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Hace poco abrieron al público la misteriosa Tumba del Mambí Desconocido en el Capitolio de La Habana. La inscripción que la acompaña reza:
“Aquí descansa, simbólicamente, el fundamento moral, político e histórico de la nación: los restos mortales de un soldado cubano desconocido, a cuyos esfuerzos y sacrificios sin nombre, se debe el nacimiento de Cuba como República”. No olviden esas palabras.
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El asunto merece que traiga a colación una conversación muy interesante que tuve con el nieto de la antigua secretaria de Celia Sánchez. La señora sabía muchas cosas del mundo oculto de la realeza comunista cubana, y le aseguró a su nieto que esta tumba era un bluf. Estuvo junto a Celia hasta que murió, y fue obligada a retirarse cuando Celia se fue del aire. Pero habló con su nieto abiertamente sobre este tema, que hoy cobra inusitada relevancia.
La dichosa tumba, “inaugurada” por el sacrosanto Historiador de La Habana, el Dr. Eusebio Leal Spengler, es ahora el espacio más cuidado y vigilado del Capitolio Nacional, con la excusa de que “representa el fundamento de los esfuerzos por crear una nación libre y soberana”. La abren desde las 8:00 a.m. hasta las 12 del mediodía, y de 1:00 a 4:30 p.m.
Tras el salón funerario, en otra sala escondida, hay un complejo y sofisticado dispositivo de cámaras ocultas (fotográficas y de video), que barren minuto a minuto todo lo que ocurre allí, haya público o no. También es vigilada in situ las 24 horas del día por celosos guardias de seguridad distribuidos en tres turnos.
El recinto es una bóveda ubicada debajo del Salón de Los Pasos Perdidos. Frente a una sofisticada lámpara votiva, está la llevada y traída Tumba del Mambí Desconocido, bajo una losa de mármol de Carrara, que coincide verticalmente con el centro de la cúpula del Capitolio, el diamante y la llama eterna de bronce y mármol que corona la sala.
El cenotafio está rodeado de las banderas de todos los países de Hispanoamérica (también la de España, contraproducente tratándose de un mambí que se supone que luchó contra ella) y lo decoran hermosas esculturas de bronce, que reproducen el Escudo de Armas de Cuba, las notas del Himno de Bayamo, y las palabras de Carlos Manuel de Céspedes cuando fue nombrado presidente en la Asamblea de Guáimaro.
Es pues, un resumen de nuestra historia concentrado en un solo monumento, algo inédito en el resto de los sitios funerarios en honor a cualquier otro mártir cubano, Fidel incluido. Como colofón, una réplica de la escultura de La República, obra del escultor italiano Angelo Zanelli, también de mármol de Carrara, completa el nicho principal del salón. La estatuilla reproduce la imagen de Palas Atenea que se encuentra en la sala principal del edificio.
El visitante, al acceder al panteón, escucha la “Paráfrasis sobre el Himno Bayamés”, del compositor Hubert de Blanck, interpretada por la Camerata Romeu. Dicen los que la han visitado, que el espectáculo impresiona por lo que se ve y lo que se escucha. La Tumba al Mambí Desconocido es, resumiendo, el lugar más importante del Capitolio, y presuntamente está dedicado a alguien de cuya existencia se ignora todo.
¿Por qué ese despliegue de fastuoso culto a una persona que no se sabe quién es, y que supera ampliamente a todo trapo, en lujo y magnificencia, a cualquier otro monumento funerario histórico de la Isla?
Volvamos 55 años atrás, a 1962. Por entonces Celia estaba en la cúspide de la confianza de Fidel. Está más que comprobado -dicho y confirmado mil veces por testigos vivos y muertos- que ella y René Vallejo, además de sus tareas en el PCC y en el naciente gobierno comunista de entonces, se encargaban de “las cosas espirituales” del líder, que simplemente “se dejaba hacer”.
