos estaban esperando para acuñar la teoría que otros, con el transcurso de los años, habían venido pregonando por el mundo entero: la porquería del sistema electoral cubano.
Para quienes estén un tanto alejados del asunto, los ilustro un poco.
René González, el más viejo de los cinco espías cubanos que cumplieron prisión durante varios años en los Estados Unidos y una de las cartas de cambio con las que el Gobierno cubano jugó al póker durante sucesivas administraciones norteamericanas para enderezar el rumbo de las relaciones entre ambos países, se quedó fuera de toda posibilidad de aspirar a un escaño parlamentario cuando, en una especie de coup d´etat no fue seleccionado entre los 605 parlamentarios escogidos – el 50% de ellos a dedo – por la llamada Comisión Electoral, un ente integrado por – dicen - "miembros de la Sociedad Civil Cubana", cuya función es, seleccionar entre las miles de biografías y precandidaturas recibidas, desde los cientos de colegios electorales del país, a quienes nos van a representar en la Asamblea Nacional.
Una ligera precisión: además de René, también se quedaron fuera Tony y Ramón.
Para un pueblo como el cubano, acostumbrado durante años a creer ciegamente el cuento que le han hecho sus dirigentes de barrio, de municipio, de provincia, y peor aún, del país, en cuanto a todo lo que atañe a la vida social cubana, esta "nueva injusticia con los Cinco", tal y como lo calificara la esposa de René, ha comenzado vía redes sociales primero, a revertir el orden de las cosas si es que, permítaseme especular con ello, existe algún orden dentro de “la(s) cosa(s)” en Cuba.
A fin de cuentas, lo que es un mandato, y no un privilegio, ha comenzado a sentirse como una traición.
¿Cómo es posible que tipos como René, Tony y Ramón, tan impolutos, tan honestos, soberanos, íntegros, joviales, agradecidos, firmes; en fin, tan “héroes” hayan quedado fuera de ese primer corte de acceso al Parlamento? No hay una explicación.
Ninguno de los cinco se rajó cuando la Fiscalía de Miami y el FBI los puso a escoger entre echar pa´alante todo y a todos como un carrito de helado o plantarse en 3 y 2, opción esta última que eligieron los cinco espías.
Porque si algo inocularon en las venas de toda una generación entera de cubanos, la mayoría de ellos aún viviendo en la pequeña Isla, es que esos tres, y además Gerardo y Fernando, eran tan duros como Charles Bronson, y tan valientes y perfectos como Héctor, aquel que sucumbió en el año de la corneta ante la ira de Aquiles.
Y en este punto hago una salvedad. Ninguno de los cinco se rajó cuando la Fiscalía de Miami y el FBI los puso a escoger entre echar pa´alante todo y a todos como un carrito de helado o plantarse en 3 y 2, opción esta última que eligieron los cinco espías.
Porque claro, hay que tenerlos bien puestos para, a costa de un ente abstracto y de una idea, clavarse diez, quince años y cadenas perpetuas en una cárcel de cualquier país, y renunciar a sus esposas, hijos, madres, por algo que – seamos sinceros – ha sido solamente el sueño de unos cuantos locos, entre los cuales me incluyo e incluyo yo a miles y millones de cubanos que hoy vivimos fuera.
Dicho esto, equivocados o no sobre lo que creen o creían, o en quién o en quiénes, yo pregunto: ¿acaso hay algo tan idílico y hermoso como eso? ¿No es digno de admirar – pensemos en un soldado de un país X – callarse la boca y no delatar a los tuyos? ¿Todos esos 605 seleccionados son más revolucionarios y patriotas que René, Tony y Ramón? ¡Vamos! Sin que ninguno de los seleccionados se me ofenda, pasan de cientos – por decir una cifra – los que ahí, no hubiesen soportado no diez ni quince, sino uno, dos o tres años en una fría cárcel. Pasan de cientos los que traicionarían a su madre, o venderían su alma al diablo, si ahora mismo, se vira la tortilla y tienen que “salir echando”.
No olvidemos que ahora no está, pero hasta hace poco estuvo ahí mismo, en ese mismo quórum un tipo tan repulsivo, arribista, engreído y drogadicto como el pintor Alexis Leyva, Kcho.
No olvidemos que ahora no está, pero hasta hace poco estuvo ahí mismo, en ese mismo quórum un tipo tan repulsivo, arribista, engreído y drogadicto como el pintor Alexis Leyva, Kcho. Y estuvieron, y sentados en el estrado supremo, tipos corruptos y ladrones, que ahora están tan escachados como una lata de sardina y que, porque eso es lo bonito y triste que tiene la historia, le jodieron la vida y escacharon a cientos de personas que en algún momento de sus vidas osaron disentir hasta en lo más mínimo con ellos.
Ayer, alguien le contestó a Olga. Le dijo que, por ejemplo, Orlando Cardoso Villavicencio, no estaba entre los 605, y yo creo que aquí, la idea, estuvo mal enfocada. El hecho no es que Orlando Cardoso Villavicencio no esté, si no, ¿por qué no está?, y eso, es más sencillo que resolver una cuenta de 2+2.
No está porque, el sistema no está diseñado para recordar a gente como Orlando Cardoso Villavicencio, un tipo que “jaló” más de una década en cárceles somalíes y que, al igual que después lo fueron Los Cinco, se convirtió en Héroe de la República de Cuba, regresó a la Isla, vivió su momento de gloria y estrellato, el Gobierno lo paseó un poco por el país durante un par de años y luego quedó en el recuerdo de toda una generación que, en su inmensa mayoría o vive fuera o se quedó dentro, pero olvidando.
El sistema está diseñado para que, ahora, y dentro de un tiempito, Tony, René y Ramón pasen a engrosar filas junto a decenas de glorias del boxeo y el deporte cubanos, entre ellos Lázaro Junco y Fernando Sánchez , sin olvidar por supuesto al ya fallecido y alcoholizado Douglas Rodríguez, y para que en el Latino no dejen entrar a Julita Osendi, y para que Pedro José Rodríguez “Cheíto”, camine por las calles de su ciudad natal y que los más jóvenes no lo reconozcan.
El sistema, Olga querida, está diseñado para que siempre sean los mismos, los que estén arriba, y para que la gente querida, amada, idealizada, idolatrada y ansiada por el pueblo, mucho más si son de los que piensan, tienen ideas propias, disienten, son populares y no tienen miedo levantar la mano, como su esposo René, no pasen más allá de la talanquera.
Para esos, nuestro querido gobernante Raúl, y su claque de acólitas ovejitas tiene preparado siempre el mismo tema, siempre el mismo Ray Fernández y ese corillo que dice: “Lucha tu yuca, Taíno”.
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