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Carlos Martiel, artista plástico cubano que reside entre EE.UU. y Cuba, es, a pesar de su juventud, una figura importante entre los intérpretes de la denominada narrativa performántica, con la particularidad de acudir siempre al desnudo como forma de expresión.
El joven creador nació en 1989, en La Habana, donde se graduó 20 años después en la Academia Nacional de Bellas Artes de San Alejandro. Con su nuevo performance, Continente, pretende reflejar la forma en que han sido secuestradas las poblaciones negras, así como el consecuente saqueo y despojo de la riqueza cultural y material del continente africano.
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A lo largo de su breve pero fructífera carrera, Martiel ha recibido varios premios, incluido el Franklin Furnace Fund, en Nueva York, en 2016; el Premio del Programa de Becas y Comisiones CIFOS, en Miami, en 2014, y el Arte Laguna, en Venecia, en 2013.
En una entrevista concedida a la página web Creators, reafirmó su convicción de ser consecuente con el momento que le ha tocado vivir, y de aprovechar la posibilidad de expresarse a través del arte.
"… Esta sociedad te programa para estar en contra de ti mismo. Los artistas y los intelectuales deben repensar la realidad, si no, ¿quién lo hace? ¿Los políticos? ¿La gente común que está sepultada en la cotidianidad, esclava del día a día?"
Interrogado acerca de la utilización del desnudo, afirmó que éste siempre fue y será para él una liberación: "Desnudarse es quitar filtros, jerarquías de poder, prejuicios en relación con el cuerpo propio y el de otros. En un momento inicial fue la vía para aceptar mi cuerpo en una sociedad que ha estigmatizado al afrodescendiente. Contradictoriamente también es vulnerabilidad, pero a veces uno tiene que aceptar su fragilidad".
Martiel, que proviene de una familia de emigrantes haitianos y jamaicanos, encontró en el performance la vía para exorcizar de su interior los prejuicios de otros. Sus primeros trabajos fueron dibujos con su propia sangre sobre superficies no convencionales. Con los años su obra se ha inclinado hacia otras direcciones, como las relaciones de poder, la emigración o la violencia.
En 2016, por ejemplo, realizó en México el performance Aparecido, en el centro histórico de Guadalajara. La obra consistía en caminar desnudo desde la catedral Metropolitana al Palacio de Gobierno de la ciudad, con su cuerpo cubierto de cenizas de ropa donada por familiares de personas desaparecidas.
Este año, en Hacerse Olvido, ejecutada en La Habana, el cuerpo sin ropas del artista sobre un tubo redondo de goma, como si estuviera dormido o muerto, fue un recuerdo de las personas que han muerto tratando de cruzar el Estrecho de la Florida hacia Estados Unidos.
El interés de Martiel por el tema de la emigración surgió en Cuba. Pensando en que la condición insular de su país no puede determinar la vida de sus habitantes, desarrolló sus primeras obras referentes al tema: A donde mis pies no lleguen, Isla Muerta o Sujeto.
“Este mundo está muy dividido. La xenofobia forma parte de la campaña política aquí, en Estados Unidos y en Europa. Mediterráneo es una obra que ilustra a la perfección la situación actual de la inmigración africana a Europa, tantas personas muertas, tanta indiferencia… ¿Quién hace realmente algo por esos inmigrantes? ¿Quién deja de vender las armas que tienen dividida a África? ¿Quién saca de África a las multinacionales que tienen a los africanos en la miseria? La solución real no es rescatar del mar a unos miles, muchos de los cuales son deportados".
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