La secretaria de Celia le contaba a su nieto que Fidel muchas veces dijo, ya desde aquella época, que quería ser sepultado en el Capitolio, porque él era el fundamento de la República, y la representación de ella estaba en aquel lugar. Presumiblemente, por esa razón nunca quiso que se utilizara para nada ese recinto, que solía visitar para dar instrucciones sobre su decoración, porque sería su sepultura. Desde entonces ha permanecido cerrado al público hasta hoy.
Recordemos que el Capitolio se comenzó a restaurar justo después de que Castro enfermó de gravedad. Actualmente, entre las ofrendas florales que las organizaciones de masas de Cuba dedican eventualmente al “mambí desconocido”, hay una todas las semanas a nombre de Raúl Castro. Ni siquiera Martí ha tenido el honor de recibir una corona semanal en Santa Ifigenia, no digamos ya Fidel en su pedrusco, que solo está escoltado durante 12 horas del día. Raro para unas cenizas que valen millones en el mercado espiritual. Si pensamos solo un poquito, llegaremos a la conclusión de que la Tumba del Mambí desconocido es el mejor, más elegante y conspicuo sitio de Cuba donde podría enterrarse a un líder de la talla de Fidel. No existe otro que lo supere en lujo y boato.
La abuela de mi informante se cansó de escuchar a Celia y a René Vallejo hablando de eso en su presencia. Vallejo era un experto espiritista, y muchas veces se le veía acompañando a Celia en viajes al interior de la Isla, para buscar animales de sacrificio en fincas cuyos guajiros casi “producían” para ella.
En el acceso principal al Palacio de la Revolución, hay una gran piedra consagrada a Elegguá por Celia durante la Crisis de los Misiles, y en la primera casa de Fidel en el Laguito, había una habitación destinada solo a esos menesteres. Pasemos de puntillas por otros eventos espirituales, como el viaje de Fidel a Guinea, o sus sospechosas pulseras de cuentas rojinegras, que lucía en eventos privados, y que muchos inocentemente asociaban a guiños al M-26-J.
El proyecto final de la Tumba del Mambí Desconocido –acometido por la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, encargada de la restauración completa del Capitolio– refleja una solemnidad propia del santuario de un faraón, lujosa, bajo techo y vigilada como un banco. La propia prensa cubana se refiere a ella con estas palabras:
“La sensación que se percibe, incluso desde el acceso principal, ubicado debajo de la escalinata del monumental edificio, nos hace tragar en seco. La intervención respetó los elementos originales del recinto, desde el color de las paredes, la decoración de las molduras, los suelos de granito, y los detalles ornamentales”, dice Granma.
Detesto las teorías conspirativas tan propias del pueblo cubano, que, a fuerza de ser engañado sistemáticamente por sus líderes, ha hecho de ellas casi un “modus vivendi”; nos encanta imaginar lo que no nos han contado. Pero convendrán conmigo en que esta, tiene muchas papeletas para no ser solo una leyenda urbana.
¿Realmente alguien le encontró sentido a que el líder por excelencia de Cuba y más importante revolucionario comunista vivo del mundo, descansara en su final y para siempre, dentro de un pedrusco horrible, en una región rural lejos de La Habana, al aire libre y sin vigilancia? Costaba mucho creerlo entonces, y también ahora.
Recuerdo, en esta hora aciaga, cuando murió la bestia y montaron el circo del entierro, que sospeché que, dentro de aquella urna, como mucho había un cuarto de libra de azúcar prieta.
Lo confirmé cuando un amigo me hizo llegar un video muy ilustrativo del día después de los fastos mortuorios: Tres cortejos fúnebres idénticos al “oficial”, transitaban tranquilamente de regreso a La Habana por la Carretera Central.
Saldrá mucha porquería debajo de la alfombra cuando todo esto acabe, pero me temo que el grueso de los desperdicios lo encontraremos en la Tumba del Mambí Desconocido, en el Capitolio.
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